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Un tren atraviesa el desfiladero de los Gaitanes. Archivo CTI-UMA
La llegada del tren a Málaga
A la sombra de la historia

La llegada del tren a Málaga

El objetivo del ferrocarril era el de traer el carbón de las minas cordobesas de Bélmez y Espiel para alimentar la industria siderúrgica malagueña que, recordemos, durante casi treinta años fue la más importante de España

Viernes, 9 de agosto 2024, 00:07

El 10 de agosto de 1865 –mañana hará de esto 159 años– un tren salió de Córdoba a las seis de la mañana y llegó a la estación de Málaga pasadas las siete de la tarde, tras trece horas de triunfal y, suponemos, caluroso viaje. Por las estaciones por las que pasó este ferrocarril inaugural, todo el pueblo salía a recibirlo con grandes muestras de júbilo, prodigando tales vítores que el tren se veía obligado a detenerse, lo que ocasionó el considerable retraso.

Veinte años antes, en 1845, se pensó por primera vez en tender un ferrocarril que uniera el interior de la península con el puerto de Málaga, para construir un gran depósito de carbón con el que suministrar a otros fondeaderos del Mediterráneo. El objetivo del ferrocarril era el de traer el carbón de las minas cordobesas de Bélmez y Espiel para alimentar la industria siderúrgica malagueña que, recordemos, durante casi treinta años fue la más importante de España. Detrás de esta inversión estaba la oligarquía malagueña (Larios, Loring, etc) que controlaba las industrias y el Banco de Málaga.

Las obras no comenzaron hasta el 15 de marzo de 1860 en el camino de Churriana, en un alto del llamado puerto de Doña Justa, donde distinguidos señores cogieron por un momento las azadas con sus manos enguantadas para dar por inaugurados los trabajos. Tres mil obreros consiguieron dar por rematados ese año los primeros diecisiete kilómetros que unían Málaga con Cártama. En 1862, la reina Isabel inauguró veintisiete kilómetros en una estación provisional y presenció la bendición de la primera locomotora. En septiembre de 1863 empezó a funcionar el trayecto entre Álora y Málaga, con paradas en Pizarra y Cártama. El primer tren salió de Álora a las doce y media del mediodía y llegó a Málaga exactamente a las 13:46. El precio del billete oscilaba entre los veinticuatro reales de la primera clase y los diez de la tercera.

Por fin, tras seis años de complicados trabajos, en agosto de 1865 las obras habían finalizado con éxito y todo estaba preparado para que el ferrocarril que unía Málaga con Córdoba entrase en funcionamiento. Pero la inauguración se hizo de manera inesperada. El ministro de Fomento había llegado a Córdoba y decidió por su cuenta que al día siguiente, 10 de agosto, se realizaría el trayecto inaugural. Al menos es lo que afirmaba el 11 de agosto el 'Avisador Malagueño':

Ayer (es decir, el 10 de agosto, el mismo día de su inauguración oficial), inopinadamente, y cuando nada se había prevenido, se supo por parte telegráfico desde Córdoba que el señor ministro de Fomento había dispuesto que tuviese la inauguración oficial de nuestra vía.

Hubo que enviar rápidamente a las estaciones del recorrido adornos e iluminaciones, además de adornar la locomotora. El 10 de agosto, festividad de San Lorenzo, fue el día elegido por el señor ministro. Ya saben que según la tradición suele ser el día más caluroso del año. Por algo a San Lorenzo le asaron en una parrilla a fuego lento y al sol se le conoce popularmente como Lorenzo. El obispo de Córdoba bendijo la vía y la locomotora «que partió majestuosa hacia la orilla del Mediterráneo, abriendo dilatados y espléndidos horizontes al espíritu industrial y mercantil de las dos provincias hermanas», anotaba con estilo florido un anónimo periodista de la Crónica de Córdoba.

Estación de ferrocarriles de Málaga hacia 1900. Archivo CTI-UMA

En el tren viajaban el ministro, el director general de Obras Públicas, los gobernadores de Málaga y Córdoba, el alcalde de esta última ciudad y la banda municipal de música, que fue tocando en muchas de las estaciones del recorrido, en las que se agolpaban multitudes de curiosos. El tren había salido y en Málaga no se conocía aún la noticia. Por la mañana y por telégrafo, llegó la buena nueva. Después de la sorpresa hubo que prepararlo todo precipitadamente.

El alcalde dispuso en un manifiesto que los vecinos adornasen sus balcones y que fueran iluminadas las fachadas para celebrar la prosperidad que el ferrocarril iba a traer a Málaga. Se adornó la estación y se preparó una vistosa iluminación compuesta de «guirnaldas y de faroles a la veneciana, de vasos de colores y de millones de farolillos». Una multitud de malagueños esperaban la llegada del tren desde primeras horas de la tarde, que tuvo que ser poco menos que apoteósica según los testimonios:

No sabemos cómo no ocurrieron muchas desgracias, pues la multitud se apiñaba sobre la vía al paso de la locomotora que, refrenada en su ímpetu por la mano del diestro maquinista, avanzaba majestuosa, ostentando en su frente un gran escudo con las armas de España.

Bandas de música recorrieron las calles de Málaga, se lanzaron cohetes y repicaron las campanas de las iglesias.

Una cena histórica

A la comitiva oficial se le agasajó en la fonda de la Alameda con una improvisada y opípara cena, en una mesa adornada con magníficos centros de plata y candelabros riquísimos. Se sirvieron, entre otros muchos platos, filete a la jardinera, costillas a la Villeroi, pavo trufado, gallineta a la Richelieu o jamón de Westfalia helado. La cena empezó a las nueve y se prolongó hasta la medianoche entre la alegría y la cordialidad de cordobeses y malagueños.

El ferrocarril entre las dos ciudades andaluzas empezó su explotación comercial el 15 de agosto y contaba con un trazado de 192 kilómetros que recorría en tan solo ocho horas (hoy son 155 y el AVE emplea menos de una hora). El recorrido original atravesaba el desfiladero del Chorro, uno de los paisajes más agrestes y pintorescos que se pueden contemplar en tren en la geografía española, para lo que hubo que construir catorce túneles. Una de las dos primitivas locomotoras prestó servicio hasta 1945.

La anhelada conexión ferroviaria con las minas de Bélmez no entró en funcionamiento hasta 1873, por lo que el ferrocarril no consiguió aliviar la decadencia industrial malagueña.

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