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¿Y si mi hijo es el acosador del cole?

¿Y si mi hijo es el acosador del cole?

Víctima y verdugo son las dos caras del ‘bullying’, hoy ponemos la lupa sobre los abusadores. ¿Cómo se forja la personalidad de los tiranos de la clase y hasta qué punto es responsabilidad de los padres?

Nieves Castro

Sábado, 18 de marzo 2017, 00:48

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La paliza a una niña de 12 años por parte de otra menor en las cercanías de un instituto de Estepona, donde ambas estudian, mientras, al menos, otras 13 jalean y graban la agresión para después difundirla por WhatsApp, es uno de los últimos episodios espeluznantes de acoso escolar en la provincia. Un caso, que junto con el investigado en el IES de Fuengirola, ha vuelto a situar bajo la lupa el problema del bullying, disparando la preocupación no sólo de profesores y administraciones, sino también de los propios padres: ¿Sufrirá mi hijo acoso en el colegio? Una pregunta compleja ante una realidad que puede marcar historias vitales de por vida y que ha sido cuantificada en informes oficiales, según datos del Ministerio de Educación el acoso escolar afecta al 4% del alumnado del país. La cuestión planteada a la inversa no tiene cabida en el entorno familiar. Nadie se pregunta si su hijo es el acosador. Sin embargo, especialistas consultados argumentan que trabajar con estos menores resulta fundamental para «recuperarlos» y atajar el problema, que aún siendo residual en las aulas, deja una profunda huella en el seno de la comunidad educativa donde se produce.

«Estamos muy centrados en la figura de la víctima y creo que muy poco en la otra parte que al final, y teniendo en cuenta que estamos hablando de menores y que su educación depende de los adultos, también son víctimas. Y claro que hay que centrarse en el alumno que está sufriendo bullying, pero si no trabajamos con el acosador, aunque paremos un caso de abuso o de maltrato concreto, es muy probable que la víctima pase a ser otra», advierte la psicóloga responsable del departamento de psicología infanto-juvenil de Avatar Psicólogos y del Hospital Quirón Salud Marbella, Mónica González. Afortunadamente ya hay centros que cuando detectan un caso de acoso no se limitan sólo a solucionar ese problema concreto, sino que van más allá. «A nuestro equipo relata han llegado chavales derivados por el centro educativo para hacer psicoterapia como alternativa a la expulsión, por ejemplo, con muy buenos resultados. Los padres lo reciben bien cuando no se sienten atacados ni se les culpabiliza, y suelen colaborar. En realidad, todos queremos lo mejor para nuestros niños, pero si nos sentimos atacados lógicamente vamos a reaccionar de una manera defensiva, o contraatacando también».

Precisamente la negación del problema en primera instancia por parte de los progenitores es uno de los escollos fundamentales para trabajar con los niños o adolescentes acosadores. «Muchos padres creen que sus maravillosos y buenos hijos son totalmente inocentes ante estos sucesos en la escuela, pero no siempre es así», apunta Estefanía Villanueva, especialista del Centro de Psicología y Formación Dconsultas de Málaga. Ante esta tendencia a negar la mayor en el ámbito familiar, dar una respuesta eficaz ante el acoso es prácticamente imposible. No resulta suficiente la rápida respuesta policial con la investigación de los hechos y la identificación de los menores (gran parte de los acosadores son inimputables, ya que la edad penal empieza a partir de los 14 años) ni los protocolos específicos y programas de prevención para educar en valores que se ponen en marcha en los centros educativos, con la complicidad de las administraciones, es necesario, también, contar con los papás. «Es importante concienciar a los padres que de la misma manera que cualquiera de nuestros hijos puede ser víctima de acoso escolar, también es cierto que son nuestros hijos los acosadores. Si ya es difícil a veces asumir que nuestro niño está sufriendo acoso escolar, también lo es asumir que es el acosador. Los papás tendemos a disculpar y a proteger a nuestros niños argumentando que son cosas de críos, o que algo le habrán hecho con el fin de quitarnos y quitarles responsabilidad», apunta la especialista de Avatar Psicólogos y del Hospital Quirón Salud Marbella.

¿Cómo es el perfil de un alumno acosador?

La psicóloga malagueña Estefanía Villanueva subraya que trazar el perfil de un alumno acosador no es una tarea sencilla, y que, en cualquier caso, para ello hay que manejar características personales e historia familiar, pues si un menor ve conductas de maltrato o de abuso de poder en el hogar como medio para solucionar conflictos, es normal que después pueda reproducirlas. La especialista apunta a los siguientes rasgos como características dominantes en la personalidad de los niños o adolescentes abusadores:

- Baja tolerancia a la frustración.

