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Algunas de las camareras de piso malagueñas, cuya movilización comenzó en Facebook bajo el nombre de ‘Kellys Unión’. Alberto Gómez
Las camareras de piso de los hoteles de Málaga se movilizan para acabar con la precariedad

Las camareras de piso de los hoteles de Málaga se movilizan para acabar con la precariedad

Las 'Kellys', abreviatura de «las que limpian», se manifestarán para pedir condiciones dignas de trabajo y evitar que se externalice el servicio

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Viernes, 18 de agosto 2017, 02:17

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Recorren los pasillos de los hoteles hasta acondicionar una media de entre veinte y treinta habitaciones cada día, a menudo por salarios que no alcanzan los 800 euros al mes. Pese a que su trabajo resulta fundamental para mantener la imagen de los destinos y garantizar la comodidad de los visitantes, las camareras de piso continúan siendo el eslabón más desprotegido del sector turístico, en cuyo funcionamiento ejercen un papel básico. Hace meses que comenzaron a organizarse a nivel nacional bajo el nombre de Las ‘Kellys’, abreviatura de «las que limpian», y ahora su lucha por obtener unas condiciones dignas llega a Málaga, donde más de 4.000 mujeres desempeñan este oficio leonino, nuevo punto de mira de las denuncias sindicales y las inspecciones de trabajo.

Las ‘Kellys’ han convocado una manifestación que en un principio estaba prevista para hoy a las seis de la tarde en la plaza de la Marina, pero que se ha pospuesto para el viernes próximo por los atentados en Cataluña. Allí protestarán por la sobrecarga de trabajo y la externalización del servicio, que ha disparado la precariedad de los contratos hasta cifras alarmantes. Aunque no existen datos oficiales, los sindicatos calculan que, para ahorrar costes, cerca de la mitad de las cadenas hoteleras de la provincia delegan la gestión de la limpieza de sus establecimientos en subcontratas que no están sujetas a los convenios laborales del sector y que suelen pagar entre dos y cuatro euros por habitación, una remuneración exigua que contrasta con el buen momento que atraviesa el sector en España, especialmente en la Costa del Sol, donde el año pasado se alojaron más de doce millones de turistas.

La brecha abierta por el incumplimiento del convenio por parte de estas subcontratas provoca que cientos de camareras de piso cobren el salario mínimo interprofesional, establecido en 707 euros. Las cadenas hoteleras que externalizan la limpieza ahorran así más de la mitad de la cantidad que les correspondería pagar en caso de que aplicasen el convenio provincial de hostelería, que en hoteles de cuatro estrellas garantiza un sueldo bruto mensual de 1.711 euros. A los recortes en su remuneración se suman la discontinuidad de algunos contratos, la dificultad de obtener bajas por enfermedad y la factura que acaba pasando la exigencia física de sus labores, que suele derivar en problemas musculares y articulares, fibromialgia o desviaciones de columna.

Para cumplir con el excesivo número de habitaciones establecido por jornada y empleada, las ‘Kellys’ acaban regalando horas a las empresas y saltándose su tiempo de descanso, una carga de trabajo que provoca que un alto porcentaje de estas mujeres viva medicada, como recoge Ernest Cañada en su libro ‘Las que limpian los hoteles’, publicado en 2015 y convertido en simiente de las primeras movilizaciones del colectivo tras dar voz a miles de empleadas silenciadas pero imprescindibles para que el motor del turismo arranque cada día. En Málaga comenzaron a organizarse hace unos seis meses mediante un grupo de Facebook. Reclaman mejores condiciones laborales y jubilaciones anticipadas ante la imposibilidad de seguir realizando su trabajo pasados los sesenta años.

«Esclavas del siglo XXI»

Algunos de sus testimonios resultan estremecedores. «Somos las esclavas del siglo XXI», resumen. En el foro Lidera Málaga, organizado por SUR en noviembre, el presidente de AC Hotels by Marriot, Antonio Catalán, visibilizó el drama de miles de camareras de piso, poniéndolas como ejemplo del empeoramiento de las condiciones laborales que conlleva la externalización de los servicios, y arremetió duramente contra los hoteleros que «ganan más a base de sacrificar al personal» y contra la reforma laboral del Gobierno central: «Hoy puedo despedir pagando veinte días por año y empezar a subcontratar. Es lo que hacen los que explotan a las camareras de piso, y lo digo con todas las letras: explotan». Aquellas declaraciones supusieron un punto de inflexión en la lucha de las ‘Kellys’ por obtener unas condiciones dignas de trabajo.

Los reconocimientos no han tardado en llegar. La Junta ha concedido este verano el premio Andalucía Turismo en la categoría de Trabajadora a Josefa García Lupiáñez, camarera de piso malagueña, por su compromiso con la reivindicación de los derechos del colectivo. También el Ayuntamiento de Torremolinos, una de las localidades españolas con más hoteles por metro cuadrado, trasladará a su Mesa Sectorial, a petición de Izquierda Unida, la posibilidad de distinguir a estas trabajadoras en el Día del Turista que tendrá lugar el próximo mes. Pero las ‘Kellys’ quieren hechos más allá de las palabras amables y los aplausos públicos y están dispuestas a llevar su situación a los tribunales.

Comisiones Obreras ha anunciado esta semana que presentará 42 denuncias ante la Inspección de Trabajo contra establecimientos hoteleros de la provincia por tener subcontratado el servicio de limpieza de habitaciones de manera «alegal» a través de empresas multiservicios que no aplican el convenio provincial de hostelería. Desde el sindicato recuerdan que, con la externalización, las trabajadoras también pierden los derechos «sociales» de su convenio sectorial, entre ellos dos días de descanso a la semana, el pago de los festivos, el recargo de la IT, las mejoras de las licencias o los días de asuntos propios. De los 42 hoteles que serán denunciados, 17 están en Málaga capital, cinco en Fuengirola, cinco en Benalmadena, cinco en Mijas, cuatro en Marbella, dos en Torremolinos, dos en Nerja y uno en Rincón de la Victoria y Estepona.

La manifestación de hoy supone el inicio de sus movilizaciones en Málaga. Hartas del exceso de trabajo y de sus pésimas condiciones, las ‘Kellys’ han dejado de ser invisibles.

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