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Málaga y Granada, el Marruecos europeo de la marihuana

Málaga y Granada, el Marruecos europeo de la marihuana

Las plantaciones de cannabis sativa se extienden por el sur de España, que es ya el principal productor del continente con cultivos en viviendas, invernaderos y naves

Juan Cano

Málaga

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Sábado, 25 de julio 2020, 23:51

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Uno de cada cinco jóvenes reconoce que fuma marihuana habitualmente. El 28% de la población admite haberla probado alguna vez. El 10% se engancha. El consumo de esta sustancia ya supera al de hachís. Pero hay un dato aún más demoledor: en las operaciones policiales desarrolladas en Málaga ya se interviene más droga producida en España (marihuana) que importada de Marruecos (hachís) o Sudamérica (cocaína), según la Fiscalía.

El sur de España, con Granada y Málaga a la cabeza, se ha convertido en la principal región de cultivo de cannabis sativa del continente. El invernadero de Europa. «Somos, en la marihuana, lo que Marruecos al hachís», afirma un agente antidroga. «España es la principal productora de marihuana de Europa, es cierto, aunque no al nivel de Marruecos», matiza otro especialista en crimen organizado.

Las montañas del Rif producen entre 35.000 y 38.000 toneladas al año de hachís, lo que supone el 10% del Producto Interior Bruto (PIB) marroquí, según la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes. Un estudio reciente de la Universidad de Granada sostiene que da trabajo a unos 750.000 campesinos. Es el primer productor mundial y se calcula que el 70% de su cosecha se destina a Europa.

El cultivo y tráfico del hachís y la marihuana siguen rutas muy diferentes. Ambas provienen de la planta femenina del cannabis, pero la primera es la resina obtenida de la misma mientras que, la segunda, son las flores y hojas secas. La Oficina de la ONU contra el Delito y la Droga (ONUDD), organismo de referencia en la investigación mundial del narcotráfico, subraya que el hachís se exporta de un continente a otro, pero la marihuana, no. Marruecos y Afganistán producen resina de cannabis para todo el mundo, mientras que el tráfico de marihuana «tiene lugar predominantemente en la región de producción», según la ONUDD. Es decir, Europa se abastece de los cultivos locales, con España a la cabeza. 

En el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), organismo dependiente del Ministerio del Interior, se resisten a situar a España al nivel de Marruecos, aunque los datos que proporcionan hablan por sí solos: en 2019 han sido incautadas más de 32 toneladas de marihuana en España y 1.300.000 plantas, frente a las 799.616 del año anterior; medio millón de tallos más en solo 12 meses, lo que supone un incremento del 39%.

Acondicionar una vivienda para una plantación requiere una inversión inicial de 60.000 a 100.000 euros; los narcos la amortizan con la primera cosecha de marihuana.
Acondicionar una vivienda para una plantación requiere una inversión inicial de 60.000 a 100.000 euros; los narcos la amortizan con la primera cosecha de marihuana.

Según el balance de drogas de 2018, el último hecho público por Interior, en Andalucía se intervinieron 9.565 kilos de marihuana ya procesada, seguida, a bastante distancia, de Cataluña, con 5.331 kilos, que es una región productora, pero también zona de paso del estupefaciente hacia Europa, lo que explica el nivel de incautaciones. Para ilustrar el avance del mercado solo hay que mirar el dato de 2014, en el que se decomisaron 2.800 kilos en Andalucía (el aumento en un lustro es del 70%) y 1.100 en Cataluña.

Las cifras son aún más elocuentes si se consulta la estadística de plantas intervenidas. Andalucía ha pasado de 77.297 tallos en 2014 a 382.066 en 2018 (el techo está en 2017, con 463.815). Cataluña, con 57.256 plantas, no es la segunda región productora, lo que confirma que su nivel de incautaciones tiene más que ver con su ubicación geográfica fronteriza. Tras Andalucía se sitúa la Comunidad Valenciana, con 135.000 tallos incautados en el año 2018.

