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JULIO RODRÍGUEZ
Miércoles, 25 de septiembre 2013, 10:53
Hazaña completada. El paratriatleta marbellí Javier Mérida se convirtió ayer a las 5.30 horas en el primer español con minusvalía física en completar el cruce del Canal de la Mancha, y el decimocuarto nacional en concluir el recorrido. Una proeza en la que empleó 15 horas, nadando más distancia de la prevista. La travesía por aguas del Mar del Norte entre Dover (Inglaterra) hasta Calais (Francia), constaba de 32 kilómetros sobre plano, pero las variables corrientes marítimas obligaron a la embarcación de apoyo a dirigirlo por un trazado que se extendió hasta los 47 kilómetros.
La aventura arrancó el lunes a las 14.00 horas con el agua a 16 grados de temperatura, una circunstancia que Mérida salvó sin traje de neopreno tal y como obedece la normativa de la organización. Junto al retante navegaba el barco guía con el apoyo vital básico ofrecido por su mujer Esther Jiménez y la doctora Rosa Sánchez, acompañadas de una observadora, un marinero y el piloto. Desde el principio los comisarios fueron estrictos con el marbellí. Cuando iba a iniciar travesía desde el barco, a unos metros de la orilla, un juez obligó al paratriatleta a volver en solitario a la playa, pisar arena seca y volver arrastrándose al agua. Mérida, que perdió la pierna derecha desde la rodilla en 2007 tras un accidente, no llevaba la prótesis. Pese a este contratiempo, el principio del cruce fue mejor de lo esperado.
Mérida clavaba los parciales de 1.000 metros en poco más de 14 minutos, a una media de unos 5 km./h. Cada media hora lanzaban desde el barco un bote de 40 centilitros con líquido. Los primeros 4 km. ingería té caliente con una disolución de geles con carbohidratos. El resto del recorrido alternó caldos calientes con sémola y cous-cous con otras disoluciones dulces y saladas; un trabajo nutritivo en el que lleva trabajando meses Rosa Sánchez.
Hasta el kilómetro 35 ni el cansancio, ni el frío, ni la madrugada, hacía mella en Mérida, pero el viento cambió. «Estuve nadando cuatro horas más fuerte que en todo el trayecto y no avanzaba», confesó a SUR. Y es que solo pudo avanzar tres kilómetros en ese punto de inflexión en el que el barco decidió dirigirse a la costa francesa de Wissant viendo la imposibilidad de alcanzar Calais por el fuerte oleaje. El recodo que dibuja la recta del recorrido fue el peor momento para el retante. «Pensé que allí acababa la aventura, pero salí de ahí nadando con todo lo que tenía», remarcó.
Última complicación
Sobrepasado el bache con brazadas de voluntad, espíritu de superación y el ánimo que le llegaba de todos aquellos que pasaron la noche en vela para transmitir fuerzas recondujo la trayectoria hasta llegar al destino. Cuando la gesta tocaba a su fin, surgió una última complicación para hacer más épica la aventura.
La observadora advirtió a Mérida de que no era suficiente con llegar a la orilla. «Me dijeron que tenía que llegar a tierra seca. Después de todo lo que pasé tuve que ir arrastrándome, reptando, hasta tocar arena», comentó a SUR. La juez le estrechó la mano para felicitarlo por su hazaña y comentó que en unos días contaría con el certificado oficial de haber cruzado el Canal de la Mancha, el 'Everest de las travesías a nado'.
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