Café y salud

La acumulación de pruebas está resultando abrumadora para relatar alguna de las hazañas de este oscuro brebaje

Lunes, 9 de diciembre 2019, 00:25

Mi relación con el café es controvertida, una suerte de relación tóxica a evitar, pero que entre semana se convierte en el mal menor necesario ... para transitar con un mínimo de dignidad ante los rigores del madrugón. Todo se debe a una memoria sentimental en conflicto con este contenedor de cafeína. En mi infancia y adolescencia, el consumo de café era algo indeseable propio de adultos que descuidaban la mínima atención para con su salud, de hecho, en gran medida, se asimilaba al tabaco. Una pareja inseparable que te daba la bienvenida a la nociva vida de los mayores.

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Por este motivo me he mantenido escéptico ante los estudios que relacionaban el café con mejoras en los marcadores de vida sana. Reconozco que mi neutralismo científico se veía un poco alterado ante la exhibición de músculo de nuestro protagonista; tampoco ayudaba que la mayoría de los estudios fueran observacionales, pero lo cierto es que la acumulación de pruebas está resultando abrumadora por lo que no me queda más remedio que relatar alguna de las hazañas de este oscuro brebaje.

Mala fama

La relación del café con la mala vida viene de hace tiempo, no en vano es la droga psicoactiva legal más consumida del planeta. Pero parece ser que el verdadero problema era que no se sabía discernir qué causaba que. En muchas ocasiones su consumo está asociado a hábitos como el tabaquismo y a vidas estresantes y con horarios desajustados. Además su mayor consumo también está relacionado, en muchos casos, con mayor incidencia en dichos hábitos perniciosos. Por lo que a la hora de estudiar las consecuencias de su ingesta era muy difícil segregarlo de sus compañeros de viaje. Dime con quién andas… Los estudios poblacionales parecían no tener dudas: el consumo de café estaba indiscutiblemente conectado con un incremento del cáncer y los accidentes cerebro-vasculares. Pero, como en otras ocasiones, la carencia del correcto discernimiento estaba dando justo el mensaje contrario al real.

Lo conocemos mejor

Esta planta de porte arbustivo y origen etíope, pierde sus raíces en historias, seguramente, apócrifas del siglo X. La constancia de su tostado y consumo de forma similar a la actual no se certificará hasta el siglo XV en la península arábiga desde donde se extendió rápidamente.

Siempre se destacaron sus propiedades vigorizantes hasta que en 1905 un empresario alemán descubrió que si se mojaban los granos de café estos perdían la cafeína y apenas veían comprometido su sabor. El café descafeinado se convirtió en un superventas alemán que el propio Hitler promocionó. Parecía que desapareciendo ese «veneno» el café quedaba como un producto nutricionalmente impecable. Lástima que por esa época no se conocieran algunas de las propiedades con las que hoy se asocia la cafeína: acciones antiinflamatorias y diuréticas, así como efectos beneficiosos a nivel del endotelio, que es la pared interna que recubre los vasos sanguíneos.

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El café tostado tiene más de 1000 compuestos bioactivos, pero si hubiera que destacar alguno ese sería la cafeína. La cafeína es un alcaloide cristalino, blanco, inodoro, de sabor amargo. Forma parte del grupo de las xantinas y todas tienen acciones parecidas: activan el sistema nervioso central, tienen efectos diuréticos, estimulan el miocardio, relajan el músculo liso, aumentan el metabolismo basal. La cafeína es la más potente de todas actuando a nivel de la corteza cerebral disminuyendo la fatiga e incrementando la capacidad motora.

Últimos estudios

Uno de los últimos ha utilizado el UK Biobank, un centro que monitoriza la salud de casi medio millón de voluntarios anónimos y proporciona la información a investigadores científicos acreditados, tanto de Reino Unido como del extranjero. El estudio sobre el consumo de café y que publicó Journal of the American Medical Association (JAMA) fue desarrollado por NCI (el Instituto Nacional del Cáncer de EEUU). Las conclusiones fueron que el consumo reducía de forma inversamente proporcional (es decir, cuánto más consumo, menos incidencia) la mortalidad de las enfermedades cardiovasculares, la aparición de cáncer e ictus.

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Tan solo unas semanas antes la British Medical Journal (BMJ) demostraba que el café tostado es una amalgama de sustancias con efectos antioxidantes, antiinflamatorios, antifibróticos y anticancerígenos.

Estos estudios pertenecen al 2018 pero parece que en el 2019 los datos siguen apuntalando al café como un verdadero compendio de virtudes. Una de las últimas ha unido a la Universidad de Catania y al CIBEROBN (Centro de Investigación Biomédica en Red. Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición) se trata de un metanálisis que vincula el consumo moderado de café con la reducción en la incidencia del síndrome metabólico. Algo que puede ser propiciado por la enorme variedad de sustancias que contiene una aromática taza: los polifenoles, la trigonelina, la cafeína y las melanoidinas entre otras.

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Es cierto que los estudios son sobre todo observacionales pero la acumulación de indicios está resultando incontestable, como los que relacionan directamente la longevidad con el consumo de café. Y es que si tiene pico de pato, patas de pato, plumas de pato y dice cua-cua igual es un pato.

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