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Comemos menos que hace 40 años, pero también nos movemos menos y eso trae como consecuencia un aumento de la obesidad.
La clave de la obesidad está en el sedentarismo

La clave de la obesidad está en el sedentarismo

No se trata de comer menos, sino de gastar más energía de la que consumimos

redaccion

Lunes, 6 de octubre 2014, 10:27

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La obesidad es el resultado de un balance energético positivo continuado, en el que la ingesta total de energía supera el gasto energético total. A pesar de las evidencias científicas sobre los beneficios derivados de la actividad física, la tendencia de los últimos años es el incremento del sedentarismo, al tiempo que descienden las calorías ingeridas.

«Así, y en función de los datos que muestran los patrones alimentarios en España de las últimas décadas, vemos que -a diferencia de lo que pudiera pensarse dadas las actuales cifras de sobrepeso y obesidad-, el total de calorías ingeridas hoy por los españoles es un 13% menor que hace 40 años», afirma el doctor Rafael Urrialde de Andrés, responsable del Área de Salud y Nutrición de Coca-Cola Iberia. En concreto, la ingesta media de energía ha pasado de 3.008 kcal/persona/día en 1964 a las 2.609 kcal/persona/día en 2012.

Junto a ello, el 42% de la población en España nunca realiza actividad física o deporte, y en los últimos 50 años la actividad física laboral se ha reducido en la media en unas 120 kcal/día. «Los estilos de vida sedentarios dificultan el mantener un balance energético equilibrado, ya que en esos casos el gasto de energía es muy inferior al necesario», explica el doctor Urrialde y agrega: El control de la ingesta y el gasto de la energía son aspectos claves en el equilibrio energético».

La inactividad física y la mortalidad

Según la OMS, la inactividad física es el cuarto factor de riesgo más importante de mortalidad y una de las principales causas de enfermedades crónicas como el sobrepeso y la obesidad, cuya prevalencia está aumentando progresivamente en un gran número de países de todo el mundo.

Para el doctor Urrialde, «el incremento sustancial del sedentarismo y la inactividad física está motivado por los cambios en los hábitos de vida de la población, tanto en los patrones alimentarios como de actividad física, y el descenso en el gasto energético en la vida cotidiana. Vivimos en un entorno que hace que las personas sean inactivas porque moverse es cada vez menos necesario».

Actualmente, la comunidad científica coincide en señalar que una de las herramientas de salud pública con mayor potencial para poner freno a la epidemia de la obesidad es la prevención mediante la práctica habitual de actividad física, que a su vez, es fundamental para conseguir el equilibrio energético entre las calorías que ingerimos y las que gastamos.

«Fomentar un estilo de vida activo y saludable basado en una dieta variada, moderada y equilibrada, incluyendo unos niveles adecuados de hidratación y la práctica regular de actividad física resultan fundamentales para promover el bienestar de la población y evitar de esta forma el sobrepeso y la obesidad. Igualmente, es importante recordar que a la hora de controlar el peso, todas las calorías cuentan, independientemente del alimento o la bebida de donde procedan, incluidas las que se encuentran en nuestras bebidas», explica el experto.

Dieta y azúcar

Y hablando de calorías, un nuevo estudio ha analizado la evidencia científica sobre la asociación entre el consumo de bebidas azucaradas y el riesgo de obesidad, teniendo en cuenta por primera vez el balance energético. El análisis se ha llevado a cabo a partir de una revisión sistemática de trabajos científicos anteriores, y según sus conclusiones, la evidencia de una asociación entre el consumo de bebidas azucaradas y el riesgo de obesidad es inconsistente cuando se realiza el ajuste correspondiente al balance energético entre las calorías ingeridas y las gastadas por el organismo.

Esta es la principal conclusión del estudio Systematic review of the evidence for an association between sugar-sweetened beverage consumption and risk of obesity, que acaba de publicar la revista científica Nutrition Reviews.

Según el profesor Lluìs Serra-Majem, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, y presidente de la Academia Española de Nutrición, «la obesidad tiene una casuística compleja y multifactorial, por lo que reducir la ingesta de azúcares, por sí solo no reducirá la incidencia de obesidad, si no se acompaña de programas adecuados para ajustar el consumo y, particularmente, el gasto de energía. Al fin y al cabo, la obesidad es el resultado de un balance energético positivo continuado, en el que la ingesta total de energía supera el gasto energético total».

Estudios anteriores

Anteriormente, las conclusiones de otro análisis científico publicado en Obesity Reviews, revista científica de la Asociación Internacional para el Estudio de la Obesidad, concluyó que la reducción del consumo de bebidas azucaradas no estaba asociada de forma directa con una disminución de la obesidad ni de los niveles del Índice de Masa Corporal (IMC).

Igualmente, en el estudio científico La paradoja australiana: descenso notable de la ingesta de azúcares en el mismo periodo en que aumentan el sobrepeso y la obesidad, sus autores concluyeron que los esfuerzos para reducir la ingesta de azúcar pueden disminuir su consumo, pero no necesariamente la prevalencia de obesidad.

Por último, y según los resultados de un estudio transversal, realizado por investigadores de Portugal y Reino Unido, no hay evidencias entre la ingesta de bebidas azucaradas y el sobrepeso en niños del área mediterránea. Ésta fue la principal conclusión de la investigación Sugar-sweetened beverage intake and overweight in children from a mediterranean country, publicada en la revista Public Health Nutrition. Según sus autores, sus hallazgos «sugieren que reducir o eliminar el consumo de bebidas azucaradas no tendría un gran efecto sobre la distribución del IMC de los niños».

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