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Sergio Yebes Baena, Pablo Flores Fernández, Cristina Rodríguez Cabrera, Francisco José Jiménez Leiva, Susana Abbate Chica, Marta Núñez Jiménez-Bravo, María Campos Rodríguez, Diana Ruiz Páez, Paula Alcaraz García, Inés Cuevas Rodríguez y Paloma Spinola Real.
Jóvenes extraordinarios

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Trece estudiantes malagueños, premiados por conseguir la máxima nota en Secundaria, con una media de diez en los cuatro cursos

Francisco Gutiérrez

Viernes, 9 de diciembre 2016, 00:17

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El esfuerzo nunca es estéril y al final tiene su recompensa. Lo saben bien los 13 jóvenes malagueños que han sido premio extraordinario de Secundaria por sus excelentes notas. Una media de 10 en su expendiente significa que han sacado la nota máxima en todas las asignaturas y en los cuatro cursos de la ESO. Y no ha sido un regalo. Todo lo contrario: los profesores han sido con ellos igual de exigentes que con el resto de sus compañeros.

Málaga ha sido la provincia andaluza con más estudiantes con premio extraordinario, un total de 13 en esta última convocatoria, la del curso 2015/16, seis de centros públicos y siete de institutos concertados o privados. Aunque no tiene ninguna recompensa económica, sí aparece en su expediente y para ellos supone «un orgullo y un reconocimiento al trabajo», señala Francisco José Jiménez, que estudia en el IES Litoral.

Un premio al que ninguno de ellos se presentó, puesto que son los respectivos centros los que envían el expediente de los alumnos a la Consejería de Educación. «¡Ni siquiera sabía que existiera este premio!», dice Ángeles Pérez, del IES Guadalpín de Marbella. A Ángeles Rueda, del IES Serranía, la noticia le llegó a Canadá, donde está estudiando con una beca de la Fundación Amancio Ortega. «Me avisó la directora por un mensaje de Whatsapp y luego me llamaron mis padres. Ha sido una gran alegría recibir una noticia así estando tan lejos», afirma.

El premio les ha llegado fruto del trabajo y el esfuerzo diario. Paula Alcaraz asegura que «siempre me ha gustado sacar buenas notas», mientras que para Cristina Rodríguez, del Mar de Alborán, estudiar «ha sido como una terapia, fue mi refugio a otros problemas, pensé que era lo que mejor se me daba y me centré en los estudios». Pablo Flores, de El Romeral, no encontró mucha dificultad en los estudios, y a lo que más le costaba, como Historia, dedicaba más tiempo, con lo que al final el resultado también era sobresaliente. Y María Campos, que ha estudiado en Los Olivos, se muestra muy pragmática: «En primero de ESO me encontré con el 10, y pensé que si podía conseguir esa nota, ¿por qué no intentarlo?». Sergio Yebes, del Santiago Ramón y Cajal, dice que le gusta «superarme, dar lo mejor de mí mismo y, si puedo, alcanzar el 10». Para Francisco José Jiménez «es una motivación hacer las cosas lo mejor posible».

Tras su paso por la ESO, ahora se encuentran estudiando primero de Bachillerato, la mayoría en el mismo centro, aunque algunos han tenido que cambiar de instituto. Es lo que le ha sucedido a Paula Alcaraz, que ha pasado del Christine Picasso al Santa Rosa de Lima: «El cambio me ha costado bastante, acostumbrarte a nuevos profesores y compañeros, además de al Bachillerato, se hace complicado», dice. También ha cambiado de instituto Inés Cuevas, del San Patricio al Mare Nostrum: «Acostumbrarte a los nuevos profesores es lo más complicado», asegura esta joven, que se considera una «perfeccionista» y por esto intenta hacer los mejores exámenes y trabajos.

Más exigente

Susana Abbate, de las Trinitarias, asegura que en la ESO no iban agobiados, pero que ahora «te encuentras con un examen de cuatro temas de Anatomía, y hay que saber organizarse». Algo en lo que coincide Sergio, que apunta que «se empieza a notar una mayor exigencia». Por esto, la clave del éxito estará, apunta Paula, en la constancia: «Si te organizas bien, al final hay tiempo para todo, para estudiar y para divertirte». Algo en lo que coincide Marta Núñez, del Santa Rosa de Lima: «Con regularidad y esfuerzo se puede llevar todo bastante bien».

Y sí, parece que son organizados y que estas buenas notas no les tienen encerrados en su habitación entre montañas de libros. Todos practican algún deporte, estudian idiomas, música o baile. Cristina tiene una larga lista de actividades extraescolares: inglés, francés, ballet, jazz, claqué y baile latino. El atletismo es cosa de las chicas y el baloncesto lo practican los dos sexos. Francisco José juega al fútbol con el Puerta Blanca, entrenando tres días a la semana y jugando cada fin de semana. «Me sirve para desestresarme», afirma. Diana Ruiz, de las Trinitarias, practica baloncesto, y durante el fin de semana prefiere salir con los amigos. Como cualquier otra chica de su edad y como hacen todos sus compañeros premiados, que tienen en el cine, la lectura pero, sobre todo, salir con los amigos, su principal dedicación del tiempo libre.

El inglés es el idioma mayoritario, con niveles B2 e incluso C1 muy avanzado, que estudian por la tarde. No extraña entonces que, cuando se les pregunta por sus opciones de futuro, la mayoría respondan que se ven estudiando o trabajando fuera. Ángeles Pérez sostiene con seguridad que se irá fuera de España, y que el país que más le gusta es Estados Unidos. Aunque la carrera, Arquitectura o Medicina, le gustaría estudiarla en Madrid o Barcelona.

Son mayoría los que se han inclinado por el Bachillerato de Salud. Algunos, como Paula, Marta, María, Francisco José Jiménez o Cristina, tienen claro que lo suyo será la Medicina. Paloma Spínola, del Cerado de Calderón, dice en cambio que, aunque está en Salud, «aún no tengo claro qué estudiaré en la universidad». Ángeles Pérez se debate entre Medicina y Arquitectura. Porque, eso sí, todos van para universitarios. Sergio está pensando en Física, aunque también se atrevería con un doble grado, el de Física y Matemáticas, una de las titulaciones más exigentes a nivel nacional. Susana e Inés se decantan por alguna carrera de laboratorio, como Biología o Química, y Pablo prefiere algo relacionado con las ingenierías.

Aventureros

Para esta joven generación no existen las fronteras, el idioma no es una barrera y Málaga e incluso España se les quedan pequeñas. Por esto a la mayoría le gustaría trabajar fuera, al menos algunos años, y a otros incluso estudiar en otros países. Cristina piensa examinarse para ir a una universidad de Estados Unidos. A María, en cambio, EE UU no le gustó. Estuvo con la beca de Unicaja y ahora preferiría Australia. Paula se plantearía «si pudiera» estudiar en EE UU. A Pablo también le gustaría estudiar en el extranjero y Sergio, que quiere dedicarse a la investigación, tiene asumido que tendrá que irse fuera.

Su juventud no está reñida con las inquietudes políticas y sociales. Todo lo contrario. Se muestran preocupados por la situación política, la crisis económica o las desigualdades sociales. Les preocupa el medio ambiente y el cambio climático. Cristina lamenta que «una mujer no cobre el mismo salario que un hombre, haciendo el mismo trabajo» y a Susana que la sociedad sea cada día más individualista. Con su esfuerzo y trabajo serán capaces de construir un futuro mejor.

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