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Domingo, 19 de abril 2020, 03:43
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Sus buenas tardes son buenas noches para nosotros. Sergio Scariolo atiende la llamada de SUR en su residencia de Toronto, donde está confinado con toda su familia, aunque en Canadá no hay estado de alarma y se puede salir a la calle para pasear e incluso hacer algo de ejercicio. El seleccionador español de baloncesto, malagueño de adopción, se puede decir que ha vivido la crisis del coronavirus por triplicado. Primero con la grave situación vivida en Italia y en su ciudad, Brescia, más tarde en España y, por último, en Estados Unidos con la cancelación de la NBA, así que está en un 'deja vu' permanente. Pese al parón competitivo, el exentrenador del Unicaja mantiene su incesante ritmo de trabajo para los Toronto Raptors, pero saca un hueco para analizar todo lo que está pasando y su impacto en el baloncesto con la paralización total de las competiciones.
–Lo primero es preguntar por la salud y cómo está viviendo la crisis del coronavirus
–Aquí la situación, teniendo en cuenta lo que vemos en Italia, en España y algunas ciudades de Estados Unidos, es aceptable. Se puede andar, ir con la bici, salir a correr y no hay controles tan rigurosos como en España. Casi todo está cerrado, pocas cosas están abiertas, pero yo salgo un rato por la mañana y nada más. Si estás en casa, mucho mejor.
–A usted le llega esto con la lección aprendida teniendo en cuenta lo que se ha vivido y se vive en su país natal.
–El único momento de sorpresa fue a distancia cuando desde China se trasladó a Italia con esa fuerza y esa virulencia, además en mi tierra, en mi región, en mi ciudad. Aquello sí que fue un 'shock', pero luego ya ha sido como ver un partido grabado una y otra vez, porque muchas cosas se repiten en muchos sitios.
–Mientras en Europa, la pandemia hacía estragos, en Estados Unidos no se lo tomaban en sergio. Finalmente la NBA se paró.
–Nosotros tuvimos poco tiempo porque la NBA cerró rápido tras el primer positivo. El 12 de marzo se cerró la Liga y el 8 de marzo todo el mundo estaba en España en la calle como lamentablemente sabemos. Fueron pocos días desde que en España se empezaron a dar cuenta de que la cosa era sería, y aquí se cerró la competición. Las medidas fueron drásticas y muy respetadas. Aquí la gente es dada a respetar las recomendaciones.
–A su hijo Alessandro (canterano del Unicaja) casi tuvo que rescatarlo de Nueva York...
–Él acababa de terminar su torneo de conferencia y había vuelto a Nueva York y tenía una semana de descanso. Hicimos que viajara inmediatamente a Canadá viendo lo que estaba pasando en el resto del mundo, de hecho Canadá cerró la frontera a los extranjeros no estadounidenses y luego también a estos mismos. Alessandro habría caído en el primer grupo y, llegado de Nueva York, habría tenido que estar en un hospital en cuarentena y eso habría sido un problema.
–Se escuchan todo tipo de planes para el baloncesto, con propuestas muy variadas. ¿Qué hacemos?
–Bueno, yo no soy un epidemiólogo. Lo que sí veo es que desde luego hay mucha voluntad de todo el mundo, tanto de las ligas como de los clubes, de jugar respetando las medidas de seguridad. El cómo, pues probablemente a puerta cerrada, en una sede única. Desde avisar a los jugadores, que vuelvan, que pasen la cuarentena, con once días de entrenamientos individuales y catorce de colectivo, es un mes y medio. Si se quiere empezar al comienzo de julio, la maquinaria debe arrancar a mitad de mayo. Los viajes son una complicación añadida y hay estados que ya no quieren una concentración de muchos equipos, y luego los gobiernos de cada país deben dar su aprobación. No es fácil.
