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M. MARTÍNEZ
Viernes, 30 de abril 2010, 03:53
Casi no distingue ya José Antonio Garriga Vela la realidad de la ficción. Por mínima que parezca, cualquier anécdota puede ser la madeja de la que tirar para fabular una historia. Y en el caso de este barcelonés afincado en Málaga, esas historias tienen mucho de sí mismo. Con ese hilo común reúne algunas en 'El anorak de Picasso' (Candaya), libro que toma su título de un relato que ya publicara hace cinco años y que ahora revisa y «mejora» desde la distancia del tiempo. Junto a él, completan el volumen 'Días felices en Tánger', 'El teléfono del señor Permanyer', 'El kilómetro cero' y 'El cuarto del contador', otros cuatro relatos basados en artículos o cuentos publicados en prensa.
Todos inspirados en vivencias personales. «Es un libro que habla de mi mundo más íntimo, cuento mi vida y mi ficción», asegura Garriga Vela, que juega de tal forma con la imaginación que incluso reconoce tener muy difusa la frontera con la realidad: «Hay cosas que de tanto decirlas me las creo».
Sencillo y directo
No menos sus lectores, con los que entabla una proximidad forjada tanto en sus experiencias propias como en el uso de la primera persona. «Intento transmitir historias con un lenguaje directo, sencillo y a la vez poético», observa el escritor, para quien resultaría difícil definir estas historias de 'El anorak de Picasso': «Pueden ser relatos, confesiones o reflexiones».
Porque también Garriga Vela reflexiona sobre su mundo narrativo. En 'El cuarto del contador', por ejemplo, abre su «cocina literaria». No en vano, el hecho real del que parte es un acto que protagonizó en un colegio granadino para hablar de su obra. El título viene de una curiosa situación: «Me metieron en el cuarto del contador».
Y es que, «aunque parezcan inverosímiles» -advierte-, las historias reales son su principal fuente de inspiración. Ahí está el propio relato que da título al libro. La clave está en un anorak encargado por Picasso al padre del autor en su taller de la calle Muntaner, lugar que, por cierto, también le daría pie para una novela.
Rincones de una infancia a la que regresa asimismo en 'El teléfono del señor Permanyer'. En este caso, el punto de partida es aquel «lugar mágico empapelado de estrellas de cine -recuerda Garriga Vela- donde íbamos a llamar por teléfono». En 'Kilómetro cero', se traslada al punto estratégico de la madrileña Puerta del Sol. «De niño, me pareció el centro del mundo y eso se me quedó grabado», comenta el autor de 'Pacífico', que también hace un guiño al séptimo arte en 'Días felices en Tánger', un relato que encuentra su origen en un texto publicado en SUR hace tres años y que Garriga Vela toma como 'excusa' para evocar el rodaje de 'Fuego sobre África' en Málaga, allá por el otoño de 1954. Él aún no había nacido. No era necesario para saber lo que supuso para sus padres aquella transformación de Málaga en Tánger. «Creo que se enamoraron de la ciudad de la película»
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