Invernaderos en la Axarquía

El jefe de la Sección de Estupefacientes de la Udyco-Costa del Sol constata el papel de España, y concretamente de Málaga, como principal productor europeo de marihuana. En junio, la Policía Nacional desmanteló cinco invernaderos en la Axarquía con 18.000 plantas. Días después, la Guardia Civil descubrió otros tres con 10.000 más. «La orografía de la Axarquía (también del Guadalhorce y el entorno de los montes de Málaga) dificulta la investigación: pequeñas lomas, muchos valles y carriles, fincas privadas, donde antes se plantaban tomates... Sin una sospecha clara, no puedes entrar».

Esta es, precisamente, una de las novedades detectadas en Málaga: cultivos agrícolas tradicionales que mutan y se pasan al narcotráfico. Según el CITCO, el 26% de las incautaciones de marihuana realizadas en 2019 en España se llevaron a cabo en campos o parajes naturales. «La gente le está perdiendo el respeto», afirma otro agente antidroga.

Aunque los latifundios están en clara expansión, el sistema habitual de producción es el 'indoor', esto es, dentro de viviendas (el 46%, según los datos del CITCO). «Es el más rentable porque es el más difícil de descubrir y puede darles hasta 5 y 6 cosechas al año», explica el jefe de Estupefacientes de la Udyco malagueña. Van del centenar de plantas en pisos pequeños (más común en Málaga capital) hasta las 1.500 o 2.000 en los sótanos de grandes chalés (en urbanizaciones de la Costa).

La génesis de este sistema de producción la sitúa el agente antidroga en la crisis de 2008. Los desahucios y la quiebra de constructoras, que dejaron promociones de viviendas a medio terminar, proporcionaron a las organizaciones el 'stock' de viviendas necesario para sembrar marihuana. El clima, la orografía y las infraestructuras hicieron el resto.

Cuando el país empezó a salir de la recesión, los grandes grupos internacionales, principalmente británicos y holandeses, optaron por alquilar viviendas (llegan a pagar las tres anualidades del contrato por adelantado) para instalar los viveros. Aunque el negocio es millonario, no suelen invertir en comprar estos inmuebles porque están obligados a moverse para eludir la acción policial.

Okupas de segundas residencias

La crisis del coronavirus también ha supuesto una oportunidad. El confinamiento impidió los desplazamientos de los ciudadanos hacia sus segundas residencias en la Costa. Grupos de narcos autóctonos no tardaron en ubicar esas viviendas y las han 'okupado' para instalar plantaciones de marihuana. «Buscan familias con dificultades económicas y les ofrecen la casa con llaves, luz y agua», cuenta el inspector jefe de la Udyco, que registra ya una decena de casos de este tipo en la provincia. La familia 'okupa' puede participar o no en el negocio –si se implica, puede percibir además un sueldo–, aunque a los narcos les vale con que permanezca en la vivienda, ya que constituye morada e impide con su sola presencia la intervención policial, que requiere de autorización judicial.

Narcos han aprovechado el coronavirus para okupar segundas residencias e instalar viveros de marihuana

Buscan a familias sin recursos y les ofrecen llaves, luz y agua para, con su presencia en las casas, dificultar la acción policial

Otra modalidad en auge es el cultivo en naves industriales y almacenes (5% de las plantaciones intervenidas, según el CITCO). En la Udyco han desmantelado ya varias bandas de origen chino que usan estas instalaciones. «Hace unos años apenas se detectaban pequeños grupos sin ningún tipo de estructura, pero en la actualidad están apareciendo y consolidándose verdaderos entramados dedicados a la marihuana», aclaran en el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado. En Málaga se han detectado grupos organizados españoles e internacionales, mientras que en Granada el control sigue en manos de clanes autóctonos.

Acondicionar el inmueble o la nave requiere un desembolso inicial que puede oscilar entre 60.000 y 100.000 euros, incluso más, dependiendo del tamaño. Una nadería para las dimensiones del negocio. De un vivero pequeño de 100 plantas con un metro de altura, los narcos pueden sacar unos 100 kilos de 'verde', de los que, una vez procesados, obtienen unos 40 de marihuana. A 1.700 euros el kilo (precio actual en España), la inversión queda amortizada en la primera cosecha.

