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El temporal huracanado que destrozó Málaga en enero de 1963
El Parque de Málaga quedó arrasado, se hundieron barcos y quedaron en la miseria cerca de un millar de habitantes de las chabolas de El Bulto, San Andrés y Pedregalejo
Francisco Cabrera Pablos
Málaga
Lunes, 28 de septiembre 2020, 00:21
Nuestro puerto y nuestro mar está repleto de historias: unas festivas, las más, y algunas no tanto. En esta ocasión acercamos a nuestros pacientes lectores a una de tormentas: una de las más importantes de las que han tenido lugar en esta costa mediterránea por su tremenda virulencia y los daños que causó, tanto en los muelles como en la propia ciudad, allá por el mes de enero de 1963. Una tempestad que aún guardamos en nuestra retina los niños de entonces, que llegamos a hacer novillos alguna mañana para perdernos en la «selva» en la que se había convertido el parque malagueño, y saltando además de forma imprudente y atrevida por entre las escolleras de los dos enormes boquetes que el impetuoso oleaje había causado en el dique de levante del puerto malagueño.
Las tormentas en nuestra costa mediterránea son conocidas desde la antigüedad, y la documentación histórica recoge multitud de incidentes padecidos por embarcaciones que pretendían resguardarse en la seguridad del recinto portuario cuando soplaba con fuerza el denominado jaloque o viento del sureste. El hundimiento de la mal llamada fragata Gneisenau (era en realidad una corbeta) acaecido el 16 de diciembre de 1900 es uno de los más conocidos y, aún antes, el embarrancamiento en las playas del Cantal del navío Septentrión en la noche del 3 de noviembre de 1784 (más por la falta de un faro que por la tormenta en sí) es otro caso que ya contaremos algún día.
Mucho más reciente en el tiempo es la que -como decimos, algunos recordamos de nuestros años más tempranos-, se desencadenó con fuerza inusitada en la mañana del miércoles 23 de enero de 1963 originando un fuerte temporal de levante. Un temporal que ya venía apuntando desde hacía una semana y que permaneció en toda esta costa durante días, con rachas huracanadas que sobrepasaron en la capital los 100 km/h y los 125 en zonas litorales del Estrecho, causando numerosos e importantes destrozos en barcos, infraestructuras, parques y mobiliario urbano.
El análisis meteorológico de sus causas es muy simple. La entrada de un frente de aire frío continental impulsado por un potente anticiclón, el desplazamiento del de las Azores hacia las costas de Terranova (lo que permitió ocupar la zona a una fuerte borrasca situada frente al cabo de San Vicente) y la presencia de bajas presiones en el Mediterráneo oriental hicieron el resto. El boletín del día siguiente era muy explícito: «Los vientos que lanza el anticiclón por su borde sur pasan encajonados a través del estrecho de Gibraltar, determinando violentos temporales frente a las costas de Málaga, Melilla, Cádiz y Tarifa.»
De hecho, desde las semanas anteriores ya venían produciéndose unas lluvias muy intensas en toda la región que dificultaron extraordinariamente el normal funcionamiento de esta ciudad. El jueves 17, por ejemplo, una fuerte tormenta del sureste había roto los amarres del carguero inglés «Delphic» anclado en el puerto y que prestaba servicio en la línea Europa-Australia. Al iniciar dicha nave las operaciones para zarpar buscando mar abierto (ante el cariz que estaba tomando el estado de la mar), ayudada por el remolcador Tavira, garreó el ancla siendo arrastrados por los fuertes vientos sus 173 metros de eslora y sus 16000 toneladas contra el cantil del muelle 7, sufriendo el dique y el buque serios daños. En los días que siguieron a este incidente las borrascas no cesaron.
La sección «El Puerto», que dirigía el recordado periodista de SUR F. Pérez Triano, se hizo eco de los destrozos causados por el huracán del día 23 objeto de estas líneas, tanto en las naves atracadas en los muelles malagueños como en las propias instalaciones portuarias: «El fuerte temporal de levante que durante toda la mañana azotó nuestras costas adquirió a primeras horas de la tarde gran violencia, dando lugar a que numerosas embarcaciones rompieran sus amarras. Tal es el caso del vapor español «Campo Grande», que cargaba en el número 6 y que al romper sus amarras se fue contra el dique. Sobre las seis de la tarde y visto que el temporal iba en aumento se cerró el puerto. Varios han sido los barcos que han entrado de arribada, entre ellos el «Costa Americana» y el «Cala Antena», así como muchísimos pesqueros. El correo de Melilla suspendió su salida.»
Como decimos, el incidente más importante dentro del puerto tuvo lugar cuando el mercante español «Campo Grande», de 5907 toneladas gruesas y 3456 netas, rompió las amarras sobre las seis de la tarde y, empujado por el temporal, se estrelló primero contra el muelle 4 y luego, destrozado su timón (lo cual le impedía gobernar), terminó abordando al dique flotante al que causó serios daños.
En dicho dique se encontraba en carena el vapor «Enrique Mainez» que sufrió algunos daños menores y quedó flotando en el interior del astillero cuando este se hundió parcialmente como consecuencia del tremendo choque del «Campo Grande».
Respecto a los muelles, los problemas más importantes tuvieron lugar en el de levante al que la fuerza del huracán partió por dos zonas, en las cuales produjo enormes boquetes pasando el descomunal oleaje desde el exterior del puerto al interior de la rada.
