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Aquí hay piezas muy valiosas, pero ninguna está asegurada en millones de euros ni tiene a un artista famoso firmando en una esquina. Pese a ello, el público no deja de hacerse fotos de manera compulsiva con esta colección. De hecho, sin un móvil o una cámara no es recomendable visitar el nuevo Museo de la Imaginación de Málaga porque llevarse la recompensa de un buen puñado de imágenes impactantes es parte fundamental del recorrido por este centro que, en poco más de cuatro meses, ya ha recibido en sus salas a más de 5.000 personas. «Estamos en el Soho, cerca del casco antiguo, aunque no en primera línea, pero la respuesta del público ha sido formidable, no solo de turistas como esperábamos, sino también de malagueños que son mayoría», explica Mariya Grynchak, directora de comunicación de esta iniciativa que se ha abierto un hueco en la oferta de la Málaga de los museos con su singular colección.
Colección Juguetes, dibujos, artilugios y escenarios que juegan con la ciencia, los sentidos y la percepción del cerebro.
Precios Niños (7 a 15 años): 5 euros; adultos: 10 euros. Menores de 7 años, gratis.
Lugar y horario Calle Martínez Campos, 13, Soho, Málaga. De lunes a domingo, de 10 a 22 horas.
Ver, oír y tocar son los elementos que hacen diferente este Museo de la Imaginación que mezcla ciencia e ilusionismo con un carácter divulgativo y lúdico a través de cuatro salas distribuidas en 450 metros cuadrados. En la primera, la ciencia es la protagonista con toda una colección de piezas y juguetes que ponen en entredicho la razón y la percepción visual con la aplicación de leyes físicas. Como el disco de Euler y su aceleración cuando en teoría pierde energía al rotar, los giroscopios de inducción magnéticas que son capaces de suspenderse en el aire, las imágenes duales que se convierten en un perro o un gato dependiendo de si las vemos al derecho o al revés, o las ilusiones anamórficas que engañan a nuestro cerebro para que veamos un objeto en 3D cuando realmente está dibujado en una superficie plana.
La estrella de la sala científica es el Cubo de Espejos donde solo cabe una cabeza. «Primero es sorprendente al aislarte del sonido exterior y después permite verte por todas partes con perspectivas que no imaginabas... de hecho, algunos salen impactados porque descubren que se están quedando calvos», explica con humor Mariya Grynchak, que nos conduce a continuación a la segunda sala, la de las sombras, una pequeña estancia en la que la linterna del móvil se convierte en protagonista al permitirnos dibujar con luz sobre la pared.
A partir de esta última instancia, ya es difícil soltar el teléfono en el Museo de la Imaginación. Desde luego, se puede llamar a alguien para contarle lo que vemos, pero lo indicado es usar la cámara del móvil para inmortalizar escenas imposibles. Como la niña que posa para su madre mientras saca de paseo a un dragón, el joven que arruga la cara para darle un pase bravo a un toro, el hombre que no puede dejar de reír mientras le hurta su 'tesoro' al mismísimo Golum o la madre que sonríe a la cámara de su hija mientras se bate en duelo a espada láser con el mismísimo Darth Vader. «Esta es la sala de Instagram, porque todo el mundo se lleva una colección de fotos tan espectacular que no tarda en subirlas a redes sociales», explica Grynchak, que añade que una de las atracciones de este bloque es el sofá que permite sentarte cómodamente con el tronco separado de resto del cuerpo.
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«Vimos algún museo como éste en Europa y nos encantó, pero en España no hay nada parecido así que decidimos crearlo cuando nos instalamos en Málaga», señala el emprendedor ucraniano Slava Bredikhim que, junto a Ana Lykova, llegó hace dos años a la capital y buscó el espacio ideal hasta que encontró en el Soho un local con la suficiente amplitud para esta iniciativa que fusiona lo científico, lo educativo y la diversión.
Un carácter lúdico que se pronuncia todavía más en la última sala, donde los trucajes del cine y el ilusionismo toman protagonismo. Como las estancias de una casa al revés, que permiten caminar por el techo o sentirse como el mismísimo Spiderman. Tampoco falta la Habitación de Ames, el experimento creado por un oftalmólogo que juega con las ilusiones ópticas y (de)muestra como allí dentro un niño de 5 años puede parecer a simple vista más alto que su propio padre. Mientras, muy cerca, una chica no puede dejar de levitar. Como en las películas. Y una vez que tiene la foto, vuelve a poner los pies en el suelo. Le quita el móvil a su madre, ve la imagen que le ha hecho de su vuelo y le falta tiempo para colgarla y esperar la respuesta de sus amigas.
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Julio Arrieta, Gonzalo de las Heras (gráficos) e Isabel Toledo (gráficos)
Jon Garay e Isabel Toledo
Daniel de Lucas y Josemi Benítez (Gráficos)
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