
Cuatro escapadas por Andalucía a las que querrás llevarte una botella de vino
Andalucía tiene muchos rincones idóneos para hacer una escapada en la que combinar cultura, deporte y sol con agradables noches en las que poder disfrutar de un vino a la luz de las estrellas

Con cerca de 3.000 horas de sol al año, Andalucía es uno de los destinos favoritos de los turistas nacionales e internacionales, y no sólo durante el verano. La oferta va mucho más allá del sol y playa e incluye deporte, cultura, naturaleza y mucho más. Esta diversidad ha permitido extender la temporada turística a los 12 meses del año. La noche es también uno de los atractivos de esta tierra, con muchos lugares estratégicos, alejados del mundanal ruido, que te permitirán disfrutar de un cielo estrellado en todo su esplendor. Y si es con una copa de un vino íntimamente relacionado con las estrellas como Celeste Crianza, aún mejor.
Cada una de las ocho provincias andaluzas tiene mucho que ofrecer. Te proponemos una ruta que va desde las salinas de Chiclana a los pueblos más altos de la Península, situados en la Alpujarra granadina. Después viajaremos a Úbeda y Baeza, Patrimonio Cultural de la Humanidad por sus conjuntos monumentales renacentistas, y terminaremos en el mismísimo centro de Andalucía para conocer Antequera. Abre tu botella, el viaje empieza ya.

La sal fenicia y el pescado de estero
De sobra son conocidas para muchos las playas de Chiclana de la Frontera (Cádiz). La Barrosa y Sancti Petri atraen a más de 235.000 personas cada verano, que triplican la población permanente según datos del ayuntamiento. Pero esta localidad, que a lo largo de la historia ha sido lugar de descanso de la burguesía de la capital, tiene mucho más que ofrecer a los visitantes. Ubicada en un extremo de la Bahía de Cádiz, sus marismas fueron transformadas en salinas hace alrededor de 3.000 años. Desde que los fenicios hicieron aquella proeza, Chiclana convirtió la sal en una de sus señas de identidad.
En la actualidad, se puede pasear por las salinas y los esteros, pequeños estanques que se forman en sus inmediaciones y que se emplean para criar unos peces que cada vez ganan más peso en la gastronomía local. Desde el mismo centro de la ciudad se pueden realizar dos rutas, a pie o en bicicleta, por las salinas ubicadas en ambas márgenes de la desembocadura del río Iro. También se puede visitar la Salina de Carboneros, en la carretera que lleva a la playa, donde aves migratorias como los flamencos dibujan increíbles paisajes a los visitantes.
Otro atractivo de estas rutas es cómo se ha cuidado el entorno natural. No existen en ellas instalaciones de luz artificial que entorpezcan la vista de las estrellas y eso las convierte en un lugar privilegiado para observar el firmamento durante todo el año. Una profunda conexión entre cielo y tierra que recuerda a los viñedos de Celeste Crianza, de la DO Ribera del Duero, que se ubican a 895 metros de altura sobre el nivel del mar, en la localidad vallisoletana de Fompedraza, en la comarca del Campo de Peñafiel. Otra recomendación nocturna para maridar con una copa de vino son los siete puntos mágicos de Chiclana, como se denominan los miradores que ofrecen las vistas más espectaculares. Uno de los más espectaculares es el de la Loma del Puerco, que, además de recordarnos la historia de la batalla contra las tropas napoleónicas que se libró allí en 1811, ofrece una panorámica única de la playa de La Barrosa.