- Poca capacidad de autocrítica. Consideran ser perfectos.

- Aparente seguridad en sí mismos y asertividad.

- Falsa sinceridad y comunicación directa: «digo las cosas como son, la verdad»

- Posición de superioridad sobre sus iguales.

- Creen llevar siempre la razón y defienden su verdad por encima del bien común.

- Falta de empatía y poca capacidad para ponerse en el lugar del otro.

- Poca afectividad en sus relaciones familiares.

- Relaciones difíciles con el profesorado y, en general, con la figura de autoridad.

- Desafiantes en el cumplimiento de las normas.

- Impulsivos y con tendencia a la violencia física y/o verbal para defender su postura.

- Resistentes a límites tanto en familia como en la escuela.

- Falta de control sobre sus emociones.

Factores de riesgo: ¿Y cómo se forja su personalidad?

La especialista del Centro de Psicología y Formación Dconsultas de Málaga afirma que, normalmente, la ausencia de empatía y rechazo a las norms por parte del menor que acosa tienen su origen en el seno familiar, debido a las pautas y estilo de crianza de los padres, «principalmente señala por falta de límites o exceso de ellos». Un factor de riesgo para criar tiranos que también reivindica la psicóloga Mónica González, quien apunta que un niño acostumbrado a conseguir o hacer lo que quiera, cuando reclame algo y no se le facilite lo va a exigir a través de las estrategias que tenga a su alcance. «Una rabieta con 3 años es distinta a una con 7, con 15 o con 25, pero el fin es el mismo, exigir lo que quiero. Con 3 años nos parece menos importante porque tenemos más control sobre nuestro hijo, pero si no corregimos este y otro tipo de conductas cuando el niño es pequeño, se mantendrán a medida que crezca, pero cada vez tendremos menos control. Y una de esas rabietas en un niño consentido con 15 años ya puede ser muy violenta», asegura.

La psicóloga afirma que esta falta de límites está haciendo que desaparezcan las figuras de autoridad. A su juicio, otro de los ingredientes que alimenta al alumno acosador. Por su experiencia profesional cuenta que en muchas ocasiones los padres ni deciden ni tienen el control de lo que pasa en la casa, porque los roles se invierten y el control pasa a manos de los hijos, y advierte que en los colegios ocurre lo mismo. «En una clase la autoridad siempre debe ser el profesor, y muchísimas veces esto no es así. Los propios padres se la quitamos. Por lo tanto, relaciones que deberían ser asimétricas están pasando a ser simétricas, de igual a igual», denuncia la experta de Avatar Psicólogos.

La última variable importante en la configuración de esa personalidad acosadora, además del temperamento del menor, el aprendizaje de conductas agresivas trasmitidas por el mal ejemplo de sus referentes paternos y otra serie de factores más genéticos, es, a ojo de esta experta, la mala gestión emocional. Un déficit que la psicóloga achaca a una «mala educación» basada en el rechazo a muchas emociones básicas que son necesarias para sobrevivir. «Nos han educado en la represión de emociones desagradables, y nosotros lo hacemos también con nuestros hijos. Pero esto no evita que suframos razona, lo que hace es dificultar la expresión emocional de una manera sana y natural. Esa energía necesita una salida, y muchas veces y sobre todo en los niños y adolescentes, lo va a hacer a través de conductas agresivas».

El papel de los palmeros: los otros acosadores

En el complejo problema del acoso escolar conviene distinguir entre el líder acosador y los seguidores del líder, quienes lo jalean y, además, a veces hasta difunden por redes sociales el episodio de maltrato como ha sucedido en Estepona. En ambos casos, el comportamiento es similar, pero no el origen de éste. La psicóloga del centro Dconsultas explica que mientras el perfil de comportamiento y personalidad del líder acosador tiene unas características definidas tanto personales como aprendidas en el contexto socio familiar, los palmeros constituyen una minoría consistente que actúa por no tener recursos suficientes para la negación ante la violencia o por ser, simplemente, aceptados en un grupo. «Podríamos distinguir entre el acosador nato y el acosador por imitación resume. Estos últimos son niños o adolescentes que copian el comportamiento tanto para ser aceptados en el grupo supuestamente líder como por creer que ese es el estilo de comportamiento adecuado para afrontar las diferencias entre iguales, a consecuencia de la falta de una educación parental adecuada», sostiene la psicóloga.

La Junta de Andalucía dispone desde hace varios años de un teléfono gratuito de asesoramiento sobre convivencia escolar 900 102 188.

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