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Raphael, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, y Pedro Almódovar, en el salón de plenos del antiguo ayuntamiento. :: r. c.
Hijos de la ciudad de la libertad

Hijos de la ciudad de la libertad

Madrid adopta a Pedro Almodóvar y Raphael, que destacan el mestizaje de una capital «siempre abierta»

DANIEL ROLDÁN

Jueves, 12 de abril 2018, 00:36

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Había nervios y alegría en el viejo ayuntamiento madrileño. Pedro Almodóvar y Raphael iban a sumar una nueva distinción a su larga lista de premios, incluido un disco de uranio. Se lo dieron a Raphael por haber vendido 50 millones de discos a lo largo de su carrera. Los dos artistas se convirtieron este miércoles en hijos adoptivos de Madrid en una ceremonia donde recordaron las primeras impresiones, olores, y sentimientos que recordaban de la ciudad. «Vine para huir del pueblo y con la idea de dar el salto a París o Nueva York, pero después de todos estos años puedo decir que tanto yo como mis personajes seguiremos viviendo aquí», comentó el director manchego, que recordó su entrada en la ciudad por la A-5, los cines Astoria que estaban en la Puerta del Ángel y los jipis de la plaza de Santa Ana. «Sus pelos largos y qué guapos y guapas eran», recordó sin esconder cierta envidia.

Ese Madrid con el sándwich de jamón y queso de la extinta cafetería Manila, de los cines, los teatros y los videoclubs; ese olor «pegajoso» del metro, que no era ni bueno ni malo; esa ciudad que acoge sus películas, desde el populoso barrio de La Concepción de '¿Qué he hecho yo para merecer esto!' o la plaza Mayor de 'La flor de mi secreto'. «Es la ciudad de la libertad», apuntó Almodóvar, que al igual que Fellini con Roma o Woody Allen con Nueva York no concibe otro marco para su cine. «Madrid es donde uno podía ser uno mismo sin que nadie te señale con el dedo», remachó.

Si Madrid fue un descubrimiento para el director, a Raphael se lo ha dado todo «excepto mi nacimiento». «Mis primeros pasos como cantante, mi primer concierto, mi primer contrato discográfico, mi primera película. Mi mujer, Natalia, mis tres hijos, (Jacobo y Manuel, presentes con su madre), mis ocho nietos...», apuntó el artista jienense, que también recordó que hace quince años le trasplantaron el hígado en el hospital 12 de Octubre. «Volví a nacer».

«Soy un artista andaluz, de Linares, español, europeo, del mundo y, desde hoy (por ayer), hijo adoptivo de Madrid», apuntó el «divo», como le llamó Manuela Carmena. Su primer recuerdo -a los nueve meses se trasladó a la capital- se aloja en la iglesia de San Antonio, donde hizo una prueba para el coro. «Canté y me quedé como solista de primera. Tenía muchas actividades. Me llevaban a que cantara a Jesús de Medinaceli. También comencé a ver los teatros de soslayo», recordó. Y en una de estas visitas teatrales, cerca de Cuatro Caminos, se quedó absorto con una actuación de 'La vida es sueño'. En ese momento decidió ser artista, recordó en un salón de plenos repleto. Elena Anaya, Javier Cámara, Penélope Cruz, Marisa Paredes, Carmen Machi, Topacio Fresh, Hugo Silva, Alaska, Mario Vaquerizo, o José Bono acudieron al reconocimiento de los nuevos madrileños.

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