Borrar
ARCHIVO
Más de dos millones de personas sufren el síndrome de las piernas inquietas en España: ¿de qué se trata?

Más de dos millones de personas sufren el síndrome de las piernas inquietas en España: ¿de qué se trata?

La interrupción y la desestructuración del sueño son sus consecuencias principales. Este 23 de septiembre se celebra el Día Mundial de esta enfermedad crónica

Raquel Merino

Málaga

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Jueves, 23 de septiembre 2021, 00:02

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Este 23 de septiembre, se celebra el Día Mundial del Síndrome de Piernas inquietas, una patología crónica, también llamado enfermedad de Willis-Ekbom, desconocida para muchos y «altamente infradiagnosticada», como señala la Sociedad Española en Neurología (SEN), a pesar de tratarse de una enfermedad bastante común. En España, más de dos millones de personas sufren esta patología neurológica caracterizada por la presencia de molestias descritas como hormigueo, quemazón, calambres, inquietud, y/o dolor en las piernas que se alivian con el movimiento. De estos dos millones de afectados, cerca de un 20% cursa la enfermedad de forma grave, según los cálculos de la SEN.

Se estima que la prevalencia del síndrome de las piernas inquietas alcanza a entre un 5 y un 10% de la población adulta y a entre el 2 y el 4% de los niños y adolescentes europeos. A pesar de estos datos, la enfermedad no se suele tratar como tal y algunos estudios apuntan a que solo un 10% de los casos estarían diagnosticados y que esta cifra es aún menor en la infancia.

Las molestias o dolor en las piernas en las personas que sufren este síndrome suelen aparecer o empeorar durante el reposo, y, aunque también se pueden dar por el día, aparecen principalmente al atardecer o anochecer, lo que hace que, en muchos casos dificulte la conciliación del sueño y lleve a interrumpir o desestructurar las horas de descanso. Por lo general afecta a las extremidades inferiores, generalmente a las pantorrillas y tobillos, pero también puede involucrar a otras partes del cuerpo, como las extremidades superiores o el abdomen.

Los casos graves derivan en dolor más intenso, insomnio y puede conllevar a estados depresivos o ansiedad, que disminuyen la calidad de vida del paciente y afectar a sus relaciones sociales y laborales.

También puede afectar a los niños

En el caso del síndrome de las piernas inquietas pediátrico, la enfermedad se puede presentar de manera distinta a los adultos. Los niños suelen describir sus síntomas como picor, aseguran que tienen ganas de dar golpes o que sienten demasiada energía en las extremidades. Y no solo por la noche, sino también por el día y especialmente cuando están sentados. Además, la SEN señala que en los niños, el síndrome de las piernas inquietas se ha asociado con diferentes trastornos del estado de ánimo o con trastornos psiquiátricos. Sobre todo se ha visto una asociación bidireccional con el trastorno por déficit de atención/ hiperactividad (TDAH): el 26% de niños con el síndrome de las piernas inquietas cumplen criterios de TDAH, y el 12-35% de niños con TDAH sufren el síndrome.

«Es importante, por lo tanto, recalcar la importancia de que tanto pacientes como familiares reconozcan y acudan al médico ante síntomas como los que hemos descrito. El diagnóstico precoz puede mejorar su calidad de vida y disminuir la comorbilidad asociada y su repercusión escolar y laboral», apunta la coordinadora del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología, la doctora Ana Fernández Arcos.

Causas que provocan el síndrome de las piernas inquietas

Para saber las causas de esta enfermedad, hay que diferenciar entre el síndrome de las piernas inquietas primario y el secundario. Las causas más frecuentes del SPI secundario son la carencia de hierro, insuficiencia renal, neuropatías, embarazo, lesiones medulares, ciertos fármacos u otras causas neurológicas como la enfermedad de Huntington, la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), la esclerosis múltiple o la enfermedad de Parkinson, entre otras.

En cambio, las causas que provocan el SPI primario no están del todo claras y algunos expertos consideran que es hereditario hasta en un 50-92% de los casos.

La manera de atajar la enfermedad variará dependiendo de la modalidad. Así, como explica la doctora Ana Fernández, en los casos primarios «podemos ofrecer tratamientos sintomáticos cuando los síntomas interfieren en la calidad de vida de los pacientes», mientras que en los secundarios «debemos tratar la causa en la medida de lo posible retirando posibles fármacos implicados y aportando suplementos de hierro en los casos en los que haya un déficit».

Unas buenas pautas de sueño, sobre todo en los niños, ayuda. «Esto incluye intentar dormir el tiempo suficiente y necesario para cada edad; establecer un horario regular de sueño, evitando cenas copiosas o el ejercicio intenso en las horas previas a acostarse; reducir las actividades estimulantes antes de acostarse, como ver la televisión o los videojuegos; realizar ejercicio de forma moderada, porque no solo mejora los síntomas, sino que disminuye la ansiedad y la depresión y favorece el sueño; y, en general, evitar todo aquello que pueda dificultar el descanso», afirma la doctora.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios