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Álvaro Bermúdez trabaja en dos turnos, comidas y cenas. Los lunes y martes, salvo excepciones, descansa. Como en la hostelería, pero sin ser camarero ni cocinero. Él es músico. «Y hago terrazas», explica. Desde que el Ayuntamiento de Málaga pusiera fin a los puntos autorizados para las actuaciones callejeras en el centro de la ciudad, poco antes de la pandemia, los artistas han ido buscando otros escenarios en la vía pública donde ganarse la vida con el instrumento. Álvaro lo ha encontrado hacia el este, frente a los restaurantes del paseo marítimo de Pedregalejo, «en zonas por donde no pasa la policía». Allí despliega su catálogo de clásicos del rock, desde Dire Straits a Santana, con su guitarra eléctrica y un pequeño amplificador. «Pero siempre mirando por encima del hombro, medio asustado», reconoce. La situación está a punto de cambiar.
Después de tres años de bloqueo, el Ayuntamiento de Málaga y los músicos callejeros buscan una solución consensuada entre artistas, vecinos y policía que garantice el derecho al descanso de unos y el trabajo de otros. Una actividad que ya está siendo regulada por el Puerto de Málaga, que esta semana ha publicado sus normas para autorizar el arte en vivo, y que funciona con normalidad desde hace años en Torremolinos, Nerja, Ronda, Marbella y Fuengirola. Estos cuatro municipios, enclaves con una elevada afluencia de visitantes, entendieron tiempo atrás el potencial de la música como dinamizador de los negocios y como ambientación especial para el turista. Pero bajo dos premisas básicas: no molestar y ofrecer calidad. A partir de ahí, cada municipio lo organiza a su manera.
La realidad de la capital es más compleja, por las propias dimensiones de la ciudad y por el alto nivel de ruido que afecta a buena parte del Distrito Centro y a todo el Centro Histórico. Tras un intento fallido de organización que se quebró definitivamente a finales de 2019, el pasado abril volvieron a sentarse a la mesa representantes de Medioambiente y Cultura con el presidente de LAFAMA (Federación de Asociaciones de Movimientos Artísticos), Pedro López Reyes, y varios artistas. Aquel encuentro demostró la voluntad de avanzar en la ordenación de la actividad y sirvió para fijar varios acuerdos de partida: el horario de actuación será de 11:00 a 14:00 horas y de 18:00 a 21:00 horas; y en las calles declaradas Zona Acústicamente Saturada (ZAS), las más golosas del centro, solo se permitirán instrumentos acústicos. En el resto, se evitará en lo posible el uso de amplificación y, en todos los casos, no se podrá tocar más de dos horas seguidas, con media hora de inactividad entre actuación y actuación.
Para la próxima reunión, a la espera de fecha tras las elecciones y la configuración del nuevo Gobierno local, quedan pendientes dos asuntos claves. Por un lado, el modo de organizarse. Una de las fórmulas que se barajan es que LAFAMA otorgue la autorización a los músicos que cumplan con los requisitos de calidad y respeto a las normas. La asociación comunicaría ese censo de artistas a Medioambiente y Policía local, y solo el titular de una autorización podría tocar en las ubicaciones aptas para la actividad callejera. Alrededor de 20 artistas acudieron el pasado martes a una asamblea informativa convocada en La Nave para empezar a recabar datos sobre los miembros de este colectivo.
Pero también se puede optar por una aplicación más abierta. Cuando en 2018 se fijaron quince localizaciones para actuar en la calle, la ocupación era libre para cualquier músico, siempre y cuando se ajustara a los horarios, los decibelios y los tiempos de descanso marcados. El conocimiento de esas reglas se acreditaba de forma simbólica con un carné que expedía LAFAMA, pero tenerlo no era obligatorio. En aquel momento, los artistas se organizaban entre ellos y se alternaban en la ocupación de los lugares designados para la música. No obstante, con el paso de los días, las quejas de vecinos y comerciantes fueron reduciendo poco a poco las ubicaciones permitidas hasta dejarlas a cero a finales de 2019.
Y de ahí se deriva la siguiente cuestión en discordia de la negociación: dónde se podrá tocar. Los músicos presentaron al Ayuntamiento un ambicioso mapa de la música con hasta 101 ubicaciones. Por primera vez, la demanda de este colectivo no se limita al centro de la ciudad (donde aún así solicitan medio centenar de lugares) y se amplía a los barrios, con un circuito de arte en la calle que incluye a Bailén-Miraflores, Cruz de Humilladero, zona Este, Carretera de Cádiz y Puerto de la Torre. Cultura y Medioambiente están ahora en la tarea de analizar punto por punto con los responsables de los distritos, pero ya pusieron sus condiciones. Así, por ejemplo, desaconsejan ubicar actuaciones junto a zonas de acceso a hoteles o frente a centros comerciales de titularidad privada sin el consentimiento de esos espacios. Además, se eliminan directamente localizaciones como la entrada al Ayuntamiento y la zona adyacente al recinto Eduardo Ocón por el uso intensivo de este espacio para actividades culturales. Y advierten de que de las cuatro zonas señaladas en la Alameda Principal, solo se admitirán dos. Con el listado definitivo de zonas y músicos consensuado entre las partes, tocar un violín o escuchar versiones pop a la guitarra dejará de ser ilegal en Málaga ciudad.
