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Vista exterior del museo en el pico Gaislachkogl, a más de 3.000 metros del altura, y detalle de una de las salas, arriba. :: efe
007, sin licencia para ofender

007, sin licencia para ofender

Hoy se inaugura en los Alpes austriacos un museo dedicado a James Bond en el que se han eliminado sus rasgos machistas y racistas

ÓSCAR BELATEGUI

Jueves, 12 de julio 2018, 00:13

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«Como un museo de historia natural sin fósiles». Así define el diario británico 'The Guardian' el museo dedicado a James Bond que hoy se inaugura en los Alpes austríacos. '007 Elements' promete «una experiencia cinemática» repasando la historia del agente secreto que Ian Fleming describió en sus novelas como un espejo de su era: «Duro, inflexible, sardónico, fatalista. Le gusta el juego, el golf, los coches deportivos. Todos sus movimientos son relajados y económicos». Situado entre nieves perpetuas a más de 3.000 metros en el pico Gaislachkogl, el futurista edificio se asemeja a la guarida de un villano de la saga. Muestra, según su director creativo, Neal Callow, «el legado de los filmes desde un punto de vista moderno y políticamente correcto».

Por los 22 euros que cuesta la entrada, y que incluye el funicular desde la estación de esquí de Sölden, se podrá admirar el Jaguar C-X75 que aparece en 'Spectre' -rodada en estos mismos parajes- y la pistola de oro que empuñaba Sean Connery en 'Goldfinger'. Cuando M (Judi Dench) tachaba al Bond encarnado por Pierce Brosnan en 'Goldeneye' de «dinosaurio sexista y misógino» ya adelantaba el contenido de un museo sin rastro de las 'chicas Bond'.

Desde que Ursula Andress emergió del agua con su icónico biquini blanco en 'Agente 007 contra el doctor No', las mujeres que se han cruzado en el camino del espía han acabado muertas o en su cama. El cadáver desnudo de Shirley Eaton recubierto de oro en 'Goldgfinger' es ya un icono pop. En aquella misma película, la mercenaria Pussy Galore le decía a Bond que era «inmune» a sus encantos. El seductor del Martini con vodka agitado era capaz de seducir a la fuerza a una lesbiana en una escena hoy inconcebible.

Las peripecias por el mundo de 007 también acostumbraban a contener chistes a cuenta de los lugareños que estarán ausentes en el museo alpino. En 'Doctor No', Sean Connery le decía con displicencia a su contacto de la CIA en Jamaica, un pescador negro, que le buscara los zapatos mientras él se iba con Ursula Andress. En 'Octopussy', Roger Moore se guardaba sus ganancias en el casino mientras recompensaba con un fajo a un hindú y soltaba un chiste a cuenta del curry como si siguiera en una de las colonias de su graciosa majestad.

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