La Alpujarra, naturaleza y patrimonio
Las provincias de Granada y Almería se reparten ese gran tesoro de la naturaleza que es la Alpujarra. Esta comarca, ubicada en la falda sur de las cumbres de Sierra Nevada, alberga los pueblos situados a más altitud de la Península, con Capileira en la cima de todos ellos. Se trata de la Alpujarra Alta, donde destacan las inmediaciones del río Poqueira y el barranco del mismo nombre. Comenzamos la ruta en Lanjarón, conocido por el agua embotellada a la que da nombre y puerta de entrada a la zona. Ubicado en el parque nacional de Sierra Nevada, alimenta sus manantiales con la nieve que se derrite en las cimas. La fama de sus aguas se inició a finales del siglo XIX, cuando se comenzó a construir el balneario, aunque sus propiedades medicinales ya habían sido descubiertas un siglo antes. Hoy en día sigue siendo un lugar de retiro para quienes quieren pasar unos días de relax.
Una vez que dejamos atrás Lanjarón, nos dirigimos a los tres pueblos más singulares de la Alpujarra, los que forman el conjunto histórico artístico del barranco de Poqueira: Pampaneira, Bubión y Capileira. Allí, además de unos paisajes que combinan el verdor de la naturaleza con el blanco y el terrizo de las cumbres nevadas, las viviendas tradicionales completan la estampa con sus técnicas para adaptarse a terrenos escarpados, sus chimeneas coniformes y los singulares adornos de sus fachadas, puertas y balcones. Otro de sus atractivos ineludibles son los miradores de Capileira, ubicado a 1.400 metros sobre el nivel del mar, que permiten ver toda la sierra a sus pies, incluso el Mediterráneo y África más allá en los días despejados, así como unas increíbles vistas hacia las dos cumbres de la Península que le hacen de escolta: el Mulhacén y el Veleta.
Mientras en el Veleta, cuarta cumbre de España, se encuentran las pistas de esquí más altas de la estación de Sierra Nevada, reservadas para los más expertos, el Mulhacén ofrece en su ladera sur un hermoso ascenso al pico más alto de la Península. A pie, a caballo o en bicicleta de montaña, esta subida es especialmente recomendable en verano, cuando apenas queda nieve en algunos neveros. Es posible reservar plazas para pasar la noche en el refugio de montaña de Poqueira o en el vivac junto a la laguna de la Caldera. Es la fórmula ideal para hacer una excursión inolvidable y poder disfrutar, al llegar la noche, de una botella de vino con la única compañía de las estrellas.
El Renacimiento escondido de Jaén
En el mismo centro de la provincia de Jaén se sitúan dos hermosas ciudades, desconocidas del gran público hasta que fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2003. Rodeadas de joyas de la naturaleza como la sierra de Cazorla, donde nace el río Guadalquivir, y por campos de olivos que alfombran los paisajes, ambas vivieron de forma paralela el paso del Imperio romano y la ocupación árabe hasta su reconquista por Fernando el Santo en el siglo XIII.
Como dos hermanas celosas que no dan un paso sin ver lo que hace la otra, Úbeda y Baeza entraron juntas en el Renacimiento y vivieron en esa época su mayor esplendor. Quizá fue esa sana rivalidad la que hizo que ninguna creciera demasiado, y hoy, Úbeda con unos 35.000 habitantes y Baeza con cerca de 16.000, rememoran las glorias de su pasado gracias a los grandes monumentos que aquella etapa dejó como legado. Úbeda, como capital de la comarca de La Loma, constituye un vibrante centro comercial, universitario y financiero donde sobresale su glorioso pasado en forma de más de 250 palacios y casas hidalgas construidos entre los siglos XVI y XVIII. De obligada visita también son la plaza Vázquez de Molina, auténtico centro de la ciudad renacentista, con edificios como la Sacra Capilla del Salvador, el palacio de las Cadenas, sede del Ayuntamiento, y la iglesia de Santa María de los Reales Alcázares. Ya de noche, un lugar ideal para ver las estrellas en una velada romántica es la antigua cañada real de El Paso, tradicional camino de pastores durante la trashumancia, hoy convertida en parque.
A tan sólo diez kilómetros de su hermana mayor, se encuentra Baeza. No le faltaban recursos, gracias a sus cultivos de olivos, vid, cereales y otros, acompañados de la ganadería, que la hicieron duplicar su población en la primera mitad del siglo XVI. De aquella maravillosa etapa, que llegó hasta inicios del XVII, data la plaza del Pópulo, donde se encuentran la casa del mismo nombre, la Antigua Carnicería, la fuente de los Leones, la puerta de Jaén y el arco de Villalar. También de obligada visita son la antigua universidad y el palacio de Jabalquinto. Más destacada aún es la plaza de Santa María, adornada por la fuente del mismo nombre y presidida por la catedral de la Natividad de Nuestra Señora, frente al seminario de San Felipe Neri. Para despedir la jornada con una copa de vino, te recomendamos buscar un punto en el paseo de las Murallas desde el que disfrutar de la puesta del sol entre los olivares de Jaén.
Antequera, nudo de comunicaciones
En Andalucía, todos los caminos llevan a Antequera, o al menos lo parece, y es que en esta población malagueña se cruzan las autovías que unen las capitales de Granada, Córdoba, Sevilla y Málaga, las vías de alta velocidad, que tienen parada en la ciudad, y otra vía férrea de gran importancia para la economía española: el corredor Mediterráneo, aún en construcción, que unirá Algeciras con Europa por la costa española.
Pero lo que nos lleva a esta ciudad no es la facilidad para llegar, sino su atractivo turístico. Puedes optar por los restos arqueológicos, con los dólmenes de El Romeral, Menga y Viera, increíbles monumentos funerarios con más de 4.000 años de antigüedad. Sin olvidar las termas romanas, la Alcazaba y el arco de los Gigantes. También encontrarás numerosas iglesias y algunos conventos de gran interés, además de edificios civiles como el palacio de Nájera, sede del museo de la ciudad.
El tiempo se nos va a acabando, quizá un paseo de última hora para ver la puerta de Málaga, la de Granada y la de Estepa, tan diferentes entre sí y tan bellas. Vamos buscando un lugar para ver el último anochecer de este viaje, nos debatimos entre varios miradores: ¿Michael Hoskin, junto al arco de los Gigantes y con vistas a la peña de los Enamorados? ¿Quizá el de la Niña de Antequera? Hermosos, sí, pero al final optamos por subirnos al coche para ir al observatorio astronómico de El Torcal, un entorno inigualable, sin luz, en el que disfrutar de las estrellas a simple vista o con telescopio. ¿Se puede pedir más? Quizá una copa de Celeste Crianza para acompañar.
