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antonio Corbillón
Domingo, 13 de septiembre 2015, 01:52
En España tenemos rotondas con helicópteros, barcas, dinosaurios, aviones de combate, ruinas romanas o con piruletas donde se dice hola en treinta idiomas. Incluso hay una ermita rotondizada (Jumilla, Murcia) y un cementerio en el que sus usuarios tienen dudas porque no saben si doblar la plazuela de acceso por la derecha o por la izquierda (camposanto del Cristo de Villanueva de la Cañada, Madrid).
Faltaba la rotonda-piscina. Y también existe. Ha colocado en el mapa a Villar de Omaña, pequeña pedanía del ayuntamiento de Riello, una localidad de la montaña leonesa a pocos metros de la raya con Asturias. Es un pueblo tan pequeño y discreto que habían logrado que pasara desapercibida durante años. Porque lo curioso es que es incluso anterior a la mayor parte de todos los ejemplos de dudoso gusto que se han instalado en el urbanismo español en los últimos años.
Pero no hay zonas de sombra para el mundo globalizado. El blog para ciclistas Puertos de León decidió realizar un recorrido por la comarca a finales de agosto. Sus integrantes pedaleaban con esfuerzo por la serpenteante carretera. Cuentan así su hallazgo: «Hemos dejado atrás un kilómetro que no olvidaremos... última revuelta y vemos Villar. Sorpresa piscina-rotonda... sin palabras». La imagen les dejó más exhaustos que los 1.327 metros de altura a los que se encuentra la pequeña localidad.
El alcalde de Riello, el popular Manuel Rodríguez, considera que tiene bastante con atender a los 39 pueblos que integra el Ayuntamiento (Villar de Omaña es uno de ellos) y empieza a estar harto de explicar que «no hay tal piscina. Es un estanque en mitad del pueblo, el típico pilón que había, que lo hicieron más grande y redondo y que los niños usan como nosotros hacíamos antes en el río».
Nadie tiene muy claro cuánto lleva así el tal pilón. Es como si en la zona hubieran reparado ahora en su presencia, aunque es imposible no pasar delante si se acomete la carretera de entrada a Villar de Omaña. Algunos dicen que debieron arreglarlo «hace cuatro o cinco años». Rodríguez va más atrás y recuerda que aquello «era un abrevadero que estaba fatal y se arregló hace ya muchos años, yo lo he conocido así».
Ni siquiera el uso recreativo está del todo claro. El regidor insiste en que no hay valiente que se bañe en esas aguas, heladas incluso en verano, además de que «no hay niños en este pueblo», cuya población estable no llega a 20 vecinos, la mitad en invierno. En esa época, cuando la temperatura media es de un grado, podía hacer de pista de patinaje sobre hielo ya que se pasa más de tres meses con una capa que permite cruzarla a pie. Sin embargo, tiene todos los complementos de una auténtica pileta pública, con su escalerilla para acceder al agua y un banquito de metal para dejar la toalla, la mochila y hasta las chancletas. «Sí que lo usan para darse un baño. Si hasta tiene sus filtros para mantener el agua limpia», explica Rocío Merino, que regenta el restaurante La Fasgarecha, en la villa vecina de Fasgar. Esta hostelera reconoce que la publicidad, no exenta de cachondeo, que está recibiendo la rotonda ha traído hasta esta remota comarca de la Omaña a la gente. «Me han preguntado más de uno y los que vienen al restaurante quieren saber cómo llegar hasta el lugar». Ella misma tiene una colección de fotos que le hizo hace tiempo. Pero, al igual que el resto del vecindario, nunca le dio mayor importancia.
¿Cómo se explica que haya pasado desapercibida todos estos años?
Porque es un pueblo pequeño y nadie va a Villar. Por no tener no tienen ni bar, ni alojamientos.
No parece que la especulación esté en el origen de esta nueva muestra de la capacidad española para innovar en materia de cruces viarios. Pero la sobredosis de rotondas que sufre el país desde hace años llevó a un colectivo de urbanistas, ingenieros y arquitectos a documentarlo en su proyecto Nación Rotonda, aunque también se les escapó el caso de Villar de Omaña. Uno de sus portavoces, Rafael Trapiello, cree que ahora hay menos proliferación «porque hay menos dinero, pero partidos y políticos siguen con los ojos tapados esperando a que pase el temporal». Su libro Nación Rotonda ya es un best seller en la materia.
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Julio Arrieta, Gonzalo de las Heras (gráficos) e Isabel Toledo (gráficos)
Jon Garay e Isabel Toledo
Daniel de Lucas y Josemi Benítez (Gráficos)
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