Parricidio en Campanillas: el detenido burló la orden de alejamiento hacia su padre con la excusa de entrar a ducharse
Un vecino que volvía a su domicilio escuchó los gritos, auxilió a Paco y avisó a los servicios de emergencias
«¿Estás en casa? Cierra puertas y ventanas y no salgas». Rocío se asustó al escuchar el tono de su marido al otro lado del ... teléfono. Eran las 14.10 horas del martes 10 de septiembre y ella se encontraba sola en su domicilio con sus niños, que son pequeños. «Estoy con Paco -continuó su esposo-, se está desangrando. Lo ha apuñalado un hijo y está por ahí dando vueltas. Ha huido con el cuchillo y no se sabe dónde está».
El marido de Rocío fue la persona que auxilió a Paco y que ayudó a su otro hijo a dar la voz de alarma. Hizo todo lo que pudo por salvarle la vida, llegando a taponarle las heridas con sus propias manos, pero todos sus esfuerzos fueron en vano. Paco murió la madrugada de este jueves en el Hospital Clínico a causa de la media docena de puñaladas que presuntamente le asestó su hijo.
El relato de este testigo lo hace su mujer, ya que él aún se encuentra en estado de shock por todo lo que ha vivido. «Mi marido venía a casa cuando escuchó gritos de socorro y se asomó a ver qué sucedía. Encontró a un hijo que trataba de auxiliar a Paco y éste le dijo: 'Por favor, ayúdame, ha sido mi hermano'», describe Rocío.
Ambos llamaron a los servicios de emergencias y, mientras llegaban las primeras patrullas, el hombre pudo conversar brevemente con él sobre cómo el agresor -otro de sus hijos- había logrado acceder a la vivienda. «Se presentó un rato antes, sobre la una o la una y media, y le pidió por favor a su padre que lo dejara entrar para darse una ducha», cuenta Rocío. Así fue cómo el parricida logró burlar la orden de alejamiento dictada por un juzgado precisamente para proteger a Paco de su hijo.
En el vecindario todos hablan con cariño de la víctima. Hasta su jubilación, el hombre se había dedicado al sector de la construcción y una de sus mayores ilusiones, hasta sus últimos días, era pasar buena parte de las jornadas en una casa que tenía en el campo, a la que se desplazaba prácticamente a diario para cuidar de su huerto.
Sus vecinos lo describen como «una buena persona y muy trabajadora». Lo conocían desde hacía décadas, desde que se trasladó al chalé de la urbanización El Brillante, donde crio a su familia con su mujer, de la que enviudó hace tiempo. Tenía varios hijos, todos ya mayores.
Según los testimonios recabados por este periódico, no tuvo una vida del todo fácil, de lo que se daban cuenta por la frecuencia con la que la Policía se desplazaba a su domicilio. Al parecer, el ahora detenido solía presionar a su padre para que le diera dinero, contexto en el que lo habría agredido con anterioridad al apuñalamiento.
El presunto autor, de 41 años, supuestamente llevaba años teniendo problemas de consumo de sustancias, de lo que el progenitor se habría desahogado con los vecinos, quienes sospechan que los mismos podrían haber derivado en algún trastorno mental. No sería el único hijo con padecimientos psíquicos, según quienes le conocían.
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