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Martí Ferrer
Mi casa, mi fortín

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Cámaras, botón del pánico, servicio de custodia de llaves, de acompañamiento... Las alarmas del hogar ya no son lo que eran

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Martes, 20 de octubre 2020, 19:08

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Pepa se quedó viuda el pasado mes de mayo. Desde entonces vive sola con su perrito 'Zuri' en un piso del centro de San Sebastián. «De siempre ha sido muy miedosa, de esas que le dan tres vueltas a la llave y pone todos los pasadores a la puerta», así que sus hijos decidieron que lo mejor sería contratar un servicio de alarma entre los tres hermanos para que la mujer viviese más tranquila. «Estuvimos dándole muchas vueltas porque tampoco sabíamos muy bien si realmente le iba a ser de utilidad o si le resultaría todavía más lío eso de tener que estar pendiente de conectar y desconectar el aparatito cada vez que salía de casa», confiesa su hija Begoña.

Casi cinco meses después, está «encantada» con la decisión de sus hijos. «Pero no solo por la alarma sino por el tema de la cámara, que no sabía yo que ahora había estas cosas tan modernas», explica entre risas esta donostiarra de 75 años. Pepa se refiere a uno de los dispositivos que tiene instalado en el salón de su vivienda y que no solo graba lo que ocurre en el interior de la casa en tiempo real sino que también le permite hablar con sus hijos. «A nosotros nos da mucha tranquilidad porque podemos verla y comunicarnos con ella en cualquier momento del día o de la noche. Se vale por sí misma sin mayor problema, pero como es diabética es una manera de sentirnos más seguros, tanto ella como nosotros», precisan sus hijos. «¡Y también me vale para ver qué hace 'Zuri' cuando le dejo solo en casa!», se apresura a añadir Pepa, a la que no le ha quedado «más remedio» que ponerse al día en esto de las nuevas tecnologías desde el confinamiento.

Los estudios de mercado realizados por las empresas del sector confirman que la seguridad es todavía el principal motivo por el que se contrata una alarma, pero también admiten que cada vez son más los clientes que recurren a este tipo de medidas de protección «atraídos por otros servicios y no solo por el carácter disuasorio de una placa de alarma en la puerta de casa», explica un portavoz de la Asociación Española de Empresas de Seguridad (AES).

«Las posibilidades que ofrecen hoy en día los sistemas de alarma para los hogares son múltiples y cada cliente puede determinar para qué le interesa usarlos. Desde el principal de evitar que te entren a robar al servicio de custodia de llaves, cámaras bidireccionales, botón del pánico o incluso una opción similar a un acompañamiento», enumera César Cogolludo, director de Márketing de Movistar Prosegur Alarmas, una de las empresas líderes en el sector.

Tarifa plana, como los móviles

Aunque España no es un país especialmente preocupado por la seguridad en los hogares –el índice de penetración del mercado de alarmas es del 11%, la mitad que en Estados Unidos, por ejemplo–, las compañías del sector han detectado en los últimos meses un cambio de necesidades en el perfil de los clientes. «La gente no es que quiera vivir más protegida, lo que quiere es vivir más tranquila y este matiz es importante. No se trata de que tengas miedo de que te entren a robar si no de que sepas que si te dejas las llaves dentro, una persona se va a acercar a tu casa y te va a abrir la puerta sin que tengas que llamar a un cerrajero. O que si te vas a andar en bici o al monte y tardas más de lo previsto en regresar te llamen para comprobar que está todo en orden», señala César Cogolludo.

El sistema de contratación de este tipo de servicios es similar al que ofrecen las compañías de teléfonos móviles. «Hay empresas que cobran la cuota de alta e instalación, unos 300 euros aproximadamente; otras que exigen una permanencia mínima de entre 24 y 36 meses; y otras que cobran una tarifa plana –unos 45 euros al mes de media– por un paquete básico sin necesidad de que el cliente se tenga que comprometer por un periodo de tiempo determinado. La cuota varía en función del tipo de casa –piso, ático, chalet...–, por eso cada consumidor debe hacer un pequeño estudio de mercado y ver cuál es la compañía que más le conviene en función de sus necesidades», recomiendan las organizaciones de usuarios. .

En este sentido, la Asociación Española de Empresas de Seguridad (AES) llama la atención sobre el mal uso que muchos ciudadanos hacen de las redes sociales respecto a la protección de su hogar. «Aunque pueda parecer una tontería, anunciar en tu Facebook o en la cuenta de Instagram qué días te vas de vacaciones, contar dónde estás en todo momento o mostrar fotografías en las que se pueda identificar tu casa no es nada recomendable desde el punto de vista de la seguridad, sobre todo si se publican en abierto».

Niveles de protección

  • Alarma No cabe duda de que presencia de una placa de alarma en la entrada de una casa es un elemento disuasorio. Tanto es así que hay un mercado de segunda mano donde se compran y se venden.

  • Cámaras bidireccionales La mayoría de los paquetes básicos que ofertan las compañías incluyen la instalación de una cámara bidireccional en el interior de la casa. Es decir, además de grabar ofrece la posibilidad de escuchar y hablar a través de ella. Es un servicio muy usado en hogares donde residen personas mayores solas o para vigilar mascotas y segundas residencias.

  • Custodia de llaves En lugar de dejarle las llaves de tu casa al vecino, como se ha hecho toda la vida, se depositan en una especie de conserjería a la que solo se tiene acceso a través de unas claves de seguridad.

  • Acompañamiento y socorro Es un servicio extra que ofrecen algunas compañías. Por ejemplo, si vuelves a casa de noche y el camino te resulta inseguro, tienes la posibilidad de activar un botón de cuenta atrás. Si pasado el tiempo que has marcado, no has desactivado el servicio, te llamarán para comprobar que todo está bien.

  • Barreras láser En las casas unifamiliares se pueden instalar todo tipos de sensores para detectar movimientos extraños, desde barreras láser en los setos a alarmas de contacto en las ventanas.

  • Habitación del pánico Es el nivel máximo de protección de una vivienda. Se trata de un búnker dentro de la propia casa.

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