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Imagen del robot.
Crean el primer robot que «siente» dolor

Crean el primer robot que «siente» dolor

Cuenta con 116 sensores que reaccionan a golpes e impactos en una piel sintética que le cubre

José Antonio González

Martes, 25 de febrero 2020, 07:53

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Ni es 2035, ni es Chicago, ni tampoco una superproducción de Hollywood. La mezcla humano-robot está cada vez más cerca y no es un capítulo de Black Mirror. Un grupo de ingenieros japoneses ha construido un robot equipado con sensores que le permite sentir dolor.

No obstante, «podrá sentirlo algún día», puntualizan. Affetto, así lo han bautizado, tiene cara de niño y cuenta, por primera vez, con sentido del tacto, «podrá sentir tanto dolor físico como empatía», aseguran los responsables del robot.

Diseñado y ensamblado en la Universidad de Osaka, el robot nació como cabeza para experimentar, pero con el paso de las pruebas, el equipo liderado por Minoru Asada le ha dotado de cuerpo completo cubierto por una piel sintética.

Esta capa cuenta con varios sensores táctiles que recogen de forma fiable una amplia gama de toques, ya sea un toque ligero o un golpe duro.

El robot cuenta con 116 puntos de presión para crear expresiones como sonreír, fruncir el ceño, hacer muecas y, por primera vez, mostrar dolor

«Creo que los robots serán más efectivos en el vínculo social con los humanos cuando tengan un cuerpo más sensible y expresivo», señala Asada. Affetto permite interactuar con los seres humanos. «Algún día los humanos crearemos robots que son difíciles de distinguir de los humanos», apuntan los investigadores de la Universidad de Osaka.

También sudan

Un equipo de investigadores ha conseguido poner a sudar a los robots y no es precisamente haciéndoles correr. Según su estudio, publicado en Science Robotics, han conseguido fabricar un brazo robótico con tres dedos que transpiran.

El dispositivo trabaja con normalidad y cuando alcanza una temperatura excesiva, comienza a filtrar agua para regular la temperatura a través de unos poros que equipan los dispositivos fabricados por los científicos de la Universidad de Cornell y el Instituto Italiano di Technologia.

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