La Laguna Tenerife firmó una victoria incontestable ante un Unicaja irreconocible, mermado por las ausencias. A las bajas de Djedovic, Sulejmanovic y Tillie se sumó ... durante el partido la lesión de Kravish, lo que acentuó la debilidad interior y redujo aún más las rotaciones. El equipo malagueño nunca encontró su ritmo ni su identidad, dominado de principio a fin por un rival que impuso el tempo a través de la batuta magistral de Marcelinho Huertas. El veterano base brasileño volvió a ofrecer una clase magistral de dirección, controlando cada posesión con precisión quirúrgica y explotando, una vez más, el pick and roll más efectivo de Europa.
El encuentro arrancó con un triple de Kalinoski y la energía inagotable de Tyson Pérez en el rebote ofensivo, pero pronto el Tenerife impuso su juego. Con Shermadini generando ventajas interiores y los tiradores castigando desde las esquinas, los de Vidorreta alcanzaron un equilibrio perfecto entre juego interior y exterior. El Unicaja, sin poder correr ni acelerar el ritmo, cayó en la trampa del baloncesto pausado que el rival había preparado con mimo.
El segundo cuarto consolidó la diferencia. Con la rotación interior aún más mermada, Ibon Navarro alargaba las rotaciones y cambiaba roles sin éxito, Guerra castigó los cambios defensivos mientras Huertas encontraba siempre la mejor opción. Tyson Pérez sostuvo a los suyos con un esfuerzo encomiable bajo los aros —fue el gran dominador del rebote ofensivo—, pero la falta de acierto exterior (apenas un 30% en triples) y de fluidez en la circulación impidieron cualquier reacción.
Tras el descanso, el Tenerife olió la debilidad y Huertas se encargó de cerrar el partido: generó, asistió y anotó con la serenidad de quien conoce cada rincón del juego. El parcial de salida rompió el encuentro y aunque el Unicaja a base de esfuerzo lo intentaba ya no pudo reengancharse. Y ni Castañeda, ni Duarte, ni Webb lograron tampoco aportar el impulso necesario.
El último cuarto sólo sirvió para certificar el dominio canario y las carencias malagueñas. El Unicaja no fue reconocible ni en defensa ni en ataque. En cambio, el Tenerife jugó de memoria, con Huertas manejando el tempo a su antojo. Cuando el ritmo lo marca él, el resto solo puede mirar.
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