Palomitas, muchas palomitas

La Junta y el Ayuntamiento han acordado nosequé del Metro. Yo no me lo he leído, no soy tan pardillo, pero no deja de tener su gracia que todavía nos sigan tirando el cebo, son de lo más entrañable. «Venga, ¿y si anunciamos que hemos llegado a un acuerdo de-fi-ni-ti-vo con el Metro? -Que no, que ya no se lo creen. -Que sí, que verás que risas». Y no hay que descartar que algún alma cándida se lo haya hojeado, con eso de que ya no ponen nada en la tele. O incluso que alguien haya seguido en casa el asunto este de la Conferencia del PSOE. «Conectamos» dicen, qué gente más simpática. Acuerdan, desacuerdan, se escrachean, se renuevan y todo con un gracejo que casi dan ganas hasta de votarles.

Y es que el final de Breaking Bad, la última gran serie, ha dejado un enorme vacío entre los seriófilos y los apasionados de la ficción, y no extraña que algunos se estén lanzando a leer la prensa y los acuerdos. Cada mañana se levantan con nuevos capítulos, nuevos personajes, nuevos gags y nuevas ocurrencias. Es fabuloso. Lo que no se levantan, eso sí, es con el Metro terminado. Ni el Astoria. Ni la esquina del puerto. Pero no hay que verlo todo por el lado malo, tampoco nos hemos levantado hasta ahora con el funicular a Gibralfaro. O el puente sobre la Bahía. Y eso hay que saber agradecerlo, con optimismo.

El único problema es que quizás no están atinando con el formato, el folletín en entregas semanales se les va quedando pequeño. Una cosa como un acuerdo de-fi-ni-ti-vo sobre el Metro merece claramente una pantalla grande. El 12 de noviembre estreno mundial en todos los cines de «El acuerdo del Metro, el definitivo». En plan alfombra roja y trajes de noche. Calle Larios engalanada. Todo el concejalío de tiros largos. Muchas fotos en twitter. Hashtags y tuits poderosos, en plan «#elacuerdo ya está aquí, #malagafunciona». Mucha iluminación; a cargo de Ximénez, naturalmente. Estrellas invitadas, Susana Díaz, la consejera de Fomento, algún ministro, Belén Esteban. Muchas pancartas, de aquellas de «Metro sí, tranvía no». Escraches. Y palomitas. Muchas palomitas. Vamos, sean ambiciosos.