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Ñito Salas | Vídeo: Pedro J Quero

El robot que sirve el plato de los montes

Estos autómatas camareros, cuyo precio alcanza los 14.000 euros, empiezan a funcionar en restaurantes y cafeterías tradicionales de Málaga

Sábado, 8 de octubre 2022, 00:34

No lleva un año en la plantilla y ya se ha ganado la simpatía de compañeros y clientes, a los que recibe y acompaña hasta sus mesas mientras serpentea el amplio comedor de la venta Nuevo Montesol de Málaga. Con un «miau» pide disculpas y se abre camino si se cruza con alguien. A su paso le siguen las miradas atónitas de unos comensales incrédulos y desconcertados, a los que les chirría que el tradicional plato de lomo con chorizo y huevos, de paella o migas se lo sirva un autómata con ronroneo felino.

Sus sensores le ayudan a sortear obstáculos y personas, y sus cámaras le permiten calcular distancias y elegir la trayectoria más eficiente. «Es el último sitio que podíamos imaginar para que nos sirviese un robot», comenta una familia que ha parado a almorzar de camino a Alicante en este restaurante a pie de autovía. Pero a 'Emilio' (así lo han bautizado en recuerdo de aquel mayordomo personal robotizado que arrasaba en las cartas a los Reyes Magos de principios de los años 90) nada le distrae de su cometido. Se sabe protagonista cada vez que sale al salón, aunque tanta atención aún no se le ha subido a su cabeza de gato. Es una máquina sin alma, pero ha sido programada para ser educada y hacer numerosos guiños a los usuarios. En cierto modo, la humanizan. Reacciona a las caricias («No me toques las orejas, que me haces cosquillas», reacciona si alguien lo toca), da las gracias y canta hasta en 20 idiomas diferentes. De hecho, es la sensación cuando irrumpe proyectando luces multicolor en un cumpleaños infantil llevándole la tarta y felicitando al protagonista. Todo un reclamo para los niños.

En su jornada diaria, lleva y trae platos sin parar… Y sin rechistar. Siempre con buena cara, aunque trabaje sin descanso y a doble turno. Lo hace en esta venta, abierta las 24 horas y con un solo camarero por la noche. Así, mientras el profesional prepara la comanda, 'Emilio' se encarga de sacar platos, evitando que su 'compañero' tenga que abandonar la barra y dejarla al descuido. Es lo que en el argot del sector se conoce como 'runner', que permite la recogida rápida de las mesas para que la rotación de comensales aumente. En un viaje puede transportar 16 platos, repartidos en sus cuatro bandejas, que se asignan a mesas diferentes. Al llegar a ellas, o coge los platos el propio comensal cuando se ilumina la bandeja correspondiente o si no está al paso del robot, es un camarero quien le acerca su pedido a la mesa. «En total, puede servir a más de 300 comensales diarios y eso es el trabajo que desempeñaría un trabajador y medio», calcula Antonio Del Águila, propietario de la venta Nuevo Montesol.

Hasta ahora no le ha dado un ruido. «Funciona como la Conga. Al principio, hizo un mapeo del salón y desde entonces no ha dado un problema ni ha chocado con nadie. Tan solo alguna vez se ha encontrado perdido y lo hemos tenido que resetear. Un mal día lo tiene cualquiera», bromea Del Águila.

Pero este asistente robotizado (su nombre comercial es BellaBot), presente ya en algunos restaurantes y cafeterías de Málaga y provincia (Da Bruno, La Butibamba, Quintana y Sushi Som, entre otros), «nunca podrá sustituir al profesional», aventuran los empresarios, que insisten en que descargan al camarero en una tarea meramente mecánica para que pueda dedicar más tiempo a la atención al cliente y lo comparan con la introducción de la hormigonera en la construcción. «Empezó a hacer el cemento que con anterioridad preparaban los albañiles y no por ello se prescindió de estos profesionales, que pudieron dedicarse más a otras funciones», deslizan.

