imagen de archivo de la Guardia Civil. SUR

Condenan a un guardia civil de Coín por golpearse adrede contra la ventanilla de un coche e inventarse que el conductor le había pegado

Dos policías locales también han sido declarados culpables en este caso, ya que le siguieron el juego y apoyaron el relato inventado por el agente del Instituto Armado

Aquella noche nada de lo que se había contado era verdad. El conductor de un coche fue detenido en Coín acusado de haberle pegado a un guardia civil, que llegó al puesto con el polo del uniforme roto y un golpe en la cabeza. Así rezaba en todos los informes que se elaboraron sobre lo ocurrido, tanto por parte de la Benemérita como de la Policía Local. Pero no era cierto. Fue un agente del Instituto Armado el que inventó este relato de los hechos, algo por lo que acaba de ser condenado, al igual que dos efectivos del cuerpo de seguridad local por apoyar su historia.

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Todo ocurrió en la madrugada del 5 de agosto de 2015. Sobre la 01.30 horas una patrulla, compuesta por el guardia civil condenado y un compañero -que fue el que acabaría delatándolo-, se encontraba en el recinto ferial de Coín. No estaban solos. En la zona también había una dotación de la Policía Local, formada por los dos agentes declarados culpables por la Audiencia Provincial de Málaga.

Con el motor apagado, había otro vehículo en la zona y, en su interior, se encontraba en estado de embriaguez el hombre que acabaría convirtiéndose en la víctima del engaño de los agentes. Tanto los policías locales como los guardias civiles se acercaron hasta él para identificarlo, a lo que él se negó, comenzando a insultarlos. Su actitud continuó cuando le solicitaron que se sometiera a la prueba de alcoholemia, a lo que contestó que no se la hacía «porque no le salía de los cojones».

Entonces comenzó el engaño. El guardia civil condenado engrilletó al hombre y se golpeó, de forma intencionada contra una ventanilla del coche del arrestado, autolesionándose. Siempre según se recoge en la sentencia de la Audiencia Provincial, a la que ha tenido acceso este periódico, después se tiró del polo del uniforme que llevaba hasta romperlo y le dijo al detenido: «Esto me lo has hecho tu».

Los otros tres agentes lo vieron todo. Pero, en un primer momento, nadie dijo nada. El guardia civil condenado llevó al hombre hasta el puesto de Coín como supuesto autor de los delitos de resistencia a agente de la autoridad, resistencia y desobediencia. Allí compareció y se instruyó un atestado en el que el «faltó deliberadamente a la verdad», al contar que el arrestado le había golpeado la cabeza contra el coche cuando los policías locales intentaban hacerle la prueba de alcoholemia.

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Los dos policías locales también elaboraron otro informe falso, en el que corroboraban la invención del guardia civil. Con «desprecio a la verdad», elaboraron un atestado por un delito contra la seguridad vial e hicieron constar, siendo mentira, que el conductor del coche había cogido del cuello al agente del Instituto Armado y que le había agredido golpeándole la cabeza contra la ventanilla del vehículo.

La principal prueba de cargo para la condena de los tres agentes ha sido, además de la declaración de la víctima del engaño, la que hizo el guardia civil que acompañaba al condenado aquella noche, a la que los magistrados consideran «creíble y verosímil». Explican que ofreció muchos detalles y que la reiteró en el tiempo sin contradicción alguna.

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Fue él quien desveló que su compañero mentía. Aseguró que lo que en realidad había ocurrido era que el conductor del coche había originado un altercado, que estaba borracho e insultaba a los cuatro agentes que se encontraban allí. En un momento dado, afirmó que el guardia civil condenado engrilletó al hombre, se dirigió hacia el vehículo y lanzó su cabeza contra uno de los cristales, autolesionándose y culpando de ello al arrestado.

Ante los magistrados, explicó que decidió no contar nada de lo que había presenciado a sus superiores porque temía que si lo hacía «se tratara de arreglar la cosa». Indicó que lo pondría en conocimiento de un juez cuando lo llamaran a declarar por este asunto, tal y como hizo unos días después en su primera declaración judicial.

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Por todo ello, la Audiencia Provincial ha declarado al guardia civil y a los dos policías locales que le siguieron el juego responsables de un delito de falsificación documental y otro de denuncia falsa. Al agente de la Benemérita se le impone una pena de tres años de cárcel y una multa de 5.400 euros. Además, se le inhabilita para ejercer el cargo de agente de la autoridad durante dos años.

En cuanto a los policías locales, la condena es de dos años de cárcel y del pago de una sanción económica de 5.400 euros para cada uno. Además, ninguno de los dos podrá ejercer de policía durante dos años, según se plasma en la resolución judicial.

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