Alerta vecinos: el grupo de whatsApp de una pedanía de Antequera para protegerse de los ladrones

El pasado domingo por la noche, una mujer de 60 años fue abordada por cuatro encapuchados al salir de la casa rural que regenta en la zona. Los delincuentes la tiraron al suelo y la condujeron campo a través hasta una vivienda familiar: ella los engañó diciéndoles que era su domicilio a sabiendas de que allí estarían sus hermanos y que podrían ayudarla.

Nada más cruzar el quicio de la puerta, la mujer comenzó a gritar y uno de sus hermanos reaccionó de inmediato. Logró dar un portazo y cerrar delante de las narices de uno de los cacos, que no pudo impedírselo. La banda optó por huir al ver frustrados sus planes. Lo único que ha echado en falta la víctima ha sido su teléfono móvil y unas gafas graduadas, que seguramente se le cayeron en el forcejeo.

Tras el robo, el grupo 'Alerta vecinos' empezó a echar humo. «Asociación de vecinos, por favor, que hay cuatro hombres encapuchados que han perseguido a mi hermana para matarla. Vienen robando, por favor, que salga en los grupos, por favor», gritaba, muy angustiada, la hermana de la víctima. Su mensaje no pasó inadvertido y los habitantes de la Higuera, en el partido de Jeva, reaccionaron de inmediato.

Los vecinos llamaron inmediatamente a la Policía Nacional, que es la Fuerza de Seguridad competente en la zona, y también a la Policía Local. Dos patrullas de cada Cuerpo se desplazaron hasta la pedanía antequerana, aunque la distancia y el estado de las carreteras supone que tarden cerca de media hora en llegar, según el alcalde pedáneo, Juan López, que reconoció la preocupación existente entre los vecinos.

Mientras las patrullas llegaban al lugar, los residentes en la Higuera se movilizaron inmediatamente para tratar de interceptar a los ladrones. Salieron de sus casas y cortaron los caminos con sus coches y furgonetas. «Casi todo el barrio está metido en el grupo de WhatsApp, así que entre todos intentamos tapar las salidas», comenta López.

El alcalde pedáneo explica que han optado por esta solución para combatir la sensación de inseguridad y el aislamiento, ya que se trata de un diseminado de casas dispersas por el campo. «Aquí no estamos acostumbrados a esas historias, pero desde hace unos meses ha habido varios casos. Tiran piedras contra los cristales a ver si sale alguien y, si no se asoma nadie, significa que está vacía y entran a robar», cuenta.

Otro vecino de la zona asegura que en los asaltos anteriores se han registrado daños en el mobiliario de las viviendas y que a un residente en concreto le sustrajeron varios miles de euros de un regalo familiar por una comunión.