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María suele pasar los fines de semana con sus nietas de tres y siete años en las playas de El Palo, pero este verano, dice, entra en el agua «con mil ojos» a causa de la presencia de algunas motos acuáticas que se acercan «peligrosamente» a los bañistas. «Nos gusta ir allí porque el mar es bajito, por las niñas, pero hay mucho joven que no respeta; algún día va a pasar una desgracia», vaticina la vecina de este barrio.
El incremento de estas embarcaciones va de la mano del aumento de ciertas negligencias que «ponen los pelos de punta» a quienes se cruzan de cerca con los infractores en la playa. Así lo afirma también Agustín Montañez, presidente de la Asociación de Pescadores del Litoral Este de Málaga (APLM), quien añade que, a su parecer, «se está desmadrando la situación de acoso» hacia quienes buscan refrescarse con un baño para mitigar el calor.
Según mantiene, los conductores pasan «flechados» por la zona de acceso y salida, «dejan las motos en cualquier lado» o circulan con tres pasajeros y sin portar los chalecos salvavidas homologables. «Aquí el problema es que, o se les pilla haciendo las travesuras, o esto queda impune», resalta Montañez.
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Irene Quirante Juan Cano
Quejas como estas han dado lugar a un operativo pionero en la costa de Málaga el que se han empleado tanto radares portátiles como etilómetros, entre otros medios, para vigilar el exceso de velocidad o el consumo de alcohol de quienes circulan con motos de agua, entre otras infracciones. Con medios técnicos, como cámaras con teleobjetivos y prismáticos, también se vigila para no perder de vista nada de lo que ocurra en la profundidad del mar.
El dispositivo se desplegó entre las 16.00 y las 19.00 horas del pasado viernes 5 y sábado 6 de agosto, intervinieron agentes de la Policía Local, del Servicio Marítimo de la Guardia Civil y Capitanía Marítima. En apenas seis horas de supervisión se detectaron un total de 18 conductas sancionables por parte de las embarcaciones, siendo la mayoría de las denuncias tramitadas a usuarios de motos acuáticas.
La mayoría de ellas tuvieron que ver con el exceso de velocidad, aunque también se sancionó a conductores que no llevaban la documentación o que fondeaban en la zona de baño. Del mismo modo, los agentes denunciaron a quienes no portaban los chalecos salvavidas obligatorios, realizaban actividades no permitidas en el canal náutico o, directamente, se negaban a colaborar en la labor de inspección que estaban desarrollando.
Descontrol
Montañez no es el único que opina que «se está desmadrando la situación de acoso» que sufren los bañistas o las conductas de riesgo que se dan alejadas de la orilla. Para el gerente del Club Náutico El Candado, Igor Prieto, se trata de una «problemática» que no es nueva, como tampoco lo es la preocupación que genera.
«Se da cierto descontrol porque es muy fácil acceder a estas tripulaciones, son solo unas horas de curso», expone. «Nosotros en el puerto tenemos un uso limitado para este tipo de embarcaciones, solo para socios a los que conocemos y que sabemos que son personas responsables, pero no admitimos más motos de agua», precisa.
En esta línea, Antonio Zaragoza, al frente del Club Deportivo Pesca de Benalmádena, considera que no es cuestión de prohibir la presencia de estas embarcaciones, sino de que se refuerce la presencia policial y se endurezcan las condiciones de acceso a las licencias de los conductores.
«Nos hemos llegado a encontrar con auténticas carreras entre motos acuáticas en la profundidad del mar y otro tipo de comportamientos que suponen un verdadero riesgo», dice. Y añade: «El peligro no solo lo corren el resto de embarcaciones y la gente que está nadando o dándose un baño, también los propios conductores».
Espacios protegidos
Las motos de agua también generan cierto malestar por las facilidades con las que acceden a determinadas calas del litoral malagueño, especialmente cuando se tratan de espacios protegidos. Así lo sostiene el presidente del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía (Gena – Ecologistas en Acción), Rafael Yus, quien comenta que, especialmente el año pasado, hubo bastantes embarcaciones, sobre todo de este tipo, que entraban a los acantilados de Maro-Cerro Gordo.
«Hay que recordar que esa es una zona protegida y ahí no puede haber ningún tipo de tráfico; es que es una barbaridad», sostiene al respecto. En este sentido, afirma que llegaron a elevar una denuncia a la Junta de Andalucía y todavía se encuentran a la espera de una respuesta. «Lo que pedimos es que se vigile, tanto por la seguridad de la gente como por el impacto medioambiental», zanja.
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