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Federico Fellini. EFE
Del cineasta neorrealista al rey descabalgado: Federico Fellini y Jorge V de Inglaterra

Del cineasta neorrealista al rey descabalgado: Federico Fellini y Jorge V de Inglaterra

Albas y ocasos ·

Tal día como hoy nacía Federico Fellini, quien a través de las películas de Chaplin y los cómics humorísticos estadounidenses llegaría al neorrealismo, y moría Jorge V, soberano del Reino Unido y de la Mancomunidad Británica y emperador de la India

María teresa lezcano

Domingo, 20 de enero 2019, 01:05

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Tal día como hoy nacía Federico Fellini, quien a través de las películas de Chaplin y los cómics humorísticos estadounidenses llegaría al neorrealismo, y moría Jorge V, soberano del Reino Unido y de la Mancomunidad Británica y emperador de la India.

Federico Fellini. Del 20-1-1920 al 31-10-1993

Veinte de enero de 1920. Nace, en la ciudad italiana de Rimini, Federico Fellini, cuya infancia visionadora de las películas de Chaplin y de los cómics humorísticos estadounidenses le llevaría a afirmar cuatro décadas más tarde: «es evidente que la lectura intensa de esas historias, en una edad en que las reacciones emotivas son tan inmediatas y frecuentes, condicionó mi gusto por la aventura, lo fantástico, lo grotesco y lo cómico». También aseveraba habitualmente de sí mismo que era «un artesano que no tiene nada que decir pero que sabe cómo decirlo». Tras la fase de neorrealismo temprano encarnada por «Roma, ciudad abierta», y de neorrealismo exportado que le aureolaría de fama internacional con cuatros premios Oscar incluidos – por «Ocho y medio», «Las noches de Cabiria», «La strada» y «Amarcord» –, Fellini alcanzó su época de madurez repudiado tanto por la crítica como por las leyes de mercado y, mientras sus propuestas cinematográficas se consideran ya pasadas de moda, concepto terrorífico para cualquier artista pero más aún para quien siempre ha oteado la vanguardia, llegan François Truffaud con su clasicismo filosófico bajo el brazo y la Nouvelle Vague bajo los pies; Jean-Pierre Melville husmeando cine polar, no del documentalista de zorros árticos, morsas y ballenas jorobadas sino del negro francés, léase el film noir; Pier Paolo Pasolini rezumando compromiso político y anticlericalismo hasta por los meniscos; Andréi Tarkovski exudando lirismo poético y metafísico en su escultura del tiempo y Bernardo Bertolucci innovando todo lo innovable y bailando últimos tangos mantequilleros en París, y entre todos lo mataron y él solito se murió, aunque solo profesionalmente ya que a su biología boloñesa aún le quedaba cuerda para rato y todavía le sobró tiempo para dirigir obras más pequeñas y personales antes de ser él mismo filmografiado hacia la laguna Estigia. «E la nave va».

Jorge V de Inglaterra. Del 3-6-1865 al 20-1-1936

Dieciséis años después del nacimiento riminense de Fellini moría en Sandringham House, su cottage de treinta y dos kilómetros cuadrados de nada, Jorge V, soberano del Reino Unido y de la Mancomunidad Británica y emperador de la India. Tras la Primera Guerra Mundial y la imperial caída de sus primos el zar Nicolás II de Rusia y el kaiser Guillermo II de Alemania y, habida cuenta su propio origen germano por parte de padre, Jorge se aplicó la sabiduría de cuando veas las barbas de tu vecino cortar pon las tuyas a remojar y, antes de que le cayera encima el hirsuto antigermanismo imperante, se apresuró a cambiarse de dinastía y saltó de la casa Sajonia-Coburgo-Gotha, pátina alemana donde las haya, a la de Windsor que sonaba mucho más british, god save the king. Sorteado el escollo identitario, Jorge the fifth ya se las prometía muy felices con sus cacerías y sus filatelias cuando se le independizó media Irlanda y la otra media se le comenzó a cabrear como si no hubiera un mañana gaélico, y para colmo a diez millones de indios liderados por un tal Gandhi se les metió entre ceja reencarnada y ceja intocable que ya no querían seguir siendo súbditos de su graciosa majestad y se fueron a protestar por la subida del impuesto de la sal, tras lo cual se ratificaron en su deseo de enviar el colonialismo a tomar por Cullompton, que es un pueblecito de Devonshire la mar de salado, y se pusieron a elaborar su propia sal utilizando agua de mar en calidad de desobediencia civil, será por mares. Al margen de los quebraderos de cabeza que le estaban dando los súbditos cercanos y remotos, Jorge the fifth tampoco andaba muy bien de salud ya que, mientras guerreaba primermudialescamente, un caballo se le amotinó durante una revisión de tropas en Francia y lo descabalgó como a un plebeyo cualquiera, heridas de las que el rey nunca se recuperó del todo y a las que se sumaron una pleuresía por aquí, una obstrucción crónica por allá, una septicemia por acullá... Ya regiamente finado, mandaron a su majestad a procesionar hacia Westminster Hall, donde su windsoriana mortalidad iba ser expuesta al público, cuando una parte de la Corona imperial del Estado se desprendió del ataúd y fue a parar canaleta abajo mientras el cortejo entraba en el patio del palacio y el nuevo rey, Eduardo VIII se acojonaba pensando que era un mal presagio y puede que hasta vaticinara la sombra de la abdicación y una silueta llamada Wallis Simpson a la que le gustaba más una esvástica que una joya. Y mira que le gustaban las joyas.

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