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¿Ha sido la obesidad atractiva a lo largo de la historia?

¿Ha sido la obesidad atractiva a lo largo de la historia?

La infinidad de guerras y crisis que definen la historia de la humanidad han sometido a la mayor parte de la población a situaciones de escasez perenne que, en muchas ocasiones, han transformado la imagen de gordo insano a rellenito poderoso

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Jueves, 26 de diciembre 2019, 00:41

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No es raro escuchar que los cánones de belleza que manejamos la especie humana son un conjunto de reglas aleatorias que cambian o se perfeccionan de forma caprichosa al dictado de los tiempos. Este planteamiento unívoco excluiría a la biología de la ecuación en, nada menos, una de las fases esenciales de la vida: la de buscar pareja y reproducirse.

La evolución es implacable y constante, aparte de ser un hecho científico incuestionable de forma que algo tendrá que decir en este trascendental asunto.

Diseñados para elegir

Los mensajes que mandan los individuos en las diferentes especies sirven para elegir y ser elegido. Este es uno de los axiomas de la biología; las generaciones van progresando, puesto que solo los individuos más aptos llegarán a reproducirse. Pero, ¿cómo saber cuales son los individuos más aptos? Aquí hay de todo, desde concursos de fuerza a cabezazos, extravagantes bailes pre-cópula o exhibir un impecable sistema inmunitario a través de una buena coloración o una estructura anatómica insuperable. Lo importante es no olvidar que los mensajes sensoriales que mandan los seres vivos son muy importantes y no la frivolidad que en ocasiones se ha querido interpretar.

En la especie humana el funcionamiento es exactamente el mismo. Así que para nosotros es esencial lo que percibimos por nuestros sentidos, pero en especial lo que vemos; no en vano, el 80% de la información que recibimos de nuestro entorno es visual y hemos tenido millones de años para poner a punto esta habilidad.

¿Qué mensajes mandamos?

Son diferentes los parámetros que están incrustados en nuestro genoma y que nos ayudan a decidir. No hay que olvidar que cuando decidimos si nos gusta o no una persona podemos estar pensando, a nivel consciente, en una tarde de cine o una aventura intrascendente, pero nuestros genes lo están haciendo en términos reproductivos. Así la belleza, desde un punto de vista biológico, es un parámetro muy importante y tiene mucho que ver con la simetría. Los rostros simétricos acumulan menos mutaciones, algo deseable a la hora de compartir genes. De hecho, es tan instintiva nuestra afinidad por los rostros simétricos que desde chicos sentimos atracción; son numerosos los estudios sobre la reacción de los bebés ante diferentes rasgos faciales, pero, quizás, de lo más indicativo es que cuando le pedimos a un niño que ponga una cara fea o que asuste, de forma natural, lo que suelen hacer es romper su simetría facial.

Este tipo de mensajes está por todo nuestro cuerpo y transmite mucha información. Por ejemplo, una proporción cintura-cadera en la mujer cercana a 0,7 supondrá menores problemas obstétricos a la hora de dar a luz, curiosamente es la proporción que más gusta en el sexo contrario. Características masculinas como las manos grandes, la altura o el tamaño mandibular hablan de una buena proporción testosterónica o de un potente sistema inmunitario. Algo que sus parejas reproductoras querrán transmitir a su descendencia.

¿Solo la genética?

La genética solo cuenta una parte de la historia, las circunstancias ambientales son la otra pata de la mesa. La época del hombre cazador recolector dejaba poco margen. Los físicos debían de ser sanos y compatibles con la ingente actividad física diaria, pero con el advenimiento de la agricultura, la ganadería y la creación de excedentes las cosas empezaron a cambiar. Esto no quiere decir que de repente la obesidad y los cuerpos orondos fueran atractivos, eso contravendría la lógica biológica. La obesidad es una enfermedad que, en muchos casos, anticipa problemas propios de la vejez. Imaginar que una persona con hipertensión, síndrome metabólico y diabetes tipo II puede resultar atractiva para la reproducción resulta paradójico con respecto a la lógica fisiológica. Pero no podemos olvidar que el ser humano, de una forma abrumadora, ha transitado de forma miserable desde la llegada de las primeras civilizaciones.

La necesidad manda, por lo menos algo

Los parámetros fisiológicos que nos hablan de la salud y calidad reproductora siempre van a estar ahí y van a suponer la constante a tener en cuenta; pero es cierto que las peripecias vitales de cada generación han sido, también, esenciales para definir los gustos temporales que han marcado las diferentes épocas.

La infinidad de guerras y crisis que definen la historia de la humanidad han sometido a la mayor parte de la población a situaciones de escasez perenne que, en muchas ocasiones, han transformado la imagen de gordo insano a rellenito poderoso. Siendo sinónimo de estatus, solvencia económica y poder que en determinados momentos históricos se anteponía a la elección atávica que marcan nuestros genes.

Libros y cuadros

Sancho Panza, como gobernador de la ínsula de Barataria, quiso encarcelar al médico que le negaba la posibilidad de comer lo que se le antojara. Los poemas de Carmina Burana o relatos como el Gargantúa acentuaban la atracción y el elemento lúdico de un buen atracón. Escritores como Shakespeare crearon personajes como Falstaff en Enrique IV, un glotón símbolo de la felicidad y la buena vida. El poema francés el Roman de la Rose también dejaba claro que la belleza femenina debía mostrar generosos michelines.

A partir del siglo XVI se empezaron a utilizar con asiduidad el azúcar, la mantequilla y salsas por las clases pudientes, y las consecuencias no tardarían en verse reflejadas en la pintura: Enrique VIII de Hans Holbein, Candaules (Rey de Lidia) de Jacob Jordaens o las Tres Gracias de Rubens. Son solo tres ejemplos de cómo retratar con excelencia, admiración y majestuosidad lo que no son otra cosa más que cuerpos enfermos.

La salud se impone

Indudablemente las diferentes circunstancias vitales que le tocan vivir a cada generación condicionan gustos y estilos. La carestía de la postguerra española posicionó en lugar de privilegio al que podía mostrar generosidad en sus carnes, algo habitual en el epílogo de casi todos los conflictos armados. Pero esto no nos debe engañar y llevarnos a minusvalorar la profunda influencia que ejercen nuestros genes y que en ocasiones confundimos con simples modas. La salud, la capacidad reproductiva y la fortaleza mental y física son poderosos mensajes que emitimos y somos capaces de interpretar. Información que no depende de gustos temporales y que ha sido perfeccionada durante millones de años de evolución.

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