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Esther, con Quin en su casa de Oleiros.
El final feliz de Quin

El final feliz de Quin

Este border collie fue un perro maltratado hasta que Esther y su familia lo adoptaron. Un día se escapó y comenzó una búsqueda que ha durado 42 días y ha dado pie a un cuento

IRMA CUESTA

Martes, 2 de julio 2019, 00:17

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Alberto y Raquel, como la inmensa mayoría de los niños, llevaban años dando la lata. Incansables, los chavales pedían un perro con la misma insistencia con la que Antonio, su padre, rechazaba la propuesta y Esther, la madre, callaba aguardando su oportunidad. Así, hasta el día en que Mar, una amiga de la familia, compartió la foto de Quin en las redes sociales. Nada más verla, Esther llamó a su marido para decirle que aquel era el perro que adoptarían.

Sin saberlo, en ese momento comenzaría a escribirse una de esas historias de amor, resiliencia, solidaridad y perseverancia que resultan difíciles de encontrar; una historia que cambiaría la vida de todos los miembros de esta familia de Oleiros, un pequeño municipio de La Coruña, y de los muchos voluntarios que ayudaron a localizar a Quin cuando desapareció una ruidosa noche de fiesta.

Pero vayamos por partes. Hasta que Quin llegó a casa de los Fernández, en marzo de 2018, el animal había sido víctima de maltrato extremo. Sufría indefensión aprendida, un estado límite en el que se sume quien se ve expuesto repetidamente a agresiones hasta perder finalmente el reflejo de huida o defensa. Tuvieron que pasar muchos meses hasta que el pequeño border collie comenzó a reconocerlos, adoptando como una especie de madre y referente a Esther, la verdadera protagonista de esta historia.

Esther acudía casi a diario a la zona donde se perdió el can, a 175 kilómetros de su casa

Tres meses después, animados por cómo iba progresando su mascota, la familia decidió emprender un viaje en autocaravana por Portugal. Todo resultó perfecto hasta que, de regreso, durante una visita a los padres de Antonio en la parroquia de Puenteareas, en Pontevedra, Quin huyó de la finca asustado por una noche de cohetes y fuegos artificiales. En aquel mismo instante se inició una batalla sin cuartel por encontrarlo; una lucha que duró cuarenta y dos largos días y en la que Esther demostró el empeño de una heroína.

La desesperación por ver frustrada la recuperación de aquel inocente chucho, a quien se había propuesto dar una oportunidad, la llevó a protagonizar una demostración de lucha sin descanso digna de admiración. Así lo recuerda Antonio: «Sirviéndose de las redes sociales, Esther difundió minuciosamente todos los pormenores: la desgraciada historia de Quin, sus progresos, nuestras expectativas, su pérdida y la desdicha sufrida. La repercusión fue tal que sus 200 amigos de Facebook pasaron a ser 4.000 y en esa especie de 'show de Truman' que sin proponérselo creó, contaba el dolor, sus desvelos y los resultados de las búsquedas que se iban organizando, muchas veces protagonizadas por desconocidos conmovidos por el caso». Seis semanas en las que no paraban de llegar pistas falsas y en las que la mujer no dejó de contestar a los miles de mensajes de aliento y avisos que iba recibiendo.

Esther, en ocasiones acompañada por miembros de la familia, acudía cinco o seis veces por semana a la zona en la que Quin se había perdido, a unos 175 kilómetros de Oleiros. Y, aunque una y otra vez regresaban de vacío, nunca desfallecieron. «La angustia de Esther la vivíamos como propia todos los que estábamos cerca y todos los que se sumaron a ese empeño por encontrarle», ilustra Antonio, mientras ella prefiere recordar el día en el que, milagrosamente, Quin volvió a estar bajo el techo de su hogar adoptivo.

El border collie sobrevivió esos 42 días gracias a Gabino, un cazador de la zona que, aunque no llegó a verlo en ningún momento, le escuchaba llorar cada noche desconsoladamente. Durante tres semanas, Gabino le dejó comida y, cuando supo de la historia de una familia que buscaba desesperadamente a su perro, avisó a Esther. Después de hacer guardia varias madrugadas en el lugar, Esther se reencontró con su buen amigo.

Primer plano del perro.
Primer plano del perro.

Un libro infantil

Para entonces, Alicia Tojeiro, una maestra de tercero de Primaria en el colegio público Isidro Parga Pondal de Oleiros, había convertido la aventura de Quin en un método pedagógico maravilloso. Alicia usó la historia para enseñar lengua a sus alumnos. Había encontrado la metáfora perfecta para educar en valores a través de la emoción. Luego llegaría la idea de escribir un cuento infantil en la que con la voz de los niños, se narraba lo ocurrido. 'No dejaré de buscarte: la historia de Quin' es el título del relato convertido en un proyecto solidario con el que pretenden subrayar la responsabilidad de tener un animal. En un país en el que, según el último estudio de la Fundación Affinity, en 2017 se recogieron de las calles 138.000 perros y gatos, resulta una excelente idea.

Especialmente ahora que llega el verano y hay desaprensivos que abandonan a sus mascotas para poder marcharse de vacaciones 'tranquilos'. Animales que, en su mayor parte, no volverán a tener nuevos compañeros de viaje y acabarán sus días en una esquina de cualquiera de las protectoras que hay en España. Por eso, la historia de Esther, Antonio, Alberto, Raquel y Quin, merece ser contada.

Abandono animal

  • 105.000 perros y casi 33.500 gatos fueron recogidos por las sociedades protectoras de España hace dos años. Las cifras son altas, pero algo mejores que las registradas hace diez años, cuando estas entidades recogieron de las calles 157.000 animales de compañía. Aunque cada vez hay más concienciación sobre el problema del abandono, la cifra sigue siendo preocupante.

  • 20% de los animales recogidos en los refugios pudieron volver a suscasas gracias a la identificación; de ahí la importancia de que perros y gatos lleven su microchip.

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