
Pedro Blanco, el negrero malagueño: Un personaje entre la historia y la leyenda
Tras caer su nombre en desgracia, vivió en Génova y luego se instaló en Barcelona, donde murió
VÍCTOR HEREDIA
Martes, 21 de julio 2020, 00:24
Si hay una figura histórica malagueña que concita el rechazo y la antipatía de quienes conocen sus hechos, ésa es, sin ninguna duda, Pedro Blanco, ... quizás el negrero español más importante del siglo XIX. Pero Pedro Blanco se nos muestra más como un personaje literario que histórico, dibujado con el perfil de un hombre inteligente pero cruel y sin escrúpulos, capaz de cometer los mayores crímenes por una desmedida ambición de dinero y poder. El Mongo de Gallinas, el reyezuelo que dirigió el destino de miles de personas desde su factoría de Lomboko, aparece en los anales de la esclavitud como un auténtico monstruo.
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El tráfico de esclavos africanos formó parte de las redes comerciales atlánticas que alcanzaron una notable prosperidad durante el siglo XVIII. Por entonces los británicos controlaban las rutas que enlazaban Europa con África y América. Una buena parte de la incipiente producción industrial inglesa se dedicaba al comercio en la costa africana, a cambio de marfil, oro y esclavos. Éstos eran trasladados a las Indias Occidentales, a Brasil y a las posesiones españolas de América, donde existía una fuerte demanda de mano de obra barata. El sistema se justificaba en la consideración de los negros como seres inferiores por motivos raciales y culturales. El racismo que aún pervive en nuestros días es consecuencia, en buena medida, de la trata que provocó el traslado forzoso de millones de personas y la muerte de otras muchas en la travesía del Atlántico.
La prohibición de la trata por parte de Gran Bretaña en 1807 inició la etapa del tráfico ilegal, en la que la persecución naval de los buques ingleses y la presión diplomática del gobierno imperial no pudieron impedir el auge del comercio de personas, avivado por la expansión de la caña de azúcar en Cuba y del algodón en el sur de los Estados Unidos. En este contexto surge la figura emprendedora de Pedro Blanco.
Perchelero
Había nacido en Málaga el 30 de julio de 1793, hijo del militar Vicente Blanco y de la madrileña Gertrudis Fernández. Perdió pronto a su padre y se crió en la casa de su abuelo materno, Ventura Fernández, en la calle Cerezuela, en el barrio del Perchel. En 1802 fue admitido como alumno del Colegio Náutico de San Telmo, donde completó su formación como piloto con un notable expediente académico. De su hoja de estudios sacamos la única descripción conocida de Blanco, del que no existen imágenes: «ojos grandes negros, cejas y pelo castaño oscuro, nariz respingada, calzado de frente, menudo de facciones y color trigueño». En junio de 1810 se embarcó para hacer su viaje de prácticas reglamentario.
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En los años siguientes se convirtió en piloto de la carrera de Indias y entró en contacto con el tráfico de esclavos. Con el apoyo de destacados negreros cubanos, como los Zulueta, estableció una factoría en el estuario del río Gallinas, en la costa de Sierra Leona, a principios de la década de 1820. Blanco se dedicó a promover las guerras tribales en el interior para asegurarse un suministro continuo de esclavos, que reunía en sus barracones para que pudieran ser embarcados en los barcos negreros de forma rápida. Así se convirtió en un mongo, rango que solo alcanzaron Ormond y Cha-Cha Souza, personajes asentados en África que actuaban como abastecedores de esclavos para las plantaciones americanas.
Enorme fortuna
Blanco acumuló una enorme fortuna -llegó a contar con un pequeño ejército y bandera propia- y en 1839 se trasladó a Cuba, justo antes de que los británicos destruyeran su factoría. Los africanos que se amotinaron en el 'Amistad' procedían de Lomboko, que aparece reflejada -con escaso realismo- en la película de Steven Spielberg.
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Más adelante Pedro Blanco regresó a España para promover la colonización de la costa de Guinea. Acusado por su esposa, Rosalía Pérez Rolo, de todo tipo de prácticas contrarias a la moral -especialmente de abusar sexualmente de algunos parientes jóvenes-, su nombre cayó en desgracia. Vivió en Génova y luego se instaló en Barcelona. Falleció el 16 de junio de 1856 en un piso situado a pocos metros del Palacio de la Generalidad, por «una congestión cerebral causada por una demencia que padecía de muchos años». Así terminó la vida de un protagonista de la trata de esclavos que se movió, utilizando el título de Conrad, en el corazón de las tinieblas.
El personaje en la literatura
Quizás la primera referencia literaria al Mongo de Gallinas sean las menciones que aparecen en las memorias del capitán Théodore Canot, redactadas por Brantz Mayer bajo el título 'Veinte años de la vida de un esclavista africano', publicadas en Londres en 1854. Pero la que sin duda es la obra de referencia a la hora de hablar del personaje es la novela biográfica 'Pedro Blanco, el negrero', del escritor cubano nacido en Galicia Lino Novás Calvo, cuya primera edición se publicó en Madrid en 1933.
Novás generó un personaje literario que se ha convertido en motivo de estudio como protagonista de una de las novelas capitales de las letras cubanas del siglo XX. El malagueño Juan Cepas lo utilizó como personaje secundario en su libro de aventuras 'La hora de las anclas', de 1965. Más recientemente se han escrito 'Lomboko' (2010), de Toni de la Rosa, y 'Mongo Blanco' (2019), de Carlos Bardem, que es posible que se convierta en serie de televisión.
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