–Para un seleccionador que ha completado una gran carrera hacia los Juegos Olímpicos, con título mundial incluido, el aplazamiento de la cita de Tokio debe ser una desilusión.
–El aplazamiento lo veo más como un alivio, porque el hecho que se estuviera pensando retrasarlo o buscar otra fecha, eso sí que distorsionaba. Entiendo que había otros intereses no deportivos, pero esa indecisión de inicio fue preocupante. El aplazamiento de un año es lo más razonable y nos permitió a todos poner el corazón en paz.
–¿Quizá una lectura de todo esto sea la de armonizar los calendarios?
–No sería tan optimista. Algunos aprenderán de esto, pero no veo demasiada coordinación entre los estamentos involucrados sin tomar posturas irreconciliables, pero no veo un gran espíritu de colaboración y diálogo.
–Informó 'AS' del ofrecimiento que le ha hecho la Federación para renovar, pero algunas de sus declaraciones recientes dejaron dudas al respecto. Explíquese.
–Es una situación sencilla. Cuando se habla de empeñar durante cuatro veranos buena parte de tu tiempo, que está a disposición de la familia y el club, porque la NBA no para, son componentes con los que debes contar. Hay una necesidad de armonizar. Soy optimista porque conozco a todas las partes y están dispuestas a renunciar a un poquito. Pero hasta que todo no cuadre, es prematuro. No es una cuestión de voluntad, porque mi deseo es el de continuar, sino de agendas y compatibilidad; algo en lo que la familia y el club tienen una voz cantante.
–Cada día que pasa en la NBA me parece más complejo verlo en el banquillo de la selección.
–Creo que es mejor y más fácil si estás en la NBA que en un club europeo, porque no hay incompatibilidad con la Euroliga o incluso con la Eurocup, como ya se plantea. Es cierto que la NBA no para, pero como se resolvió con los Raptors y hay buena voluntad y la Federación está de acuerdo, al final se trata de tener un OK de todos; también de la familia. Mi agente y la Federación negociarán un contrato. Es más fácil entrenar a la selección cuando trabajas para un equipo de la NBA.
–La última vez que estuvo en Málaga fue para la Copa. ¿Le sorprendió ver al Unicaja en la final?
–Aunque era un cuadro favorable, tienes que ganar los partidos y eran equipos que habían hecho una gran temporada hasta ese momento. El desgaste fue grande y llegó a la final con las fuerzas justas para afrontar a un Miura como el Madrid.
Sergio Scariolo es una persona con una gran capacidad de trabajo. El técnico no está notando el parón si se tiene en cuenta su nivel de actividad diario. El italiano tiene asignado varios proyectos proyectos por los Toronto Raptos, al tiempo que está en permanente contacto con la Federación. En estos días está recibiendo un aluvión de petición de entrevistas por parte de medios de todo el mundo. «No te puedes imaginar la de gente que hay», bromea. Además, está participando en charlas técnicas y 'clinics' de entrenadores por videoconferencia.
La vida en la casa de los Scariolo-Ares es similar a la de cualquier hogar en tiempos del confinamiento, con la diferencia de que en Toronto se puede salir a la calle a pasear. El seleccionador suele salir a primera hora de la mañana con su esposa Blanca a dar un paseo y sacar a los perros antes de ponerse a trabajar. El almuerzo es siempre en familia y durante este año, además de su hija Carlota y su hijo Alessandro, cuentan con la compañía de su sobrina Candela, que está perfeccionando el inglés en Canadá. Alessandro, además de los estudios, no deja el baloncesto y entrena tres horas al día para no perder la forma. Esta temporada optó por no jugar con la Universidad de Manhattan para adaptarse al estilo americano y mejorar el físico. Ya al final del día, antes de la cena, el seleccionador pasa una hora en el gimnasio, y la jornada acaba con toda la familia viendo una película o jugando una partida de cartas, algo que Sergio Scariolo también suele hacer una vez por semana con sus amigos de Brescia.
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