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Es una calle estrecha, peatonal y céntrica. También una de las más antiguas de El Borge. Pero, lo que más llama la atención es su nombre. Simplemente, 'Agustina'. Sin apellidos ni títulos. Es uno de los argumentos para pensar que fue el lugar del pueblo donde aconteció el capítulo épico de resistencia a los franceses en la Guerra de la Independencia.
Agustina es el nombre de la panadera que intentó liderar a los vecinos de El Borge para evitar que los soldados de Napoleón tomaran el pueblo. Fue ella la que tomó la iniciativa en dos ocasiones para hacer frente a los franceses en febrero de 1810.
La primera vez fue la primera en percatarse en plena noche de la presencia cerca del pueblo de un grupo de soldados. Seguramente, sería un pelotón de reconocimiento que tendría previsto acercarse al pueblo al día siguiente. Según cuenta Ismael Fernández, guía turístico y periodista afincado en este pueblo de la Axarquía, Tía Agustina, como todos la llamaban, vio que eran soldados que hablaban en francés. O lo que es lo mismo, un idioma ininteligible para ella. Esto le hizo sospechar que, como había ocurrido, en otros pueblos vecinos eran integrantes de las tropas de Napoleón.
Así, alertó a los vecinos de la presencia de quince soldados acampados cerca del pueblo. Éstos aprovecharon que los militares dormían para atacarlos por sorpresa y matarlos. Evitaron en ese momento lo que ocurriría al día siguiente probablemente. Sin embargo, tenían un problema nuevo. ¿Cómo ocultarían los cadáveres? Tía Agustina propuso una solución más rápida que enterrarlos. Ofreció el pozo de su casa para echar allí la quincena de cadáveres. Lo que pasó con los caballos no ha trascendido.
Hoy se cree que aquel pozo es el que se conserva en el interior de una vivienda de la calle Agustina. El inmueble, que ha sido adquirido recientemente por una familia alemana, ha pertenecido durante años antes a una familia borgeña que asegura que de allí se sacaron huesos humanos. A ello hay que añadir que, como ha recopilado Ismael Fernández, muchos mayores de El Borge aseguran que de pequeños se les decía que de ese pozo no se podía beber, porque como les explicaban, allí estaba «el agua de los franceses».
Pero, la eliminación de aquella patrulla de reconocimiento no evitó que los franceses fueran a El Borge. Seguramente alertados por la falta de señales del pelotón eliminado por los vecinos, tendrían que acudir en un número considerable para hacerse con el dominio de la villa. Necesitaban ganar tiempo y permitir que mujeres, niños y ancianos huyeran, pero los borgeños eran agricultores. A falta de armas convencionales, parece ser que Tía Agustina propuso usar algo que casi todos los de allí tenían: panales de abejas. Éstos se colocaron en la entrada de la plaza principal, junto al Ayuntamiento. Los insectos dieron una bienvenida hostil a los soldados, según cuentan las crónicas que han trascendido hasta hoy.
Pese a las dos argucias de aquella panadera borgeña, este pueblo, como el resto de las villas andaluzas, fueron tomadas por el ejercito de Napoleón. Eso sí, en pocas se puso tanta resistencia como allí.
Hoy la figura de Tía Agustina genera todavía muchos interrogantes. El periodista Ismael Fernández continúa recopilando información para saber más sobre ella. Su nombre, que no es frecuente en el pueblo durante los últimos años, le está sirviendo de pista para conocer su apellido e incluso certificar que vivía en la calle con la que parece rendírsele homenaje. Precisamente, está buscando datos en el Catastro de Ensenada de El Borge de mediados del siglo XVIII y otros archivos históricos.
Además, desde el pueblo también se promueve su figura de heroína con distintas iniciativas. Así, este mismo año se hizo una obra de teatro, del propio Ismael Fernández, que cuenta sus dos hazañas para que los vecinos del pueblo y quienes lo visitan conozcan a este personaje cada día menos anónimo.
Se prevé que la obra vuelva a representarse en febrero del próximo año. Quizás con algún dato más sobre esta mujer carismática de este pueblo conocido hoy tanto por sus pasas como por sus vínculos con el bandolerismo.
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