Los destrozos no solo se extendieron por las instalaciones portuarias, sino que la propia capital y las localidades costeras sufrieron igualmente el ímpetu del temporal. Numerosos desprendimientos, farolas caídas, árboles arrancados de raíz, tapias y tabiques derribados obligaron a los servicios municipales a actuar sin descanso durante todo el día que duró el fuerte viento y hasta bien entrada la madrugada: especialmente el cuerpo de bomberos que realizó más de sesenta salidas en tan solo unas horas. El Parque de Málaga, sin duda, fue una de los espacios más afectados.
Días después, este mismo Diario SUR hacía balance de los destrozos originados según podemos leer en su primera página: «Graves daños en la ciudad producidos por el huracán. El temporal rompió el espigón de levante. Seis embarcaciones se hundieron dentro del Puerto. Se ignora la suerte de tres pesqueros».
La prensa nacional se hizo igualmente eco de esta catástrofe. La Vanguardia publicaba en su edición del viernes 25 de enero lo siguiente: «Intenso temporal, con vientos huracanados, en el Estrecho de Gibraltar. El transbordador «Ciudad de Tarifa» embarrancó cerca de Algeciras y la motonave «Ciudad de Alcira» se vio en crítica situación. Grandes estragos en Málaga».
ABC, el mismo día, titulaba «Destrozos en Málaga» y analizaba los daños del temporal haciendo una exhaustiva descripción de las consecuencias de la tormenta.
Chabolas en las playas del Bulto y San Andrés.
El gobernador civil malagueño Ramón Castilla Pérez y el alcalde Francisco García Grana visitaron al día siguiente a los damnificados, especialmente los que habitaban en las casas de Pedregalejo y en los núcleos de chabolas que entonces aún existían en la ciudad, sencillamente arrasadas por la fuerza del temporal. Centenares de vecinos que habitaban en las playas de San Andrés tuvieron que ser evacuados y atendidos en la parroquia del Santo Ángel de Huelin primero, siendo alojados provisionalmente en los locales de Campsa y de las S.A. Vers.
Lógicamente, el Ayuntamiento de la capital convocó de forma urgente a la comisión permanente en la que García Grana presentó a los concejales un informe detenido sobre los importantes destrozos causados.
Tras elogiar la actuación de los servicios municipales, especialmente en la madrugada del día 23 al 24 donde sus intervenciones fueron más complicadas, el Alcalde explicaba:
«Los daños, sobre todo en nuestro querido Parque, orgullo de Málaga, son incalculables y hemos perdido 108 árboles arrancados de cuajo por el huracán. Han desaparecido especies arbóreas únicas en Europa, de las que tan ufanos estábamos los malagueños. Árboles centenarios que sembraron nuestros mayores y que ahora disfrutábamos han desaparecido para siempre sin posibilidad de salvación.» Reiteraba después que los destrozos en el arbolado de otros jardines y espacios de la ciudad alcanzaban en total a una pérdida de 240 árboles de considerable envergadura, especialmente «un gran ficus de la Avenida del Generalísimo» arrancado de raíz.
Respecto al Puerto, el Alcalde informó a los concejales: «Este enorme huracán de levante desencadenado durante los días 23 y 24 del actual ha ocasionado una verdadera catástrofe en el Puerto, destruyendo en longitud de unos cien metros el dique de contención del morro de levante, hundimiento parcial del Paseo Marítimo, destrucción de los espigones de la playa, graves daños en gran número de inmuebles, amén de farolas del alumbrado público, …».
En las aguas del Estrecho la tormenta fue, si cabe, más virulenta, alcanzando las olas una intensidad huracanada y llegando las rachas de viento a intensidades de más de 125 km/h. La comunicación marítima fue interrumpida durante días, Cádiz y Ceuta sufrieron serios daños en carreteras, viviendas, tendidos eléctricos y el arbolado de las ciudades. Varios barcos quedaron sin gobierno y algunos llegaron a hundirse.
Las noticias se sucedieron en toda la prensa durante semanas, haciéndose eco de las medidas de urgencia que se fueron adoptando, tanto por las autoridades locales y nacionales como por las empresas malagueñas que donaron ropa y enseres a los numerosos damnificados. En resumen, uno de los temporales huracanados más importantes de todo el siglo XX padecidos en esta ciudad.
A comienzos de aquel mismo mes de enero de 1963 -días antes de la tormenta huracanada que hemos analizado en el curso de estas páginas-, y bajo proyecto del ingeniero y director del Puerto Javier Peña Abizanda fue aprobado el «Proyecto de reposición de escollera en el muelle de levante» presentado en Junta. Por desgracia, no dio tiempo a acometer unas reparaciones que tanta falta hacían, ante la fuerza del temporal que habría de llegar días después.
Sin duda, el refuerzo del dique era necesario y los daños producidos obligaron a acometer un proyecto de mayor extensión, que fue aprobado en el mes de octubre del mismo año, y nuevas obras de consolidación del dique en enero de 1965.
Desde entonces, han tenido lugar otras tormentas en la mar y en las costas malagueñas, aunque afortunadamente sin la virulencia que aquella tuvo. Afortunadamente, nuestras infraestructuras portuarias han alcanzado ya la suficiente envergadura como para afrontar de manera más eficaz una tormenta que, como la de 1963, tantos daños causó en el puerto y en la propia ciudad y que de siglo en siglo nos visita.
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