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Yayo Herrero es experta en feminismo, educación y ecología. :: SUR
Yayo Herrero, coordinadora de Ecologistas en Acción: «El poder nos dirige a un colapso cada vez más evidente»
CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Yayo Herrero, coordinadora de Ecologistas en Acción: «El poder nos dirige a un colapso cada vez más evidente»

La ingeniera y antropóloga expuso sus propuestas para un mundo justo y sostenible en el Aula de Cultura SUR

MARINA MARTÍNEZ mmartinez@diariosur.es

Jueves, 29 de marzo 2012, 13:35

Se mueve como pez en el agua cuando habla de feminismo, educación y ecología. Son los puntos fuertes de Yayo Herrero. Le avalan su currículum como ingeniera técnica agrónoma, diplomada en Educación Social, licenciada en Antropología Social y Cultural, profesora de Educación Ambiental de la UNED y de la Cátedra Unesco de Educación Ambiental de la UNED, y coordinadora de Ecologistas en Acción. El miércoles aterrizó en Málaga para ofrecer sus 'propuestas ecofeministas para un mundo justo y sostenible' dentro del Aula de Cultura SUR.

-¿Qué quiere decir con propuestas ecofeministas?

-Se trata de reflexiones sobre por qué hemos llegado a una situación de crisis global. Ahora mismo lo que tenemos encima de la mesa es una crisis financiera, pero debajo lo que hay es una crisis estructural, ecológica, de superación de límites del planeta, y de cuidados, en el sentido de que cada vez resulta más difícil poder atender las necesidades de reproducción social y bienestar cotidiano. La mirada feminista y ecológica comparten una buena parte de los análisis de las causas, comparten una critica al modelo de producción, distribución y consumo. Sumando las propuestas e integrándolas existe una sinergia bastante grandes entre ambos movimientos para proponer pautas para salir de la crisis.

-¿Cuáles serían esas pautas?

-Sobre todo, un cambio de mirada bastante importante sobre la realidad económica. La cultura occidental ha convertido la producción en una categoría ligada a la destrucción de la naturaleza. En nuestro sistema económico, como la producción se mide en euros, da lo mismo lo que se produzca mientras se gane dinero. Sin embargo, en las cuentas nacionales, cuando se ven los agregados monetarios de producción, suma lo mismo producir bombas que cebollas, mientras que las consecuencias sobre el bienestar son radicalmente diferentes.

-¿Dónde habría que incidir entonces?

-La economía debería hacerse tres preguntas: qué necesidades hay que satisfacer, cuáles son las producciones socialmente necesarias para ello y cuáles son los trabajos socialmente necesarios. Así, nos daremos cuenta que muchos de los trabajos peor remunerados y menos valorados del sistema como son las tareas de cuidar, son trabajos sin embargo imprescindibles para el bienestar de las personas. Mientras que construir la enésima carretera que no hace falta y degrada el entorno, es de los trabajos mejor remunerados.

-Para eso haría falta un cambio de mentalidad...

-Claro, ese es el problema, que ahora mismo los gobiernos siguen a ciegas los dictámenes de los mercados y estos no tienen como prioridad el bienestar de la persona, sino la acumulación. Ahora mismo el poder y la dinámica global van en la línea justamente contraria de la que necesitamos: nos dirigen a un colapso cada vez más evidente. Las propuestas políticas no van buscando la sostenibilidad y la justicia, por tanto es a las personas y a los movimientos sociales a quienes nos toca hacer un esfuerzo por sumar mayorías que obliguen a esos cambios.

Obsesión por el capital

-¿Y qué papel juega el feminismo y el ecologismo en todo esto?

-El marxismo puso de manifiesto que existía una incompatibilidad entre la acumulación y el capital y el trabajo humano. El feminismo ha demostrado que la incompatibilidad se da entre el capital y la vida humana porque el capital no solo está en contradicción con el trabajo remunerado, sino también con todos los otros que no cuentan en el sistema y que en las sociedades patriarcales son realizados mayoritariamente por mujeres. La ecología lo que pone de manifiesto es que existe una incompatibilidad entre la obsesión por el capital y el mantenimiento de la vida en su conjunto.

- ¿Somos demasiado materialistas?

-La lógica del crecimiento económico y de que tener más es siempre mejor es una cosa que ha estado muy inoculada en nuestra cultura, en parte porque existe también un bombardeo tremendo. En estos últimos años del boom inmobiliario y el crecimiento económico, la gente se lanzó como loca a comprar casas, a pagar los viajes a plazo... Y ahora que ha estallado esta burbuja se ve que en realidad fue una gran estafa: la sociedad no es que estuviera más enriquecida porque hubiera crecimiento económico, sino que se endeudó más. Los bancos dieron muchísimos préstamos y las personas hicieron consumo de una forma acelerada a costa de gastarse lo que tenía ahorrado y de hipotecarse para los próximos 40 años. Y cuando estalla la burbuja esto nos deja en una situación tremendamente precaria y con una cantidad de gente en un estado absolutamente vulnerable.

- ¿Y cree que somos conscientes?

-No nos paramos a reflexionar. La gente prefiere no pensar en tener que vivir una vida más sencilla ni le gusta lo que propone la sostenibilidad, pero no es cierto que no pueda asumir sacrificios. Ya asumen los del sistema porque están bombardeados con una cantidad impresionante de publicidad que les hace creer que si no se pasa por esa dinámica de recorte social nunca se va a recuperar el bienestar. El problema es que nos vamos a ver obligados a cambiar el chip queramos o no. El decrecer de la esfera material no es algo que podamos escoger sino que los propios límites del planeta lo van a imponer. Lo que sí podemos es trabajar y empujar para que esa reducción se haga con criterios de justicia y que cada vez menos personas sigan despilfarrando a costa de que otras queden excluidas.

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