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Vasili Kandinski SUR.ARCHIVO
Del rey envenenado al pintor «degenerado»
ALBAS Y OCASOS

Del rey envenenado al pintor «degenerado»

Tal día como hoy nacía Erik XIV de Suecia, que le pediría diecinueve veces a Isabel I de Inglaterra que se casara con él, y moría Vasili Kandiski, después de que los nazis destruyeran muchas de sus obras por considerarlas «degeneradas».

TERESA LEZCANO

MÁLAGA

Domingo, 13 de diciembre 2020, 15:58

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13-12-1533 / 23-2-1577

Erik XIV de Suecia

Trece de diciembre de 1533, Estocolmo. Nace el primogénito del rey Gustavo I, que tras la muerte de este último veintisiete años después sería entronizado como soberano de Suecia. Con la corona ya bien asentada en la nórdica testa, Erik se apresuró en conquistar Estonia, en batallar con su hermano menor, a la sazón duque de Finlandia a quien los territorios fineses se le quedaron pequeños y pretendía anexionarse Suecia, y en guerrear contra Dinamarca y Lübek, que veían en la política estoniana de Erik una amenaza a sus respectivos intereses en el Mar Báltico. Ya antes de la muerte de su padre y de su consiguiente coronación, Erik había pedido diecinueve veces la mano de Isabel I de Inglaterra, hasta el british moño ya de la insistencia vikinga del barbudo, y Erik que si marry me y Elisabeth que si nej, y Erik que si I love you y Elisabeth que nej and nej, y Erik que si please y Elizabeth que si Hjälp... Erik se fue entonces a incordiar a María, reina de Escocia, que envió también al barbudo Erik a tomar viento de los fiordos vecinos; a Renata de Lorena, quien argumentó que antes atragantada con una quiche; a Ana de Sajonia, que invitó al pesado escandinavo a esnifar pepinillos en vinagre, y a Cristina de Hesse, que se precipitó en los brazos del primer duque que pasó por su castillo para no ser erikamente desposada. Rechazado por todas las damas ultramarinamente acosadas, Erik se ennupció con la hija de un soldado patrio a la que invitó a compartir el trono aunque para entonces sus súbditos más cercanos habían pasado de sospechar que Erik era más pesado que un reno en brazos a ser iluminados por la certeza de que estaba como una cabra de Vaermland y, tras destronarlo lo pasearon de castillo en castillo en calidad de prisionero hasta que le llegó la última cena, en su caso consistente en un plato de sopa de guisantes aderezada al arsénico que, al tiempo que desbarataba cualquier eventual conspiración para reinstalarlo en el trono, lo envió a hacer la digestión al Valhala, donde Odín lo habrá amordazado por cansino. Adjö.

16-12-1886 / 13-12-1944

Vasili Kandinski

Cuatrocientos once años después del nacimiento estocolmés de Erik XIV de Suecia, moría en Neuilly-sur-Seine Vasili Kandinski, pintor de origen ruso que abanderó la abstracción lírica y el expresionismo. Hijo de un comerciante de té siberiano, Vasili estudió en la Universidad de Moscú Derecho, aunque después se torció hacia el arte tras asistir a una exposición impresionista que le impulsó a cambiar la gestión de los litigios por una paleta tan brillante que su profesor en la Academia de Munich, literalmente deslumbrado, lo tuvo durante un año pintando todos los tonos de gris imaginables para bajarle los colores. Tanta grisura se reflejaría en sus primeros cuadros, unos paisajes sombríos ejecutados con espátula de los que emergería para sucumbir a un fauvismo salvaje que paseó por toda Europa hasta que la Primera Guerra Mundial lo devolvió a Moscú. Reclutado por el Comisariado del Pueblo durante la Revolución de Octubre, fundó el Instituto para la Cultura Artística que comenzó como una balsa de aceite de secado lento y acabó como el rosario de la aurora expresionista, es decir, con los pintores idealistas entre los que se encontraba Kandinski enfrentados a los constructivistas como Ródenchnko y Tatlin. Tras llegar ambos grupos a las manos, ora te atizo con el bermellón de cadmio, ora te clavo el carboncillo en el ojo, ora te mando a inhalar trementina, ora te inserto el tubo de blanco de titanio en el anio, ora te envío a freír puntillismos, ora te sacudo un claroscuro que te dejo técnicamente monocromático, ora te doy un espatulazo que te enverdo de óxido de cromo, Kandinski puso pies en polvorosa para dar clases en Weimar, de donde no tardó también en salir escopetado a consecuencia de una campaña nacionalsocialista en contra de la Bauhaus que lo exilió hasta los suburbios parisinos. Allí, entre formas biomórficas en contraste con el cubismo imperante en la época y huérfano de numerosas de sus obras destruidas por los nazis por considerarlas «degeneradas», adquirió la nacionalidad francesa seis meses antes de la ocupación hitleriana y murió cuatro meses después de que París fuese liberado por las fuerzas aliadas, Kandinski bien vale una misa. O dos.

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