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Las vidrieras de las catedrales
Ciencia en píldoras

Las vidrieras de las catedrales

Son trozos de vídrio unidos por un entramado de plomo

MANUEL J. TELLO

Domingo, 20 de septiembre 2020, 00:07

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Al entrar en un templo, sobre todo gótico, percibimos cómo la luz del sol, difuminada por sus vidrieras, cambia su cromaticidad con la distancia. Las vidrieras se incorporaron, a partir de la Edad Media, buscando que el visitante sintiera la trascendencia a través de ese ambiente de cromaticidad cambiante, producto de un fundido de la luz en su trayectoria en el espacio interior. Esto significa que el uso de la vidriera en la arquitectura difiere del de la pintura o la escultura. Simplificando mucho, se puede decir que la arquitectura juega el papel de armazón para sujetar las vidrieras. Pero, ¿qué es una vidriera?

Una vidriera está formada por trozos de vidrio coloreado, unidos por un entramado de plomo anclado en un marco periférico. ¿Vidrieras o cristaleras? Se emplean ambos, sin embargo, científicamente son diferentes. La ciencia entiende por cristal un material en el que sus átomos están situados con orden espacial. Se dice que tiene una estructura ordenada. En un vidrio los átomos están desordenados y se dice que tiene una estructura amorfa. Un vidrio de una ventana y un cristal de cuarzo están formados por óxido de silicio. En el cristal de cuarzo los átomos están ordenados y dan lugar a los prismas hexagonales, mientras que en el caso del vidrio de la ventana están desordenados.

Los vidrios de las vidrieras los obtenían los artesanos fundiendo óxido de silicio en un crisol. Los colores se obtenían añadiendo pequeñas cantidades de cobalto, manganeso, cromo, etc. El artesano antes de emplomar la vidriera le pintaba los detalles y las sombras. Para esto utilizaba la grisalla, una técnica que, al contrario de la pintura, deja pasar la luz. Como ocurre con otras creaciones y percepciones del pasado, por ejemplo los lutieres con el sonido musical, los artesanos vidrieros tenían una gran sensibilidad para imaginar los fundidos de la luz en el interior del templo. Recordemos que un vidrio rojo con un azul al lado da lugar a un morado, un naranja si, el que está al lado, es el amarillo, etc. Es evidente que tenían una percepción a escala global. A esto se suman otros dos efectos que añaden nuevos matices a la cromaticidad ambiental. Uno era, debido a la técnica de fabricación artesanal, la inevitable falta de uniformidad en el espesor y la presencia de lo que hoy se llaman defectos microscópicos. El otro era el empleo voluntario de vidrios de diferente espesor. Actualmente, el conocimiento científico de los vidrios permite una fabricación controlada y automática. Por eso es de admirar como, apoyados en la intuición, los artesanos encontraron y dominaron la utilización del vidrio como elemento traslucido. Lo más extraordinario es que percibían aspectos relacionados con la cromaticidad, propiedades interferenciales, fenómenos de filtrado de luz, etc. Propiedades que empezaron a entenderse en la última parte del XIX y la primera mitad del XX.

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