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IGNACIO LILLO ilillo@diariosur.es
Lunes, 21 de octubre 2013, 08:57
La Autoridad Portuaria mantiene, entre sus prioridades a medio plazo, la opción de convertir el muelle uno en un puerto deportivo con capacidad para, al menos, un centenar de yates y veleros de lujo, por encima de los 25 metros de eslora, como pone de relieve su presidente, Paulino Plata. No obstante, el primer intento -el concurso público convocado en verano para que una empresa construyera y explotara este espacio- ha quedado desierto, y entre el cúmulo de circunstancias que parecen haber motivado esta conclusión está el problema de la agitación que sufren las embarcaciones amarradas en esta parte de la dársena, lo que le resta comodidad.
Para tratar de solventarlo, los responsables del Puerto han recurrido al asesoramiento de Miguel Ángel Losada, catedrático de Ingeniería Hidráulica de la Universidad de Granada y uno de los mayores expertos a nivel mundial en dinámica costera. «Es el padre de las normas para el cálculo de diques, ha revolucionado la ingeniería portuaria moderna», tal y como lo definieron fuentes de esta institución.
El primer contacto se produjo hace apenas una semana, y con su apoyo los técnicos de Málaga van a tratar de determinar el origen del problema y proponer soluciones para atenuarlo. «En la bocana se produce una paradoja: cuanto más se abre, es más fácil para la entrada de los barcos, pero también del oleaje», explican fuentes expertas. En este caso, el de poniente entra directamente, por la configuración del abrigo, que resguarda del levante. La acumulación de energía, por las olas y el viento, provoca una elevación del nivel del mar, con agitaciones muy pequeñas, de entre tres y cuatro segundos, que afecta a los buques amarrados en la dársena. Por lo que resulta molesto para hacer vida a bordo y para dormir.
Instalación de sensores
Con todo, estas fuentes recalcan que el Centro de Estudios Hidrográficos (Cedex), dependiente del Ministerio de Fomento, ya determinó que este nivel de agitación es normal, con olas de entre 20 y 30 centímetros y en un entorno puntual. Lo que no quita para que se pueda paliar y hacerlo más atractivo para este tipo de embarcaciones, que son, de hecho, las únicas que se ven afectadas, ya que los grandes buques no lo sienten.
Entre las primeras medidas de estudio está la instalación de una serie de sensores, para calcular exactamente la sobreelevación que se produce, de dónde viene y en qué puntos es más intensa. Se colocarán en el plazo de dos a tres semanas. A su vez, se aplicarán modelos numéricos para reproducir qué está pasando dentro de la lámina de agua. Esta fase se prolongará durante un periodo de unos tres meses. En caso de que se determine que con estas pruebas no es suficiente se podría acudir incluso a un modelo de laboratorio, con una reproducción del Puerto de Málaga a escala y una máquina generadora de olas, «para ver sobre algo real qué está ocurriendo».
Con toda la información obtenida se propondrán las obras correctoras que sean necesarias, aunque las fuentes consultadas evitaron adelantar ninguna hipótesis hasta que no se culmine la investigación.
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