Gasto energético

Las plantaciones 'indoor' requieren un elevado gasto energético (lámparas para acelerar los ciclos de producción y aumentar las cosechas, extractores para evitar el olor...), por lo que intentan realizar conexiones ilegales al alumbrado público o a la comunidad. Tanto es así que las compañías eléctricas ya disponen de equipos de ingenieros y técnicos dedicados exclusivamente a perseguir el fraude, que trabajan en estrecha colaboración con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Aunque los ajustes de cuentas se han asociado tradicionalmente a la cocaína, tanto en el CITCO como en la Udyco malagueña reconocen que empieza a haber violencia en torno a la marihuana en España. Comienzan a registrarse 'vuelcos' (robos entre organizaciones) e incluso secuestros exprés. Pero en Europa se mata. En países como Suecia o Inglaterra, donde el kilo se dispara hasta los 9.000 euros, se están produciendo asesinatos derivados de tráfico de esta sustancia estupefaciente. En Madrid, el gramo cuesta cinco o seis euros. En Dublín, 20.

Para potenciar su efecto, las nuevas variedades de marihuana llevan hasta un 30% de THC, un porcentaje muy peligroso para la salud

Los policías aprecian cierta sensación de impunidad entre los narcos motivada, dicen, por la levedad de las condenas. «Algunas son incluso inferiores a dos años y no llegan ni a entrar en prisión», apunta el jefe de la sección de Estupefacientes. El fiscal antidroga de Málaga Fernando Bentabol coincide. «El problema es que sigue sin considerarse una droga dura, cuando sí lo es, sobre todo con los niveles de concentración del principio activo (THC) que estamos detectando. Estamos teniendo un incremento bestial de casos de esquizofrenia por el consumo de marihuana», explica Bentabol, quien asegura que la Fiscalía General Antidroga está recopilando informes para presentarlos en el Tribunal Supremo y que el cannabis sativa se considere una sustancia peligrosa con grave daño para la salud, «lo que incrementaría considerablemente las penas».

«Trituradora de cerebros»

El fiscal antidroga malagueño muestra su preocupación ante la manipulación genética de las semillas. «Antes, la marihuana tenía concentraciones de THC del 4, el 6 o el 9%. Ahora nos estamos encontrando porcentajes demoledores del 20 o el 30%. Eso es una trituradora para el cerebro», denuncia Fernando Bentabol. Y ello se debe a que algunas organizaciones de narcos, empujadas por la demanda de variedades que coloquen más, cruzan distintas semillas para producir marihuana con mayor concentración de THC y potenciar el efecto psicotrópico de la hierba sin importarles los peligros para la salud.

La Oficina de la ONU contra el Delito y la Droga indica en sus informes que la marihuana debe tener «por lo menos» un 3% de cannabidol (CBD) y no más de un 9% de tetrahidrocannabinol (THC). Lo explica Claudio Vidal, que es responsable en Andalucía del proyecto Energy Control de la Asociación Bienestar y Desarrollo, y uno de los mayores expertos en la investigación de drogas: «Desde hace tiempo existe una cultura del cultivo de la marihuana y del cruce de variedades, pero se descuida que, junto al THC, es importante que exista el otro cannabinoide (CBD), que modula los efectos del primero. Si se descompensan, aumenta considerablemente el riesgo para la salud». De ahí que la oficina de la ONU advierta de que «por lo menos» debe haber un 3% de CBD. Vidal también incide en que hay un grupo de la población para el que el consumo de cannabis sativa representa mayor peligro: menores y personas vulnerables a trastornos psicóticos.

El responsable andaluz del proyecto Energy Control asegura que, desde hace cuatro o cinco años, el consumo de marihuana supera ya al de hachís, según las encuestas que realizan entre jóvenes que frecuentan espacios de ocio nocturno. Los datos de la ONU apuntan también a ese cambio de tendencia, al menos en Europa, donde el tráfico de hachís «menguó en más de un 30%» en 2015 y 2016 (últimos años del informe), lo que parece reflejar «un abandono del consumo de resina de cannabis en favor del uso de hierba de cannabis cultivada en Europa».

Algunas cifras

  • 28% admite haber probado alguna vez marihuana, según datos de las XVI Jornadas de Patología Dual aportados por la Fiscalía

  • 1.300.000 plantas de cannabis sativa fueron intervenidas el año pasado en España, medio millón más que en 2018, lo que supone un aumento del 39%

  • 46% de los cultivos en España son 'indoor', es decir, dentro de viviendas, mientras que el 26% son en espacios abiertos y el 5% en naves industriales.

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