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Yang Kaili en una de sus intervenciones en la red social. :: R. C.
Sin tonterías con el himno chino

Sin tonterías con el himno chino

Una 'influencer' es detenida y obligada a disculparse en público por tararear divertida la marcha nacional ante miles de seguidores

ZIGOR ALDAMA

Jueves, 1 de enero 1970

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shanghái. Los himnos nacionales pueden ser un arma de doble filo. Esas sintonías que, en teoría, están escritas para provocar muestras de unión y patriotismo a veces propician todo lo contrario. La Marcha Real de España es un buen ejemplo de ello, pero hay muchos más. Abuchear los acordes de la composición en alabanza del Estado es deporte nacional en muchos países compuestos por diferentes naciones o con sensibilidades encontradas.

Ni siquiera China se libra: sobre todo en la excolonia británica de Hong Kong, la Marcha de los Voluntarios que suena mientras ondea la enseña roja con las cinco estrellas amarillas de la República Popular se suele recibir con un sonoro coro de rechazo. Sobre todo en competiciones deportivas. Por eso, el año pasado, Pekín aprobó una ley que castiga con hasta 15 días de cárcel a quienes actúen de forma irrespetuosa mientras suena el himno.

La última víctima de esta nueva norma, sin embargo, tiene poco que ver con la exaltación que suelen propiciar los estadios: Yang Kaili es una joven de 20 años que ha soliviantado a las autoridades desde la habitación que utiliza para retransmitir su vida en directo por internet. Es una famosa 'influencer' china que el pasado día 7 cometió el delito de tararear el himno divertida, como si fuese directora de orquesta, mientras cientos de miles de sus casi 50 millones de seguidores la veían cantar 'online' en la plataforma Huya.

A alguno de ellos no le gustó su actuación y avisó a la policía de Shanghái, que no dudó en arrestarla. Cinco días ha pasado Yang en el calabozo, pero donde más le va a doler su falta de seriedad va a ser en el bolsillo. Porque había firmado un contrato por unos 50 millones de yuanes (6,25 millones de euros) y las plataformas con las que trabajaba han cerrado sus canales o retirado todos sus vídeos y entradas del perfil.

Así que, en la mejor tradición de la Revolución Cultural, Yang no ha visto mejor salida que la contrición. El domingo pidió disculpas públicamente «a la patria, a los fans, y a las plataformas 'online'», y ayer afirmó que su inocente tarareo fue «una estupidez». Por si fuese poco, anunció su intención de reflexionar. «Aceptaré cualquier educación ideológica, política y patriótica, y estudiaré a fondo la Ley del Himno Nacional», afirmó en la red social Weibo, la más popular del país.

De momento, mientras recapacita y se reconvierte en ciudadana modelo, Yang dejará de publicar vídeos en el ciberespacio, donde las empresas que lo explotan no parecen haber aceptado sus disculpas. «Queremos extender energía positiva», explicó Huya al informar de su decisión de clausurar el canal de la joven.

En cualquier otro país este caso habría pasado desapercibido. Pero en la China del presidente Xi Jinping el patriotismo es algo obligado. «El himno nacional es un símbolo del país y todos los ciudadanos deben respetarlo y proteger su dignidad», justificó la Policía de Shanghái en un comunicado. «En las plataformas de retransmisión en directo también son de aplicación los estándares legales y morales», sentenció.

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