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Andaban detrás de él por una reclamación internacional dictada por las autoridades francesas. Interpol había difundido la búsqueda y las sospechas de que pudiera estar escondido en la Costa del Sol. La Guardia Civil recogió el guante y compartió entre sus agentes la imagen del fugitivo para tratar de encontrarlo.
El pasado 8 de abril, sobre las nueve de la noche, una patrulla adscrita al cuartel de la Benemérita en Mijas localizó a un individuo cuyas características físicas encajaban a la perfección con las del prófugo, un individuo de 40 años y nacionalidad francesa, aunque de origen magrebí.
Los agentes, que demostraron buen ojo al reconocerlo por la calle, comprobaron que sobre él pesaba una orden de búsqueda y detención a efectos de extradición inmediata a Francia, por lo que seleccionaron el modo de abordarlo para arrestarlo y ponerlo a disposición de las autoridades.
El hombre se encontraba en una calle de una urbanización mijeña acompañado de su pareja. Cuando los guardias se acercaron a él, la mujer presuntamente reaccionó propinando un empujón a uno de los agentes, lo que le hizo perder el equilibrio y lesionarse en un gemelo.
El fugitivo aprovechó ese momento de desconcierto para emprender nuevamente la huida. Aunque logró zafarse momentáneamente de la patrulla, no logró ir muy lejos. Los guardias civiles lo persiguieron y le dieron alcance. Según las fuentes, el prófugo volvió a reaccionar con violencia y le dio un codazo en la cara a uno de los agentes. Pese a la resistencia que mostró, pudo ser reducido.
La intervención de la Guardia Civil se saldó al final con dos arrestados. Por una parte, el fugitivo, en virtud de la OEDE (Orden Europea de Detención y Entrega) que pesaba sobre él. Y, por otra, su novia, a la que leyeron los derechos por un presunto delito de atentado a la autoridad, ya que los dos agentes resultaron heridos durante el operativo.
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