¿Qué pasa con las personas de mediana edad?
A Cuatro Manos ·
Se habla mucho de los jóvenes y de los ancianos. Pero, poco de aquellos que se encaminan a la madurezAna Barreales
Libre, libre quiero ser...
Con la ingenuidad de los 30 años puede que te empiece a preocupar que te llamen 'señora' en la frutería. A mi edad, lo dramático ... es ya que te llamen 'señorita' en cualquier sitio, porque o es alguien que se ha quedado anclado en el siglo pasado, de esos que utilizan la expresión 'oiga, joven' para dirigirse a todo el que tenga menos de 60 años o utilizan ese apelativo remarcándolo, como haciéndote un favor con ese 'rejuvenecimiento por vía verbal'. Patético y ridículo a partes iguales.
La madurez debería ser esa etapa tranquila en la que ya no tienes las inseguridades de la juventud y la vejez aún está lejos. Pero no, resulta que la principal preocupación en la madurez es justamente no parecer madura. Porque mucha igualdad, mucho empoderamiento y muchas gaitas, pero en eso no hemos evolucionado:'vieja' es un insulto sólo superado por 'gorda'.
El caso es que se supone que en ese momento vital ya estás un poco liberada de mochilas, pero la cruda realidad es que no, que lo que cambian son las tareas, la dedicación continúa.
Los niños han crecido, ya no son bebés que te van a dar malas noches porque les estén saliendo los dientes, pero te las pueden dar por otras cuestiones, que para el caso es hasta peor. Total, que hay que seguir pendiente de si se van de botellón, de las compañías, de que hagan deporte, de si sacan buena media en Bachillerato, de la Selectividad, de que entren en el grado que quieren estudiar. Y, encima, hay que seguir mirándoles periódicamente la cabeza por si han vuelto a pillar piojos. Pero, por Dios, ¿a qué edad se dejan de coger piojos? Que alguna vez, en la desesperación de erradicarlos para siempre, he estado a punto de decir a alguna hija:Te acuerdas de que un día me preguntaste si te podías teñir el pelo de azul. Pues que lo he pensado y que sí. Porque tengo la teoría, sin más base científica que mi propia experiencia, de que cuando tienes el pelo teñido es más difícil coger piojos. Farmacéuticas del mundo, ahí lo dejo. Tampoco vería mal, porque este asunto me ha generado profundas reflexiones, que se declarara el 'día sin piojos'. Y ese día ni hay colegio, ni se trabaja:todos a mirar cabezas y a limpiar España de bichos. A ver si no llega la cartita más. Que ya ni la realeza se libra. Leía en Vanity Fair que la reina Máxima de Holanda se apuntó hace años al 'comité de despiojamiento' tras una plaga que infectó el colegio de sus hijas para colaborar con el resto de madres y padres.
En fin, a lo que íbamos, que como a los hijos ahora les dura la adolescencia –no propiamente el pavo, pero sí cierto postpavo– hasta cerca de los 25, pues hay que seguir encima de ellos. Eso sí, todo de forma discontinua y a distancia para dejarles su espacio, que para eso son mayores. Un estrés.
Y, encima, lo siguiente es el nido vacío, que dicen que deprime mucho. Que les pregunten a los abuelos, que mientras están en condiciones de cuidar niños cuelgan el 'completo' todos los veranos. Y no ven el momento de quedarse libres.
Pablo Aranda
Forever young
Cuando yo tenía la edad de mi hijo pequeño veía la tele en familia. El mejor sitio lo ocupaba mi padre. Ahora que soy mayor que mi padre entonces, el mejor sitio lo ocupa mi hijo pequeño. No era consciente de que soy mayor que mi padre entonces hasta hace una frase. Me veo joven y cuando paseando al perro coincido con un veinteañero le hablo de tú a tú. Lo malo es que el otro me responde de tú a usted. Mi padre comentaba lo que iba saliendo en la televisión. Si la noticia que abría el telediario le parecía bien decía sí señor, por supuesto. Si le parecía mal soltaba el típico insulto que se le escapa a mi hijo el mediano y que a mí en aquella época épica me habría costado un disgusto. A mi padre le parecía mal el aspecto de los exjugadores de fútbol argentinos, con esos pelos y esas pintas. «Se creen que tienen veinte años». Los trágicos giros de la vida le han evitado tragarse a Maradona durante el último mundial. Yo visto en plan deportivo pero estoy calvo. Si es que me miro al espejo y también me hablo de usted. Pero si me miro al espejo sin las gafas recupero el tú. Un chaval no, pero un tipo joven sí. Mis hijos pequeños ya van haciendo solos la mitad de las cosas que hacía yo con su edad, y su mamá y yo nos vamos liberando lentamente. Pero me entra el sueño pronto. Le explico a mi mujer que no es por la edad, que ya me pasaba a los veinte, y ella dice ya ya. Dos veces. Yo le digo en serio, pero solo una vez.
Pronto viajaremos solos, pero hasta el corrector está contra mí y en vez de viajaremos en la pantalla ha aparecido viejearemos. Hace unos días leí en el periódico que un anciano de 60 años llevaba dos semanas muerto en su casa. No me preocupa llevar dos semanas muerto porque estaré muerto, pero lo del anciano de 60 ya me dirás. En diez años de nada. Conozco al periodista que lo escribió y ya lo pillaré. Es un joven brillante que encima me cae bien. Lo tiene todo. Cambia de aspecto a menudo. Es el típico que se pela y le vuelve a crecer el pelo. Cuando mis hijos se quedan en casa de un amigo voy a ver una película en versión original. Como cuando tenía veinte, pero ahora achino los ojos para leer los subtítulos ¿es que nadie piensa en los mayores que estamos en la sala? Después vamos a cenar pero yo apenas pico algo, porque las digestiones me duran un mes. Menos mal que he descubierto que la Manzanilla me sienta fenomenal, como a mi padre. Cuando mis hijos se vayan de casa visitaré lugares gloriosos. Aunque lo estoy viendo: cuando esté a punto de salir recibiré un mensaje al móvil que diga papá, te llevo los niños en un rato. Y lo peor es que me hace ilusión imaginarlo. ¿Alguien puede decirme cuánto dinero se les da ahora a los nietos?
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