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Martes, 28 de julio 2020
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Desde el pasado mes de marzo la realidad como la conocíamos cambió radicalmente. Ciudadanos, empresas e instituciones vimos alterados nuestro día a día a causa de la pandemia mundial.
La crisis sanitaria provocada por el COVID-19 nos obligó a parar y cambiar nuestra forma de vida. Meses de confinamiento, dudas y miedo que afectaron a la salud de muchas personas más allá del virus.
Actualmente, después de más de cuatro meses desde el inicio del estado de alarma, buena parte de nuestra realidad sigue girando en torno al coronavirus, pero, ¿qué pasa con el resto de enfermedades? ¿Nos sigue dando miedo ir al médico por temor a posibles contagios? ¿Cómo ha afectado a nuestra salud física, psicológica y emocional toda esta situación?
Para abordar estas y otras cuestiones Diario SUR organizó el pasado 24 de julio la Mesa Técnica online 'Cómo afecta la pandemia a nuestra salud: consecuencias del COVID-19', dentro del encuentro profesional #MálagaconSalud.
Este evento, moderado por la periodista Carmen Alcaraz, contó con la participación de Cristina Núñez Parra, psicóloga de Psicoabreu; Ángela Fernández Entrambasaguas, óptico-optometrista de Barbarela; Martín Marchese, médico de urgencias de Helicópteros Sanitarios; y Jonás Morais D' Almeida, director general de GenesisCare.
Como punto de partida, la psicóloga Cristina Núñez quiso recordar que, aunque se habla mucho de las consecuencias psicológicas y el impacto que puede tener en la salud mental todo lo vivido, lo cierto es que aún no hay estudios que puedan determinar estas secuelas reales, por lo que pidió cautela a la hora de convertir en sentencia tales afirmaciones. «Se dice mucho que la pandemia ha constituido la causa de diferentes trastornos psicológicos como ansiedad, depresión, etc. Pero realmente eso no es así. Una pandemia es un estresor universal que toca pilares básicos del ser humano como la salud, relaciones familiares, trabajo, etc. Pero actúa como un precipitante, no como una causa. Ha hecho que se manifiesten cosas que ya existían». Además, la psicóloga recordó que tras la cuarentena se está viviendo una nueva etapa y esta requiere una atención especial para atajar los posibles problemas que están surgiendo.
El Dr. Marchese, por su parte, apuntaba que en el ámbito de las urgencias médicas han vivido todo tipo de situaciones. Desde el comienzo de la enfermedad, que podía confundirse con un catarro, hasta el día de hoy, que identifican el virus prácticamente desde las valoraciones más iniciales. El doctor planteaba que, actualmente, existen cuatro grandes afecciones a la salud. «Las primeras, que son las directas del COVID; las que vienen de las complicaciones del COVID, que han sido los casos más graves y las estancias más largas en UCI; lo no COVID, que considero que es lo más importante, es decir, todo aquello que no se atendió y se hizo esperar y que ha traído consecuencias muy difíciles de medir, pero muy graves para la salud de la ciudadanía; y la exacerbación de ciertas patologías de salud mental».
En este sentido Jonás Morais aportó su visión como gerente de GenesisCare, una clínica médica especializada en oncología. «Durante este tiempo se ha creado, sin darnos cuenta, otra crisis sanitaria que va mucho más allá de la pandemia, en la que estamos muy focalizados. Hay muchas enfermedades en las que ha impactado muy negativamente todo lo vivido y veremos consecuencias importantes».
Ángela Fernández incidió en el papel de la salud visual, una de las grandes afectadas por los hábitos de vida derivados del confinamiento y la pandemia. «En nuestro caso, al ser un tema muy visual, estar encerrados y el abuso en el empleo de dispositivos ha provocado una enorme sobrecarga del sistema visual, y están llegando muchos pacientes con las consecuencias de ese exceso de trabajo en la visión de cerca por hábitos a los que normalmente no estábamos acostumbrados. Para la visión, no poder estar en espacios abiertos, no activar la periferia, tantas pantallas y luz artificial está teniendo muchas consecuencias visuales que, aunque ya se están notando, veremos más a largo plazo».
De la incertidumbre a la acción
Una de las principales claves que ha tenido esta pandemia ha sido el desconocimiento sobre la misma, especialmente en los primeros momentos. Esto provocó un desconcierto en la población con impacto en múltiples niveles. Sin embargo, con el paso de las semanas fueron apareciendo otras preocupaciones.
«En las primeras semanas, pese a que aparecieron reacciones normales de estrés o ansiedad, las personas se encontraban bien porque, ante una amenaza, los recursos atencionales atienden a la norma para que no haya problema, que en este caso era una orden clara, quedarse en casa. Sin embargo, a partir de la tercera o cuarta semana se empezó a tener consciencia de otras cuestiones como el tiempo, la falta de libertad o de información. Ahí es cuando aparecen las reacciones, tanto en adultos como en niños. Y ya, cuando salimos a la calle, todo se intensifica por el deseo de salir pero el miedo a la amenaza, que persiste», explicó Núñez Parra. La especialista también abordó las consecuencias en pacientes con enfermedades psiquiátricas, o en personas que han perdido a familiares y seres queridos en este tiempo, o que no tienen trabajo. «Todos estos puntos son los que constituyen los principales temas que se están tratando ahora mismo en terapia».
Respecto a la salud más allá del virus, los expertos acusaron la falta de atención a otras cuestiones de vital importancia. «Nos hemos focalizado tanto en intentar paliar los efectos del COVID que la cadena habitual de atención primaria o especialistas se ha visto afectada. Ha bajado el número de diagnósticos en un número notable y nos hemos situado en un retraso continuo en el que el paciente no accede al tratamiento en tiempo, lo que puede afectar a la supervivencia del paciente», remarcó Morais.
Otro punto que trató el gestor es que los propios pacientes no querían acudir al centro. «Estaban poniendo por delante las probabilidades de infectarse, que no eran seguras, y dejaban de lado la verdadera enfermedad que sí tenían. El miedo superaba la propia consciencia de su enfermedad». En este sentido cabe destacar que GenesisCare implementó una serie de medidas de protección que se sumaron a las dictadas por las autoridades sanitarias y les permitió no parar los tratamientos en ningún momento en ninguno de sus centros. «Hemos hecho un gran esfuerzo para minimizar los riesgos de contagio a empleados y pacientes porque entendemos que el cáncer no para, ni por el COVID ni por nada».
El Dr. Marchese también se sumó a esta reivindicación. «En urgencias se suelen tratar urgencias reales, urgencias intermedias y casos banales. Y durante este tiempo han desaparecido prácticamente todas. De tener guardias de 30 a 40 pacientes a tener 2 o 3 y todos con síntomas relacionadas con el COVID. Incluso se han dejado de vender antibióticos. Pero no porque las infecciones hayan desaparecido, sino por el pánico de la gente a ir a los médicos y especialistas. Y es importante mandar un mensaje de tranquilidad y recordar que es muchísimo peor quedarse en casa y esperar con una patología que podría ser seria, a ir al médico. Hoy por hoy los hospitales tenemos circuitos especializados desde la misma recepción y son lugares seguros. En Hospital Helicópteros Sanitarios, por ejemplo, no ha habido ningún contagio intrahospitalario. La gente debe estar tranquila, hacer un uso racional de los sistemas sanitarios, pero no olvidar que las enfermedades existen y que hay que seguir tratándolas».
En relación a la salud ocular, Fernández aseguraba: «En Barbarela hemos vivido dos fases. Cuando empezó el confinamiento se dijo que uno de los focos de contagio era el ojo, por lo que ante la incertidumbre decidimos parar de hacer revisiones y estábamos abiertos principalmente para urgencias. En ese momento tuvimos una avalancha de gafas rotas, gente que teletrabajando se dio cuenta de su mala visión, otros que sentían la necesidad de hacerse unas gafas de repuesto, etc. Después, cuando se adaptó todo para poder volver a hacer revisiones, comprobamos como hemos dicho antes la sobrecarga del sistema visual de cerca, con sintomatología como dolor de cabeza, cansancio ocular o incluso visión doble. Todo ello debido al teletrabajo, la formación online, las videoconferencias constantes con amigos, etc. Respecto a las patologías, están aumentando principalmente las miopías, sobre todo en niños que son los que menos respetan la distancia y el tiempo de exposición.
Los retos de la 'nueva normalidad'
Todos los profesionales coincidieron en que la incertidumbre ha sido una de las peores situaciones que se han vivido durante esta crisis. Esto ha dado lugar a muchas situaciones complicadas. «Hay personas muy poco tolerantes a esto y se han dado comportamientos muy obsesivos y controladores con 'lo de fuera' ante la incapacidad de manejar 'lo de dentro'. Y ha sido uno de los grandes síntomas», subrayaba Cristina Núñez.
Los expertos también concordaron en las diferentes etapas que se han vivido y la casuística propia de cada una de ellas, desde el confinamiento a las primeras fases de salida y situación actual. En este sentido los participantes coincidieron en el papel de los profesionales acompañando a la ciudadanía en cada una de las funciones y especialidades, tratando de hacer todo lo posible por asegurar el bienestar de la población.
También quisieron recordar la responsabilidad de cada uno en el momento en el que nos encontramos y de cara al futuro. Para ello, recordaron, es necesario seguir las recomendaciones sanitarias, usar la mascarilla y no olvidarse de las medidas de distancia social.
Como punto final del encuentro, Núñez Parra quiso incidir en la necesidad de ser responsable también en el propio proceso personal de cada uno. «Tenemos que tener un poco de introspección y ver cómo es nuestra forma de estar en el mundo y si esto nos lleva en la dirección que queremos ir. Sin patologizar reacciones emocionales normales, ponerse en marcha de manera individual o con ayuda de profesionales».
Este mismo mensaje mantuvo el doctor: «Hay que hacer la vida lo más normal posible pero sin olvidarnos de lo que hemos vivido. Hay que ser respetuoso, atender a nuestra salud y llevar una buena alimentación. Esto pasará, pero es tarea de todos»
«No hay que olvidar que el COVID no lo es todo, y no podemos desatender otras enfermedades porque, como hemos dicho, esto puede dar lugar a otra crisis sanitaria, con peor supervivencia o calidad de vida y empleando más recursos», puso el foco Morais.
Por su parte, la óptico-oftalmólogo de Barbarela concluyó: «Hay que vivirlo con calma y responsabilidad. Si se da un posible rebrote aprender de lo vivido e informarse bien empleando la lógica. Si te pasa algo concreto, busca ayuda concreta».
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