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El glamour de las revolucionarias
'Northern soul'

El glamour de las revolucionarias

La ropa ha ayudado a impulsar las conquistas en materia de igualdad que la mujer ha ido haciendo a través de la Historia

Miércoles, 11 de noviembre 2020, 00:05

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Literalmente sin aliento vivían muchas mujeres en el siglo XIX por culpa de los corsés que empleaban para marcar su cintura, obligadas por los cánones de belleza. «Unas piezas incomodísimas que oprimían el torso causando graves problemas de salud: desde dificultades respiratorias a hemorragias internas, además de complicaciones porque los órganos tenían que desplazarse de su posición natural para amoldarse a la nueva forma del cuerpo», explica la ilustradora Laura Castelló en su libro 'Vestidas para la Revolución. La liberación de la mujer a través de la moda' (Lunwerg editores). ¡Y qué decir de los pantalones! En EEUU, hacia la mitad de aquel siglo, se promulgaron leyes que los prohibían a las féminas, catalogando la prenda como «una vestimenta que no pertenecía a su sexo». Y no se generalizaría su uso entre ellas hasta cien años después...

Pero hacia 1850, apareció Elizabeth Smith Miller, defensora de los derechos de la mujer, con su ocurrencia: unos calzones largos y sueltos que se ataban en tobillos o pantorrillas y que recibieron el nombre de bombachos, 'bloomers' en inglés, así llamados porque fue en realidad Amelia Bloomer, sufragista y editora de una revista, quien los popularizó. Defendió su uso frente a otra abominación, el miriñaque, sistema de alambres para mantener acampanadas las faldas que provocaba caídas y graves quemaduras al acercarse demasiado a velas, chimeneas...

Pero aquellas que se atrevieron con el bombacho tuvieron que soportar burlas de hombres y también mujeres, incluso en viñetas y chistes –de ahí surgió la expresión 'make a bloomer', meter la pata–, recoge Castelló. Y las feministas, creyendo que no tomarían en serio su discurso, acabaron por arrinconar el polémico invento en el armario. No fue hasta 1890 que se pusieron nuevamente de moda, convirtiéndose en prenda recurrente para la práctica deportiva.

Arriba, 'Flappers': alocadas y hedonistas en plenos años 20, usaban collares, guantes, sombreros de fieltro, plumas, flecos y tacón. En medio, 'Indie girls': En los 90, mezclan estética punk, grunge, mod... con jerseys de mohair, medias de rejilla, flequillos cortos... Estudiadamente desaliñadas. Abajo: Las 'bloomers'. El primer experimento de pantalón femenino: Hacia 1850, las feministas usaron 'bombachos'.
Imagen principal - Arriba, 'Flappers': alocadas y hedonistas en plenos años 20, usaban collares, guantes, sombreros de fieltro, plumas, flecos y tacón. En medio, 'Indie girls': En los 90, mezclan estética punk, grunge, mod... con jerseys de mohair, medias de rejilla, flequillos cortos... Estudiadamente desaliñadas. Abajo: Las 'bloomers'. El primer experimento de pantalón femenino: Hacia 1850, las feministas usaron 'bombachos'.
Imagen secundaria 1 - Arriba, 'Flappers': alocadas y hedonistas en plenos años 20, usaban collares, guantes, sombreros de fieltro, plumas, flecos y tacón. En medio, 'Indie girls': En los 90, mezclan estética punk, grunge, mod... con jerseys de mohair, medias de rejilla, flequillos cortos... Estudiadamente desaliñadas. Abajo: Las 'bloomers'. El primer experimento de pantalón femenino: Hacia 1850, las feministas usaron 'bombachos'.
Imagen secundaria 2 - Arriba, 'Flappers': alocadas y hedonistas en plenos años 20, usaban collares, guantes, sombreros de fieltro, plumas, flecos y tacón. En medio, 'Indie girls': En los 90, mezclan estética punk, grunge, mod... con jerseys de mohair, medias de rejilla, flequillos cortos... Estudiadamente desaliñadas. Abajo: Las 'bloomers'. El primer experimento de pantalón femenino: Hacia 1850, las feministas usaron 'bombachos'.

Promiscuas y alocadas

Las conquistas en igualdad se fueron sucediendo de la mano de cambios en el vestuario que iban aparcando las prendas que impedían a las mujeres moverse con libertad. Y muchas veces esas mutaciones acompañaban a movimientos musicales en boga, como es el caso del jazz y el charlestón de los años 20. Así sucedió con las 'flappers', denominación que hacía referencia, según la autora, «a su carácter alocado». Con la incorporación de las mujeres al trabajo, consiguieron liberarse en parte de la opresión machista y cambiaron los vestidos pesados por otros más ligeros. Las flappers «eran andróginas, promiscuas y bailaban jazz o charlestón en clubes privados». Fumaban y se drogaban con cocaína. Vestían, describe, un corsé con liguero incorporado para sujetar las medias, pero no lo usaban para marcar silueta, sino que «desdibujaba sus formas, reducía pechos y caderas y mostraba una imagen más infantil, frágil y varonil. Vestidos vaporosos por debajo de la rodilla, cinturones caídos para acentuar la delgadez y el pelo 'bob'. En Francia, las 'garçonnes' adoptaron principios similares.

