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Sanitarios del 061 asisten a la víctima en el lugar de los hechos. SUR
El hombre asesinado en Marbella estaba en libertad condicional por tráfico de cocaína

El hombre asesinado en Marbella estaba en libertad condicional por tráfico de cocaína

A la víctima, a la que solo le consta un antecedente con la identidad que manejaba en España, le quedaban meses para marcharse de España, ya que la sentencia conllevaba su expulsión

Jueves, 4 de junio 2020, 00:57

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En la vida, puedes ser malo todos los días y que no te cojan nunca, o puedes ser bueno casi siempre y que, para una vez que no lo eres, te pillen con el carrito del helado y te comas tu marrón y alguno más que no te corresponde. La ficha policial de Slavisa Z., el ciudadano bosnio acribillado a tiros este martes en pleno centro de Marbella con un subfusil, dice que solo cometió un error punible. Al menos con esa identidad.

La historia de Slavisa Z. en España comienza a partir del año 2013, cuando recala en el país, no se sabe bien cómo ni por qué. Su renglón torcido lo escribe un año después, el 11 de septiembre de 2014 –recordaba bien la fecha porque coincidió con el día y el mes del atentado a las Torres Gemelas–, en aguas de la costa de Ceuta. La patrullera interceptó una barca con un motor de 60 caballos en la que viajaban el bosnio, dos españoles y 31 kilos de cocaína.

No fue un alijo cualquiera para las autoridades locales. En Ceuta se mueven el hachís y sus derivados, pero el trafico de cocaína es mucho más residual. La Fiscalía pidió para Slavisa una condena a 13 años de prisión. La sentencia, dictada de conformidad con el procesado, rebajó la pena a seis años de cárcel.

El bosnio cumplió la mayor parte de su condena en la prisión algecireña de Botafuegos, donde dejó un expediente sin mácula. Desde Instituciones Penitenciarias confirmaron a SUR que mostró siempre «muy buen comportamiento», lo que le hizo merecedor de 19 recompensas en forma de dinero (para el economato o para llamadas al exterior), material deportivo o algún tipo de privilegio (no beneficio) penitenciario. Slavisa trataba de enderezar el trazo.

El abogado marbellí Javier Muriel lo conoció jugando al fútbol, se hicieron amigos y, cuando el error, Slavisa le pidió que se hiciera cargo de su caso. Él lo describe como «un buen tipo», apreciado por su círculo en Marbella y «muy deportista». El bosnio presumía de que, durante su paso por la cárcel, el ministro del Interior –no se ha podido confirmar cuál, ni si esta parte de la historia es cierta– le entregó un diploma como mejor deportista del año.

A principios de 2019, salió de la prisión de Botafuegos para continuar cumpliendo su pena en régimen de tercer grado. Regresó a Marbella y se instaló en un piso situado a unos 100 metros del paso de peatones de la calle Arturo Rubinstein, donde el pasado martes fue ejecutado a plena luz del día. Una ráfaga de subfusil acabó con su vida cuando empezaba a cruzar la calzada con una bolsa de cartón en la mano.

El crimen se produjo cuando el capítulo de Slavisa en España estaba a punto de finalizar. Porque su condena, o mejor, el cumplimiento íntegro de la misma, conllevaba la expulsión. Él estaba determinado a pelearlo, porque no quería abandonar el país, pero la sentencia era meridiana y no tenía hijos ni otros motivos de arraigo. Tampoco está claro cómo se ganaba la vida. Algunos conocidos le habían ofrecido trabajo desde que salió de prisión, pero como estaba pendiente de expulsión y no tenía los papeles en regla, no podía acceder a un contrato «y tampoco quería meter en problemas a un amigo», apostilla Muriel.

Fuentes penitenciarias aseguraron que había superado ya el tercer grado y se encontraba en libertad condicional, a un paso de licenciarse. El letrado Javier Muriel afirma que sólo le restaban unos meses para saldar sus deudas con la justicia. Pero la policía tiene claro que tenía otras cuentas pendientes, y no pudo escapar de ellas.

La investigación, de la que se ha hecho cargo el grupo especial creado en la Comisaría Provincial para limpiar el rastro sangriento del crimen organizado, se centra en su entorno y su pasado, que está lleno de sombras. Porque Slavisa Z. solo existe desde 2013, cuando llegó a España. Los agentes creen que su identidad, la verdadera, podría ser otra, lo que deja aún demasiadas incógnitas y muchos trazos inconexos.

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