Borrar
¿Por qué nacen más niños que niñas?

¿Por qué nacen más niños que niñas?

Las estadísticas de nacimientos revelan sistemáticamente desde que hay registros la misma desproporción: por cada 100 mujeres, nacen 106 ó 107 hombres

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Domingo, 24 de junio 2018, 00:45

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

En 1975 -buenos tiempos para la natalidad- nacieron en España 346.386 niños y 322.992 niñas. En 2017, fueron 201.901 varones y 190.029 féminas. Las cifras han variado mucho en estas cuatro décadas, pero hay una constante que no varía por más que pase el tiempo y cambien las tendencias demográficas: siempre nacen más niños que niñas. Desde que hay registros fiables, las estadísticas de nacimientos muestran sistemáticamente la misma desproporción en los partos a favor de los varones: por cada 100 mujeres nacen 106 ó 107 hombres. «Es un dato que está en todos los libros de ginecología. Es una ligera diferencia, pero ahí está», confirma Koldo Carbonero, presidente de la Sección de Esterilidad e Infertilidad de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO).

¿Por qué ocurre esto? Es una pregunta que lleva mucho tiempo interesando a ginecólogos, biólogos, demógrafos y expertos en medicina perinatal. Estudios científicos han respondido parcialmente a la cuestión, pero en el fondo sigue habiendo un misterio. Para empezar, explica Carbonero, «la explicación no es embriológica porque se ha comprobado que hay un 50% de espermatozoides portadores del gen X y 50% con el gen Y». Es decir, que existen las mismas posibilidades de que un óvulo sea fecundado por un espermatozoide masculino que femenino (hay que recordar que el sexo de un embrión lo define el espermatozoide porque puede ser X ó Y, mientras que el óvulo siempre es X).

Entonces, ¿por qué acaban naciendo más varones? La única explicación, prosigue Carbonero, es que «por el camino se pierden más embriones femeninos que masculinos». En otras palabras: se producen más abortos naturales de niñas que de niños.

En Estados Unidos, un grupo de investigadores (Steven Hecht Orzack, J. William Stubblefield, Viatcheslav R. Akmaev, Pere Colls, Santiago Munné, Thomas Scholl, David Steinsaltz y James E. Zuckerman) publicaron en 2015 un estudio basado en la mayor compilación de datos sobre este asunto que se ha recogido en la historia. Analizaron información proveniente de más de 140.000 embriones fecundados en clínicas de fertilidad, 900.000 muestras provenientes de pruebas diagnósticas durante el embarazo y 30 millones de datos de abortos y nacimientos. La mayoría de los datos vienen de la propia EE UU y Canadá, países libres de abortos selectivos por motivos de sexo que sí se dan en lugares como China. Y lo que demostraron estos científicos fue que no existe una desproporción entre varones y mujeres en el momento de la concepción, como se venía creyendo en el pasado, pero sí un mayor número de abortos de embriones femeninos a lo largo del embarazo.

Y ello pese a que en el inicio y en el final del embarazo, son los bebés masculinos los más vulnerables. «Sin embargo, tras el nacimiento y en los primeros días de vida, los varones sufren una mayor tasa de mortalidad», apunta Carbonero.

Aquí surge, lógicamente, otra pregunta: ¿por qué se producen más abortos de embriones femeninos? Pues es un misterio, al menos por ahora. Todo lo que hay son especulaciones. Y puestos a teorizar, los propios ginecólogos aventuran que puede ser la manera que tiene la Naturaleza de equilibrar la proporción entre sexos, ya que los varones «son más débiles y tienen mayor mortalidad», recuerda Andrés Carlos López, presidente de la Asociación de Ginecólogos y Obstetras de Málaga (AGOM). «La supervivencia es mayor entre las mujeres porque tienen la protección de los estrógenos frente a las enfermedades cardiovasculares y también están menos afectadas por algunos cánceres», explica. De hecho, la esperanza de vida de la mujer en España se sitúa en casi 86 años y la del hombre, en 80. «La Naturaleza no hace nada sin sentido, aunque no podemos dar una explicación científica a este misterio», concluye por su parte Koldo Carbonero.

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios