Borrar
Notario de su vida: Anota cada hora de su existencia

Notario de su vida: Anota cada hora de su existencia

Morris Villarroel, profesor universitario y miembro del movimiento 'Quantified self', que deja constancia por escrito de lo que hace en cada momento

Susana Zamora

Martes, 21 de enero 2020, 00:59

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Sus últimos diez años están resumidos en 2.800.000 palabras. Una década registrada minuto a minuto, a papel y boli, en 312 libretas. Todas idénticas, que ahora lucen numeradas en una gran estantería en su casa. Recuerdos plasmados con precisión mientras ocurrían, desde que se despertaba hasta que se volvía a acostar. Así los 365 días de cada año, ya fuera invierno o verano, trabajase o estuviese de vacaciones. Cada observación, cada pensamiento, cada experiencia; desgracias personales, éxitos laborales, comidas, horas de sueño, reuniones familiares, cenas con amigos...

Todo pasa por su puño y letra, como notario de su propio devenir. Siempre con su bolígrafo negro 'Bic'. No quiere otro. Como mínimo apunta algo cada hora, pero sin valoraciones. «No es un diario al uso», afirma. Lo que come, con quien habla... Como cuando atendió a este periódico por teléfono. Lo hace en español o en inglés. De media, cada jornada la despacha en cinco o seis hojas. Once días después, empieza otro cuaderno de 60 páginas. No vale cualquiera. Cuando estudió Bioquímica en Montreal (Canadá) tenía que trabajar en el laboratorio siempre con el mismo. Ahora reproduce un método idéntico. «Me gustan unos de la marca japonesa Muji, sin anillas y que tienen un tamaño A5, ni muy grandes ni muy pequeños, así si pierdo alguno no es un drama. Ahora trato de adaptarme a la cuadrícula, porque han dejado de hacerlos con líneas. Cada hoja traía 36 y me ayudaba a organizar la información mejor. Además, son lo suficientemente presentables para sacarlos tanto en un supermercado como en una reunión formal de trabajo», explica Morris Villarroel (Lovaina, Bélgica, 49 años).

Huye del móvil para estos registros. Confiesa que lo ha intentado, pero que ha sido imposible por «ineficaz». «Tardo más en introducir el pin y abrir la aplicación que en sacar la libreta de mi bolsillo y empezar a escribir cómodamente. Además, puedo llevarla a cualquier sitio, sin miedo a perderla o a que me la roben y, lo mejor, no necesita de batería para estar operativa», bromea Villarroel.

Cuando cumplió 40 años e hizo balance de su vida, este profesor titular del área de Producción Animal de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) reparó en que había olvidado mucha información y que le faltaban datos sobre experiencias pasadas de las que aprender para sacarle el máximo provecho al resto de su vida. «Sentí la necesidad de mirar atrás y hacer balance. Me había casado, había tenido hijos, estaba más o menos contento y con más o menos dinero, pero no tenía cuantificado qué es lo que había hecho para explicar ese resultado», relata.

Punto de inflexión

Por eso, el mismo día de su cumpleaños decidió que eso no volvería a pasar y que a partir de ese momento dejaría constancia con pelos y señales de todo lo que aconteciese. «Me propuse apuntar cómo vivía cada minuto del día e intentar emplear más tiempo en lo que realmente me hiciera feliz. Pero necesitaba datos, ver qué me afecta más para bien o para mal para poder tomar medidas», recalca. Solo así ha podido saber con detalle en qué gasta, o malgasta, su presente para sacarle el máximo «jugo» a su futuro.

Hace diez años decidió unirse al movimiento 'Quantified Self', que reúne a personas de todo el mundo interesadas en monitorizar diferentes aspectos de su vida para conocerse mejor y mejorar. El término lo acuñaron en 2007 Gary Wolf y Kevin Kelly, editores de la revista 'Wired', cuando organizaron un encuentro de treinta apasionados de los sensores como medio para proporcionar datos sobre sus propios cuerpos. En la actualidad, son una comunidad de 20.000 personas y su organización gana adeptos gracias a los 'wearables' (dispositivos electrónicos que se llevan en el cuerpo y que interactúan con otros aparatos para transmitir o recoger algún tipo de dato), como los relojes inteligentes, muy apreciados en el mundo del deporte profesional, la sanidad o la industria.

Pero Morris Villarroel es un «bicho raro» en este particular ecosistema. «A mí me gusta más el papel y boli», recalca este experto en el estudio del bienestar animal, que aterrizó en España hace 25 años para completar su tesis doctoral con un análisis del comportamiento de las aves del desierto aragonés de Los Monegros. Aún así confiesa que contabiliza sus pasos diarios con el móvil. «Me ha servido para comprobar que los días que no doy al menos 8.000 pasos me duele más la espalda», concluye.

En su afán por registrarlo todo, este científico se pasó al 'life-logging' (registro visual de su vida) colocándose en la botonadura de su camisa o chaqueta una cámara 'Narrative' que tomaba fotografías cada 30 segundos. Durante tres años reunió millón y medio de imágenes, unas 1.200 al día, que acabó desbordándolo. Aprovechó que el fabricante quebró y no encontró otro modelo similar para liberarse de esa carga de trabajo.

De padre boliviano y madre canadiense, este belga ha ido perfeccionando su 'big data' personal, que empieza la noche anterior cuando anota todas las horas del día siguiente con los eventos que tiene, los hábitos que sigue cada mañana y las tareas pendientes. Nada más levantarse, apunta a qué hora lo ha hecho, cómo ha dormido, qué desayuna y cuándo sale de casa. «En mi camino de 20 minutos al metro escribo cada día lo que veo. Puede parecer lo mismo, una rutina monótona, pero no lo es: ni la temperatura, ni el ruido, ni la gente con la que te cruzas», relata.

Pero no siempre puede apuntar lo que acontece mientras lo está viviendo, como cuando disfruta de una animada reunión entre amigos. Lo hace a posteriori. Precisamente, cuantificar esas quedadas, especificar las conversaciones que tuvieron y contextualizarlas en el tiempo le han servido para darse cuenta de lo «feliz» que se sentía al hacerlo y para adoptar la determinación de verse más a menudo. «Mi vida ahora es más tranquila; le saco más provecho. Tener toda la información que rodea un suceso y repasarla con sosiego me ayuda a comprender por qué ha ocurrido de ese modo y a no dejarme llevar por el primer impulso». Dice que esa libreta es «como encontrar un amigo en ti», al que siempre puede acudir, que le permite tomar perspectiva de las cosas y verlas con menos pasión. «También he reparado en la cantidad de cosas que olvido y cuyo vacío temporal acabo llenando con otros pensamientos que no tienen nada que ver con ese evento», aclara. En contraposición, Villarroel se ha vuelto una persona más impaciente. En su ánimo por no desperdiciar su tiempo, se ha percatado de los periodos improductivos que se producen a lo largo del día y que ahora intenta evitar.

Asegura que muchas veces aprovecha «tiempos muertos», como la cola de un supermercado para dejar constancia de lo ocurrido minutos atrás. Tal cantidad de información queda ordenada en el encabezamiento de cada hoja. Allí escribe cinco palabras clave con los principales acontecimientos del día. Al final de cada libreta, elabora un índice con todas ellas, que posteriormente pasa a un documento Excel para analizarlas. «No sé si esto será un buen legado para mis cinco hijos o más bien una carga de papel. No me preocupa que acabe en la basura; tiene valor para mí, pero para nadie más. El análisis de esos datos y mis reflexiones quedan publicados en su blog www.mokestrel.wordpress.com», recalca. «Habrá quien piense que es mejor vivir la vida sin estar atado a un cuaderno o que soy un fanático o un friki, pero a mí me hace feliz», zanja.

En cifras

  • El origen: El día que cumplía cuarenta años, hace diez, Villarroel hizo balance de su vida y se percató de que le faltaban datos. A partir de ahí, optó por apuntarlo todo para saber cómo gastaba su tiempo y aprovecharlo de la mejor manera posible.

  • 1,5 millones de fotos obtuvo en los tres años que llevó una minicámara en los botones de su camisa. Disparaba cada 30 segundos y al acabar el día tenía 1.200 instantáneas. No daba abasto a clasificarlas. Abandonó el proyecto al quebrar el fabricante.

  • ¿Qué es 'Quantified Self'? Comenzó siendo un pasatiempo, luego una moda y, finalmente, un hábito de muchos entusiastas de la tecnología. Cada vez son más las personas que cuantifican su vida recopilando información sobre sus hábitos cotidianos mediante el uso de herramientas, de las que se han catalogado más de 500.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios