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MILENIO

Un nuevo ermitaño

JUAN TEBA

Jueves, 20 de mayo 2010, 03:57

El ilustre ciudadano de Sevilla, Perico Romero de Solís, profesor de la Universidad de Sevilla, uno de los promotores de los Cursos de otoño de la Universidad de verano Menéndez Pelayo en la vieja Híspalis, hijo del Marqués de Marchelina, que fue en vida presidente del partido Carlista de España, hermano del actual marqués, Ignacio Romero de Solis, taurino científico y lúdico (don Perico), doctor en el conocimiento de los bares y locales del casco antiguo sevillano por los que don Miguel de Cervantes y otros congéneres del ilustre manco, deambulaban por aquella Sevilla pícara y cargada de hambruna, decidió, semanas atrás, retirarse a una casita que posee en un espacio idílico de la Andalucía occidental con un solo motivo, además de buscar la tranquilidad de su alma: no tener conocimiento de más amigos íntimos que se están muriendo como si estos fueran víctimas de una pandemia entre la gente del saber y del buen beber.

Y es que estamos ante una coyuntura realmente preocupante. Se mueren a chorros en la llamada 'ciudad de la Gracia' artistas de este lugar tan cantado y alabado por pícaros, avaros y tahúres callejeros, pero también vienen falleciendo pintores, ensayistas, diseñadores, guionistas obscenos del llamado género del corazón', gacetilleros al borde del paro, guionistas de discursos políticos que abandonaron los círculos y grupos de opinión izquierdista que desde la muerte de Tierno y la irreprochable figura institucional de don Alfonso Guerra, perdieron sus signos de identidad y revolotean ahora entre círculos financieros y tránsfugas del pensamiento de izquierda.

No es extraño, pues, si se considera que el burocratismo ha devorado a los grupos de izquierdas que malvivían entre el desencanto y los cantos de sirena, mientras se vuelve a imponer el costumbrismo más cavernícola en el ancho mundo de las costumbres locales.

Con todo, la ausencia, o negativa a vivir en el cemento, de Perico Romero para asumir su realidad emotiva circundante es de una gravedad considerable. Fue un seductor muy principal, amigo de eximios poetas, como don Antonio Gala, acompañante habitual de bellas y exitosas damas. Y de política no se le puede ni mencionar ni la mínima anécdota. Un nuevo ermitaño.

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