En el Puerto de Málaga han sido más diligentes. Apenas dos meses han tardado en publicar una instrucción que marca las pautas del arte en vivo en el Palmeral de las Sorpresas, después de que el 1 de agosto pusieran coto a las actuaciones «incontroladas» de los últimos meses. La Autoridad Portuaria concederá autorizaciones de carácter anual a los artistas en dos turnos (mañana y tarde) y en ocho localizaciones del paseo: cuatro dedicadas a música y otras cuatro sin sonido. Para legalizar al máximo esta actividad, el artista deberá contar con un seguro de responsabilidad civil y tendrá que abonar tasas por valor de 258,88 euros al año (21,58 euros al mes), además de una fianza de 313,23 euros (la totalidad de las tasas más el IVA correspondiente). Unas condiciones que ya han despertado recelos entre el colectivo, que las consideran excesivas para una actividad que, como se especifica en la instrucción del Puerto, no podrá realizarse «a cambio de contraprestación económica (sin perjuicio de las cantidades que voluntariamente a modo de donativo puedan aportar los viandantes)».
Pero en la provincia hay municipios que llevan años conviviendo de forma regular con la música en la calle. En Ronda, por ejemplo, el Ayuntamiento autoriza la ocupación de seis espacios en sitios emblemáticos y con gran afluencia turística. Por ellos se turnan once músicos de la Asociación Ruta Musical de Ronda, fundada hace ya ocho años: desde una arpista a un saxofonista, pasando por un director de orquesta que toca la guitarra. Una propuesta de música ambiente y acorde con el espacio que busca ofrecer un aliciente al visitante y «dignificar» al artista callejero, asegura la presidenta Leticia Prados. Los músicos abonan por adelantado al Ayuntamiento las tasas, a razón de 3 euros por día, a partir de un cuadrante trimestral que elaboran con el nombre del artista que cada hora ocupa cada lugar. De momento, el cupo está cerrado y para entrar en este recorrido –preferentemente residentes en Ronda– hay que esperar a que quede una vacante.
Tres euros al día es lo que se cobra también en Nerja, con una larga tradición ya de música callejera. Once artistas están autorizados para actuar en sus seis emplazamientos, con el Balcón de Europa y la plaza de los Cangrejos como localizaciones predilectas. En la mayoría de los casos, son actuaciones no amplificadas, a modo de hilo musical. Los titulares de los permisos se organizan con un cuadrante que se envía a la Policía Local para que pueda confirmar que se cumple la normativa. Entre enero y marzo, se abre la convocatoria para quien quiera tocar en las calles de Nerja, pero tendrán preferencia quienes ya tienen plaza.
Hasta 25 músicos callejeros están registrados en Torremolinos. Empezaron siendo diez cuando en 2016 se convocó el primer cásting para impulsar un pequeño circuito de la Carihuela a la calle San Miguel, pero las consecuencias de la pandemia desbordaron el sistema. La falta de conciertos hizo que muchos músicos encontraran en la calle su única fuente de ingresos, lo que multiplicó por cuatro el número de solicitudes. Y el Ayuntamiento les tendió la mano: unos 40 artistas se registraron para sortear la parálisis del sector. Ahora algunos han vuelto a los escenarios o se han reincorporado al oficio previo al coronavirus, pero 25 continúan en 18 localizaciones distribuidas entre la playa y el centro. «Demasiados», dicen fuentes del Consistorio. Por eso el Ayuntamiento estudia ahora convocar un nuevo cásting y profesionalizar la actividad con el cobro de unas tasas y una regulación que forme parte de la ordenanza de vía pública.
También en Marbella barajan un cambio de fórmula. De momento hay diez artistas autorizados en siete enclaves del casco antiguo, un sistema que se implantó hace seis años para dinamizar la actividad comercial en el centro. De hecho, son los propios comerciantes los que tienen que solicitar una ubicación de música callejera en las proximidades de sus negocios. Ahora se buscará un equilibrio entre ese objetivo, que ya consideran cumplido, y el descanso de los vecinos. Una medida que probablemente se traduzca en una reducción de las zonas aptas para la música en vivo.
En Fuengirola optan por sacar a principios de año un número determinado de licencias para diferentes actividades callejeras (cinco para músicos), que podrán usar de forma temporal nueve espacios habilitados.
En el resto de grandes municipios, la música callejera no tiene una regulación específica y está prohibida –al mismo nivel que la venta ambulante, las actividades ruidosas o los gritos en la vía pública– salvo autorización expresa por alguna festividad o evento especial. Vulnerar las ordenanzas municipales se pena con una multa y la retirada del instrumento durante al menos dos semanas. ¿Por qué entonces seguir saliendo a la calle? «Uno se lo plantea…», reconoce Álvaro Bermúdez. Pero, tras pensarlo, continúa: «Detrás de lo que hago he invertido mucho tiempo y esfuerzo. Y me gusta lo que hago, es gratificante».
Torremolinos
Ubicaciones: 18 puntos autorizados repartidos entre la playa y el centro de la ciudad.
Artistas: 25 músicos. En la pandemia, llegaron a ser 40.
Organización: Se hacen unos cuadrantes y van rotando por los diferentes espacios.
Marbella
Ubicaciones: Siete en el casco antiguo del municipio.
Artistas:10 músicos.
Organización: Son los propios comerciantes quienes solicitan tener animación callejera.
Ronda
Ubicaciones: Seis espacios aptos para la música en sitios emblemáticos del pueblo.
Artistas: 11 músicos.
Organización: Forman parte de la Asociación Ruta Musical de Ronda. Con un cuadrante, pagan cada trimestre por adelantado una tasa de 3 euros al día.
Nerja
Ubicaciones: Seis.
Artistas:11 músicos.
Organización: Funcionan también con cuadrante que se facilita a la Policía Local para un mejor control y abonan una tasa de 3 euros al día.
Fuengirola
Ubicaciones: Nueve en total, pero su funcionamiento depende del día de la semana.
Artistas: Se conceden 18 permisos para actividades en la calle, pero solo cinco son para músicos. El resto son pintores, fotógrafos, actuaciones infantiles y otras actividades no artísticas.
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