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Papa Doc, presidente vitalicio de Haití ABC
Del dictador obcecado al compositor cegado «Papa Doc» Duvalier y Georg Fiedrich Händel

Del dictador obcecado al compositor cegado «Papa Doc» Duvalier y Georg Fiedrich Händel

Albas y ocasos ·

Tal día como hoy nacía François Duvalier, quien reptando el tiempo y las dictaduras se habría de convertir en uno de los personajes más siniestros de la historia del siglo veinte, y moría Georg Fiedrich Händel, compositor de El Mesías y músico esencial de la música barroca

MARÍA TERESA LEZCANO

Domingo, 14 de abril 2019, 13:20

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Tal día como hoy nacía François Duvalier, quien reptando el tiempo y las dictaduras se habría de convertir en uno de los personajes más siniestros de la historia del siglo veinte, y moría Georg Fiedrich Händel, compositor de El Mesías y músico esencial de la música barroca.

FRANÇOIS DUVALIER 14-4-1907 21-4-1971

Catorce de abril de 1907, Puerto Príncipe, Haiti. Nace François Duvalier, quien reptando el tiempo y las dictaduras se habría de convertir en uno de los personajes más siniestros de la historia del siglo veinte bajo el apelativo de «Papa Doc». Tras estudiar, como bien indica la segunda parte de su apodo, medicina, François se percató de que la política resultaba mucho más rentable que la cura de las enfermedades tropicales y que donde se ponga una buena presidencia haitiana que se quiten todos los paludismos, y ya habemus Doc, inicialmente elegido por sus conciudadanos y después vitaliciamente autoproclamado para gobernar el timón haitiano con la ayuda de sus terríficamente renombrados «tontons macoutes», que etimológicamente eran el equivalente caribeño del hombre del saco y en la práctica una milicia sin remunerar que se despachaba a sí misma el sueldo y las primas mediante extorsiones y demás lindezas ciudadanas.

Mientras las presiones internacionales denunciaban el estado de terror que reinaba en el país, monsieur François se entretenía, además de en asesinar a eventuales opositores o a todo aquél que le diera la vitalicia gana, en organizar ceremonias de vudú a las que era tan aficionado que se iba jactando por los rincones antillanos de haberse cargado él mismo a J.F. Kennedy en un ritual durante el cual una figura del presidente USA era reiteradamente pinchada con agujas mientras se descabezaba a una familia gallinácea para ensangrentar el ambiente.

Así anduvo extremadamente atareado Papa Doc hasta que lo que no consiguieron los varios atentados de los que salió ileso lo logró la diabetes mellitus que padecía, dejando a su finamiento el país como el más pobre de América, además de la medalla de oro mundial en analfabetismo. Eso sí, con el objetivo de continuar la dinastía ya lo había dejado Duvalier todo perfectamente atado para que le sucediera en la presidencia vitalicia haitiana su retoño de diecinueve años, apodado como no podía ser de otro modo Baby Doc, que fue un digno hijo de su padre hasta que fue derrocado quince años más tarde. Y es que no hay mal que cien años dure ni haitiano que lo resista. C´est fini.

GEORG FIEDRICH HÄNDEL 5-3-1685 14-4-1759

Ciento cuarenta y ocho años antes del nacimiento haitiano de Papa Doc Duvalier, moría en Londres Georg Fiedrich Händel, con un contrapunto en su última mirada y un amigo imaginario en forma de clavicémbalo tecleando motu propio su Suite en fa sostenido menor. Antes de escalar la cima de la música barroca, Händel fue organista en la catedral calvinista de Halle, violinista en la Oper Am Gänsemarkt de Hamburgo, invitado de los Medici que pretendían hacer de Florencia la capital sonora del mundo musical, y maestro de capilla del príncipe elector de Hannover, el cual acabaría convirtiéndose en Jorge I de Gran Bretaña.

Ya estrenada en Londres su primera ópera, Rinaldo, y como consecuencia del éxito obtenido junto al Támesis, se dijo Georg, pues casi mejor me quedo en Inglaterra, que para amenizar organísticamente catedrales calvinistas del Sacro Imperio Romano Germánico siempre hay tiempo, y en Londres se aposentó gracias al salario que le asignó la reina Ana y la ayuda de un par de mecenas händelianos que lo llevaban en palmitas, qué buena vida la de aquellos mecenazgos, o tempora o mores. Ya estratégicamente situado en la corte inglesa, a Händel le encargó el Lord Chambelán en funciones que seleccionara cantantes para la Royal Academy of Music, y entre audición y serenata iba Händel acrecentando su repertorio, ópera va, oratorio viene, y tan pluriempleado se hallaba que no vio venir el derrame cerebral que le inhabilitó cuatro dedos de su mano derecha y, al decir de algunas lenguas viperinas lo dejó como alelado aunque más aleladas se quedaron las víboras cuando el músico resurgió de sus cenizas derramadas y se lanzó a componer Sansón.

Sin embargo durante la sansoniana gira el carruaje en el que viajaba de La Haya a Harleem se fue a tomar pino fresco y Händel resultó herido, accidente del que se estaba recuperando cuando, tras percatarse de que no veía tres violines en un clavicordio, unos médicos lumbreras le diagnosticaron cataratas y, después de asegurarle que si no le operaban ipso facto se quedaría ciego, lo operaron y lo dejaron completamente ciego, invidencia que no le impidió seguir trabajando cinco años más, hasta que el cerebro se le volvió a derramar, letalmente esta vez, mientras dirigía uno de sus oratorios, El Mesías para más señas, que mesiánicamente se hizo el sueco en cuanto a salvación terrenal se refiere aunque tal vez lo mantenga a salvo per sécula seculorum, etc. Eso sí, fue enterrado en la Abadía de Westminster, panteón de panteones de la celebridad británica. Cheers.

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