Otra curiosidad recogida en el libro es cómo una figura tan cosificada y sexualizada como las 'pin ups', con bañador de pechos puntiagudos como misiles que acabaron siendo objeto de consumo de los soldados, fueron al principio «símbolo de la liberación de la sexualidad femenina». Castelló sitúa su origen en el siglo XIX, cuando las actrices del 'burlesque', «bailarinas ligeras de ropa, se promocionaban colgando carteles. En aquel contexto de conservadurismo es comprensible que la liberación y desinhibición de la sexualidad fuera rompedora y revolucionaria». En 1946, los bañadores pasaron el testigo al biquini, que, creado por el francés Louis Réard, dejaba por primera vez al aire el abdomen.

Los pantalones del hermano

Pero el jazz y el swing seguían penetrando en la sociedad de los años 30 y 40, provocando deseo de cambio en los jóvenes. En Alemania, las 'swingjugend' copiaban a las británicas y norteamericanas con faldas más cortas de lo habitual y una forma de bailar vista como degradante e inmoral. Claro que Hitler se ocupó de desmembrar aquel movimiento antimilitarista y antirracista que chocaba con sus ideales.

En nuestro país tuvimos a «las 'chicas Topolino', hijas de familias ricas del barrio de Salamanca apodadas así bien porque conducían los Fiat 500 (también llamados 'topolinos') o por unos zapatones con suela enorme de inspiración 'hollywoodiense'. Imitaban el estilo americano con faldas acampanadas por la rodilla y preferían el 'swing' al pasodoble. Solían beber Martini, y bailaban y fumaban sin pudor. Eran libres e independientes, muy modernas, algo nada común en la España franquista, en la que se consideraban rebeldes. En palabras de Carmen Martín Gaite, 'aquellas chicas de cabeza de chorlito desentonaban en una sociedad que exhortaba a las mujeres a mantenerse en segundo plano, a no hacer avances, a no llamar la atención por nada'».

Las 'modettes': Versión femenina de los 'mods' británicos de los 60. Cortes 'bob' o 'garçon'. Rebecas de punto y pantalones con botón al costado, zapatos planos...
Las 'modettes': Versión femenina de los 'mods' británicos de los 60. Cortes 'bob' o 'garçon'. Rebecas de punto y pantalones con botón al costado, zapatos planos...

Siguiendo con los ritmos, en los 50 triunfa el rock and roll y surgen las 'teddy girls' y, como derivación, las 'rockers', versiones femeninas de esa cultura musical. Las primeras, explica la autora, «se hacían sus propias chaquetas y llevaban camisas y pañuelos atados al cuello, robaban a sus hermanos los pantalones y los arremangaban por los tobillos. Su lema era 'Nuestra ropa es nuestra respuesta a un mundo aburrido'. Según el fotógrafo Ken Russell, 'estas chicas eran rudas, nacieron en años de guerra y el racionamiento de comida que no terminó hasta 1954. Se sentían orgullosas y sabían lo que valían. Simplemente vestían lo que vestían'».

El movimiento 'beatnik' también impactó en las jóvenes, con su tendencia al cinismo y la filosofía existencialista y el jazz, explica Castelló. Utilizaban, como ellos, el negro o colores sobrios. «Llevaban el pelo y la ropa algo descuidados, boinas, jerseys de cuello alto, gafas de sol o de pasta, sueters de rayas, escuchaban jazz y fumaban tabaco de liar». Además, ellas vestían «mallas negras o pantalones ajustados hasta media pierna, camisas anudadas o suéteres grandes:el pelo largo o bien muy corto».

'Rockers': Vaqueros con dobladillo, faldas tubo por debajo de la rodilla y tupé recogido con pañuelos. Años 50.
'Rockers': Vaqueros con dobladillo, faldas tubo por debajo de la rodilla y tupé recogido con pañuelos. Años 50.

Los 70 llegan con el conocido movimiento hippie y su apuesta por la igualdad: maxifaldas, patas de campana, sandalias, ropa india o africana, el pelo largo y el rechazo al sujetador y la depilación. Y tras el revulsivo ochentero del punk, cuyos máximos exponentes en España fueron Las Vulpes, Ana Curra o Alaska, irrumpen los 90 con las 'indie girls'. Según Sam Knee, autor de 'Untypical Girls': «La sensación de igualdad sexual dentro de la escena de guitarras 'indie' fue en retrospectiva un fenómeno raro, en comparación con la estúpida mentalidad machista de la mayoría de otras escenas rockeras de los 80».

El libro concluye con el actual movimiento 'genderless', término que significa 'sin género' y que propugna en cuanto a la moda eliminar las diferencias entre lo femenino y masculino «para librarnos de cualquier etiqueta y centrarnos en quiénes somos en esencia». Si las ridiculizadas 'bloomers' levantaran la cabeza...

'Vestidas para la revolución', de Laura Castelló

La ilustradora recorre la moda femenina como reflejo de las conquistas feministas, muchas veces en coincidencia con los movimientos culturales, especialmente musicales, que iban a la par que los cambios sociales. Sus dibujos acompañan a extensas explicaciones de la treintena de momentos históricos que recoge el libro.

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