
Una nueva vida para Villa Maya
Historia ·
Construyen una vivienda en el solar que ocupó la histórica casa en la que el cónsul Porfirio Smerdou refugió a decenas de represaliados en la Guerra CivilHistoria ·
Construyen una vivienda en el solar que ocupó la histórica casa en la que el cónsul Porfirio Smerdou refugió a decenas de represaliados en la Guerra CivilAunque las excavadoras arrebataron una pieza singular de la historia de Málaga en la primavera de 2019, algo va a quedar de la memoria de ... lo que sucedió en Villa Maya durante los duros años de la Guerra Civil. En esta casa de El Limonar, el diplomático Porfirio Smerdou Fleissner, conocido como el 'Schindler' de la contienda, albergó a decenas de represaliados, una acción que ha sido recogida ya por libros y un documental. En el lugar que ocupó, una pareja de malagueños, Ignacio y Elena, ha levantado su nueva vivienda, en la que desde el pasado octubre residen junto a sus dos hijos. Sensibles con el pasado del lugar, la fachada de la construcción recuerda en sus formas la casa en la que residió Smerdou, y han logrado recuperar y colocar las placas originales que la rotulaban.
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Como recogió este periódico (ver SUR 7/4/2019), una de ellas, en la que figura la palabra 'Villa', desapareció durante el derribo de la casa. Pesaron que alguien la habría robado. Hasta que un día se puso en contacto con ellos Ignacio Krauel, que fue vecino de la histórica residencia y que tuvo un estrecho contacto con Porfirio porque su suegra, que aún vive, es sobrina del cónsul. Al conocer por SUR el interés de los nuevos dueños de Villa Maya por reponer las placas originales, quiso devolverla. «No la robé, se la pedí a uno de los obreros que estaban echando abajo la casa porque pensé que nadie iba a tener interés en volver a colocarla, pero cuando leí el artículo en el periódico me di cuenta de que lo mejor era devolverla a los nuevos propietarios», confiesa Ignacio, cuyo gesto ha sido correspondido por Ignacio, el dueño de la nueva Villa Maya, con una antigua baldosa del suelo hidráulico que tenía la vivienda de Smerdou.
«Desde que estamos viviendo aquí han sido muchas las personas que al vernos salir o entrar en la nueva casa nos han saludado y nos han hablado del pasado de este lugar. Se han alegrado de que hayamos puesto las placas originales en la entrada», apunta este ingeniero de telecomunicaciones, quien recuerda que su intención primera fue conservar en lo posible fachadas de la casa original, que no contaba con protección, y ampliarla hacia la zona posterior. Sin embargo, al superar los parámetros establecidos para lo que está considerado legalmente como rehabilitación de un edificio, el Ayuntamiento les instó a presentar un proyecto de nueva construcción que implicaba el derribo de la vivienda.
Este viernes, el Área de Cultura del Ayuntamiento inaugurará en su fachada una placa para perpetuar un pasado que Ignacio Krauel tiene todavía muy fresco en su memoria gracias a sus numerosas conversaciones con Porfirio. «Lo conocí desde que era muy joven, mi suegra era como una hermana para él. Casualidades de la vida, cuando me casé con su sobrina nieta terminamos viviendo en una casa situada justo frente a Villa Maya, y llegamos a tratar a Joaquina, su última inquilina», relata Ignacio quien remarca que le dio «mucha pena» que derribaran la vivienda original de la parcela, aunque confiesa que «tal vez a la postre haya sido lo mejor». Este miembro de la familia Krauel lamenta que, a raíz del derribo, «mucha gente se ha apuntado al carro» de esta historia. «Eso a Porfirio no le habría gustado. Creo que ha habido cierto oportunismo por parte de algunos grupos políticos y algunas personas. ¿Por qué no saltaron antes todos lo que han saltado ahora?«, afirma este vecino, quien no entiende por qué, durante tantas décadas, ninguna administración pública o institución hizo algo por mantener en pie la memoria de lo que pasó en Villa Maya. »¿Por qué se ha esperando tanto?«, añade.
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Porfirio ocupó el consulado honorario de México en Málaga desde 1931 y, como gozaba de buenas relaciones con las autoridades republicanas, se dedicó a proteger a personas que, por su identificación social e ideológica con los partidos derechistas, corrían peligro. Así, se esforzó en obtener pasaportes y salvoconductos para varios cientos de malagueños y sus familias. Al mismo tiempo, acogió en Villa Maya, la casa en la que residía como inquilino, a un grupo de hasta sesenta refugiados, a los que protegía aplicando un peculiar derecho de asilo con la complicidad del gobernador civil. Se estima que unas 580 personas de ambos bandos se beneficiaron de su intervención.
«También ayudó a mucha gente del bando republicano, pero a esos no los escondió en Villa Maya, sino en otros sitios. Yo sé algunos lugares pero no los quiero decir», añade Ignacio Krauel, quien define al cónsul como «un ave libre» que siempre procuraba hacer el bien. Al menos su recuerdo sigue en pie en uno de los escenarios en los que realizó su hazaña.
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