De eso está convencido Del Águila, que tras invertir 14.000 euros en el robot ya piensa en adquirir otro para la terraza. «Ha sido un acierto», asegura sin ambages este empresario a quien una comida en un restaurante de Dubai le abrió los ojos. «Allí lo vi por primera vez, fue un flechazo, y aunque al llegar a España tuve mis dudas sobre si funcionaría aquí, me decidí. No me arrepiento», asegura, convencido de todas sus «ventajas». Sin embargo, no niega el «recelo» que inicialmente causó entre la plantilla. «Es normal que fueran reacios, pero ahora lo ven como una ayuda y no como una amenaza», afirma el propietario de esta venta, quien insiste: «Esta máquina no comprometerá el puesto de trabajo de ninguno de nuestros 16 empleados. Ni hemos prescindido de ellos ni lo haremos porque hayamos incorporado un robot», zanja.

En la mítica venta La Butibamba también han apostado por la tecnología y desde hace cinco meses su reconocido lomo en manteca viaja hasta las mesas con un autómata, «aunque siempre es un camarero quien por cortesía se lo da al cliente», apostilla su gerente Francisco Javier Sepúlveda, rendido a la propuesta de renovación que un día le planteó su hijo. «Tras ver cómo actuaba, nos pareció interesante», recuerda. Aunque el robot es también un reclamo, en la Butibamba esa partida la tiene ganada la calidad de su producto. «En nuestro caso, más que por marketing es por utilidad, porque lo cargamos de platos sucios y mientras los lleva a la cocina, el camarero puede encargarse del cliente. Las personas seguimos siendo fundamentales, porque los clientes continúan buscando los establecimientos no solo por lo que comen en ellos, sino también por el trato que reciben. Si se encuentran a gusto y se sienten bien tratados por los camareros, repetirán, y con el tiempo crearán un vínculo especial con ellos, que nunca podrán tener con una máquina», defiende.

En el popular Café Bar Quintana, la incorporación de un robot forma parte de la evolución de un negocio familiar fundado hace casi medio siglo por Manuel Quintana en la avenida Juan XXIII (frente al Centro de Especialidades San José Obrero, más conocido como Barbarela). Ahora, sus hijos llevan las riendas y tratan de marcar distancia con la competencia, otras tres cafeterías en su misma acera. Antonio, al frente del establecimiento tras fallecer su padre, asegura que con la reforma del local y la incorporación de tecnología de última generación, también en la cocina, busca distinguirse del resto. «La renovación en la hostelería es fundamental. Los gustos van cambiando con las nuevas generaciones, aunque en un negocio tan tradicional como éste y en un barrio con vecinos de toda la vida es necesario mantener un equilibrio», avanza. Y en ese desafío, no le cuesta admitir que se han dejado clientes por el camino. «Algunos se sienten incómodos con que un robot les lleve los churros, pero desde que empezó a funcionar en junio, hemos ganado más que perdido. Y eso es en gran medida por los trabajadores, que siguen dando esa atención personalizada que demanda quien nos visita».

Demanda creciente

El distribuidor de BellaBot en Málaga, Bartolomé Consultores, pronostica que en unos años será habitual ver a estos asistentes robotizados en hoteles y restaurantes, «cubriendo unas lagunas laborales en la realización de tareas mecánicas y también abriendo un campo de investigación en las carreras tecnológicas», apunta Alberto Bartolomé, director técnico de la empresa, donde no dejan de llegar consultas para su implantación.

En la provincia de Málaga, ya lo han hecho en 10 establecimientos, en su mayoría tradicionales, pero prevén vender un centenar en Andalucía antes de que concluya el año.

Mientras tanto, 'Emilio', como el resto, seguirá ganándose al público con sus maullidos y despidiéndose con un «adiós» como lo hace de este periódico. Ahora se marcha a recargar pilas. En tres horas volverá a estar a tope para echar toda una jornada de trabajo.

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