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Jueves, 22 de octubre 2020, 13:11
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La ONU sitúa en los primeros puestos del 'Índice de Desarrollo Humano 2019' a los países encandinavos. El desarrollo humano entendido como «el proceso de expansión de las capacidades de las personas que amplían sus opciones y oportunidades». Así, Noruega ocupa el primer lugar a nivel mundial, seguido por Islandia, en el sexto; Suecia, en el octavo; Dinamarca, en el undécimo, y Filancia, en el doceavo. España se encuentra en el número 25.
Los países nórdicos se toman como referencia a nivel educativo por tener uno de los mejores sistemas del mundo. De hecho, en el informe Pisa, todos están entre los 15 primeros, entre los miembros de la OCDE, con excepción de Islandia, que aparece en el lugar 28. Sus niños desarrollan altas competencias en lectura y escritura, y crecen siendo adultos cívicos y responsables. Por ejemplo, en Finlandia, desde la guardería y jardines de infancia, los más pequeños reciben una educación basada en el respeto a la individualidad y en el fomento de las habilidades de comunicación interpersonal, socialización, de escucha y de empatía hacia los demás. En Noruega, se sigue un patrón muy similar y los niños, desde el primer grado, refuerzan su interacción social con juegos educativos, mientras reciben las bases de la aritmética y las lenguas noruega e inglesa. A partir del segundo grado, ya empiezan a iniciarse en las ciencias, la música y la estética.
Pero, «el secreto no solo reside en su sistema educativo sino también en la forma en la que los padres educan a sus hijos desde la cuna», comenta Álvaro Bilbao, reputado neuropsicólogo, que propone a los padres y madres sumergirse en la que ha dado en llamar «educación a la escandinava». Si bien los hábitos y costumbres de los papás y mamás nordicos no son extrapolables al cien por cien a los hábitos y costumbres de los españoles, sí se pueden tomar ciertas notas y encontrar una explicación al porqué la ONU sitúa a estos países en las primeras posiciones de su ranking de desarrollo humano. ¿En qué consiste la «educación a la escandinava»? Según Bilbao, se basa en nueve pilares básicos:
En Suecia por ejemplo, la ley estipula 480 días de permiso combinado, por lo que ambos padres pueden pasar más tiempo con sus bebés. Además, este permiso no se tiene que tomar seguido, sino que se puede fragmentar en el tiempo. Lo habitual es que los padres llevan a sus hijos a una guardería alrededor del año y se guarden el resto de los días para situaciones concretas como, por ejemplo, cuando enferman. «La verdad es que aquí no lo tenemos tan fácil. Muchos padres, desgraciadamente no pueden tomarse el permiso por las condiciones del mercado laboral…pero si alguno de los dos podéis…no lo dudéis», apunta Álvaro Bilbao.
Habitualmente en España, y más concretamente en las zonas costeras y del sur del país poco aconstumbradas al frío, los padres prefieron no salir a la calle con sus bebés cuando bajan las temperaturas o, si lo hacen, los envuelven en capas y capas de ropa y mantas y los resguardan en lugares cerrados. Pues bien, en los países escandinavos, donde las temperaturas suelen bajar de los 0ºC, resulta habitual ver los carros de bebés aparcados en fila en el exterior de las cafererías y restaurantes mientras los mayores toman algo. Bien abrigaditos, meten a sus bebés en los carritos y los dejan echar la siesta en el exterior. De este modo, según Bilbao, «el niño desarrolla una mayor tolerancia a las bajas temperaturas y evita que estén expuestos a edades tempranas a los virus que se incuban en espacios cerrados».
«El respeto por las necesidades del niño forma parte de la cultura escandinava», comenta el neuropsicólogo. Aunque el frío arrecie, el parque y la diversión al aire libre son sagrados para las familias escandinavas, que propician el juego en la calle con la nieve, con la lluvia o con el sol. Para ellos, todo tiempo de juego exterior es positivo. «De esta manera los niños se muestran más tranquilos y calmados en los momentos en los que tienen que estar en el interior».
No hay tabúes en lo que a mostrar el cuerpo desnudo se refiere. Así, en las familias escandinavas, la desnudez se considera una manera natural de expresar su verdadero ser. Por ello, se ve normal que los niños jueguen o se paseen sin ropa por casa y las toallas solo sirven para secar, no para cubrirse con ellas. De este modo, afirma Álvaro Bilbao, «se cultiva una buena autoestima en el niño al enseñarle que nuestro cuerpo es algo hermoso de lo que no nos tenemos que avergonzar».
En los países nórdicos existe una premisa: educar desde el respeto. «Los estudios demuestran con rotundidad que educar con mano dura no ofrece ninguna ventaja y si puede provocar dificultades emocionales y comportamentales en el niño», comenta Bilbao. ¿Qué hacen los padres finlandeses, noruegos o suecos? Si sus hijos se portan de manera inadecuada, para reconducir la situación de la mejor manera posible, les hablan en un tono bajo «para que los niños tengan que poner toda la atención en lo que les dicen…(justo al contrario que aquí)».
El sistema educativo de estos países se caracteriza por ensalzar la figura del maestro. Además de estar entre las profesiones mejor retribuidas, se reconoce socialmente la labor de los profesores y su trabajo se considera fundamental en la educación de los hijos, no solo desde el punto de vista teórico. Mostrar respeto hacia los maestros es fundamental para los padres y madres de estos países.
Los padres escandinavos dedican mucho tiempo a la lectura. Más aún, visitar con sus hijos la bibloteca para sacar libros o leerlos 'in situ' es una de sus actividades favoritas.
En estos países no se suelen traducir ni los dibujos ni las películas, aunque resulta habitual hacerlo en la lengua local. De este modo, se facilita el aprendizaje del inglés y mejora la velocidad y comprensión lectora de los pequeños escandinavos. Habría que plantearse el optar por los subtítulos, ya sea en español o en lengua extranjera, cuando se sienta a los pequeños frente al televisor.
La cuestión no es solo educar a niños desde el punto de vista didáctico sino también desde el punto de vista humano y social. Para los escandinavos las diferencias de género están sólo en la mente del que observa no en la propia naturaleza de las personas. De ahí que para ellos sea normal que los niños puedan llevar falda y las niñas puedan disfrutar jugando a peleas, como señala Álvaro Bilbao. «Está bien interiorizado en su cultura que los niños pueden expresar todo tipo de comportamientos sin que ello condicione su identidad sexual. Así demuestran no sólo que cada uno es libre de sentirse como quiera sino también que no hay nada de malo en el otro sexo».
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