La hermana de Paula, asesinada en Torremolinos: «No la dejaba maquillarse ni tener redes sociales»
«Cuando ella lo dejó, le pregunté si tenía miedo y me dijo que no, que sentía pena por él porque no tenía dónde ir», asegura Fátima
Fátima repasa la historia y enhebra ella misma las señales que entonces no se lo parecieron. «No la dejaba maquillarse ni tener redes sociales. Era ... muy celoso», expresa la hermana mayor de Paula, la joven asesinada el año pasado en Torremolinos a manos presuntamente de Marco Romeo, un italiano investigado también por matar a otra pareja anterior que estuvo nueve años desaparecida.
Publicidad
La relación entre ellas siempre fue muy estrecha. Se criaron en Churriana -Fátima era la mayor y Paula, la segunda de tres hermanos-, aunque más tarde se mudaron a El Palo, barrio con el que su madre tenía mucha relación. Todas se consideraban de allí. «Si hablo de la Paula de verdad, la de toda la vida...», comienza Fátima. «Era una niña lista e inteligente -continúa- que sacaba sobresalientes. Le gustaba el ajedrez y era la mejor del colegio en atletismo. Ganaba todas las pruebas de resistencia». Paula quería estudiar Criminología. Pero una relación tóxica la desvió de su camino y la empujó hacia las drogas, relata Fátima. Ahí empezaron sus problemas.
Aunque vivían en ciudades distintas y se veían poco, las dos hablaban a diario. «Paula me contaba todo», asegura Fátima, que no interpretó las señales porque estaba convencida de que su hermana nunca le ocultaría algo así ni caería, de nuevo, en la espiral de la violencia de género. «La primera vez que le pasó -con una pareja anterior a Marco-, no lo dudó un minuto. Me llamó y me dijo: 'Fátima, me está pegando'. Fui yo misma la que llamó a la policía y lo denunció».
Y como siempre le contaba todo, un día Paula le vino con que había conocido a un hombre italiano. Era el año 2020. Le habló muy bien de él: que cocinaba fenomenal, que la trataba muy bien, que era organizado en la casa y que tenía detalles como llevarle el desayuno a la cama. En realidad Marco llevaba una rutina casi carcelaria: se levantaba temprano, hacía la cama, limpiaba la casa, lavaba la ropa... Y tenía una cara B.
Al principio de la relación, una de las hijas de Paula envió varios audios de whatsApp a su tía -la policía trató de recuperarlos, pero el móvil había sido restaurado y se borraron- en los que le decía que su madre y Marco habían discutido toda la tarde, que él se quedó a los pies de la cama donde ella dormía y que tenía un cuchillo en la mano. Fátima le preguntó por ello a su hermana y ésta le dijo que seguramente había sido una pesadilla de la niña, que entonces tenía 5 años.
Publicidad
Paula llamaba cariñosamente 'vi' (de vida) al hombre que, paradójicamente, se convertiría en su verdugo. Incluso fueron padres juntos. Y surgió la cara B. Un día, Paula le contó a su hermana que a él no le gustaba que se maquillara, que era celoso, pero Fátima sabía que su hermana también lo era, por lo que no le dio importancia. Tampoco le extrañó que no quisiera hacerse un perfil porque «todas sus parejas le habían controlado las redes», así que Paula decidió que era mejor no tenerlas.
«Este tipo de hombres hacen muy bien su trabajo; se cameló a la familia, nos engañó a todos»
Aun así, Fátima no podía imaginar que su hermana volviera a pasar, de nuevo, por la violencia machista, y mucho menos que no se lo contara a ella. Y no advirtieron nada en Marco que les hiciera sospechar, según dice. «Ese tipo de hombres hacen muy bien su trabajo. Se cameló a toda la familia: a mi mamá, a mi abuela... Siempre tenía una actitud muy tranquila. Y cuando tenían una discusión, trataban de hacernos ver que la que estaba loca era ella. Nos engañó a todos».
Publicidad
Menos a la pareja de Fátima. «A mi chico no le gustaba. Decía que le iba a hacer algo a Paula». Sus recelos surgieron a raíz de una primera ruptura entre la pareja. A él no le gustó el modo en que trató de convencerla para retomar la relación, rozando el «acoso». Fátima lo aclara: «Insistía todo el tiempo en que volviera con él, pero le bloqueó las tarjetas. Mi pareja decía que esa no era forma de querer».
Realmente sabían muy poco de él. Que era italiano, que tenía 45 años y que no quería volver a su país bajo ningún concepto. «Cuando le preguntaba a mi hermana sobre la vida de Marco, sí que me daba cuenta de que no sabía nada de él». Un día, un amigo de Torremolinos le contó a Fátima que el novio de su hermana había sido investigado por la desaparición de una chica. «Yo se lo dije a Paula y ella me explicó que conocía ese episodio porque lo había visto en unos papeles que le había encontrado a él».
Publicidad
La chica era Sibora Gagani, una italo-albanesa de 22 años que desapareció en julio de 2014, días después de romper la relación que mantenía con Marco. «A mi hermana [Marco] le contó que discutieron y que ella se marchó, que solía hacerlo, y que él estuvo buscándola junto a la familia. Paula lo creyó y no se volvió a hablar del tema». El cadáver de Sibora fue hallado en junio del año pasado después de que Marco, ya detenido por matar a Paula, confesara que su exnovia estaba emparedada en el piso que ambos compartieron en la barriada del Calvario, en Torremolinos.
El único comportamiento sospechoso lo percibió Fátima una semana antes del crimen de su hermana. Ella había venido a pasar unos días a Málaga y, antes de marcharse, quería pasar tiempo con Paula. «En ese viaje sí le noté un control estricto de la comida y la bebida que ella tomaba. Estaba muy mosqueado y no le gustó que saliera conmigo». La relación estaba a punto de saltar por los aires.
Publicidad
Unos días antes del crimen, Marco llamó a Fátima para contarle que su hermana lo había dejado y lo había echado de casa. Ella le respondió que dejara a Paula tranquila, y él le colgó. «Yo llamé a mi hermana el 16 de mayo. Me dijo que habían terminado y no me explicó nada más. Yo le pregunté si tenía miedo, seguramente porque mi chico me tenía comida la cabeza con que él no le gustaba, y ella me contestó que no, que le daba pena porque no tenía dónde ir».
Al día siguiente, Marco tendió una trampa a Paula y, según la Fiscalía, la asesinó asestándole 16 puñaladas con un cuchillo de cocina de 31,5 centímetros que había robado del bar donde trabajaba. Cuando la policía llamó a Fátima para decirle que habían encontrado muerta a su hermana, ella preguntó: «¿La ha matado él?».
Noticia Patrocinada
Fátima sabe que nadie le va a devolver a su hermana, pero pide Justicia para ella y para las mujeres que sufren malos tratos, «que tienen que abrir los ojos». La familia, representada por el abogado Guillermo Smerdou, reclama el cumplimiento íntegro de las penas: «Si son 28 años -es la condena que pide la fiscal-, que lo sean de verdad, y no que en ocho años esté fuera. Después de haber matado a dos niñas y de haber manipulado el sistema, no puede quedar libre por buen comportamiento. Paula no se merecía esa muerte. Ni Paula ni ninguna mujer».
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión