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Krispy Kreme, una de las empresas que controla el imperio Reimann. Reuters
Diez millones de euros para borrar el pasado nazi

Diez millones de euros para borrar el pasado nazi

La familia Reimann, la segunda mayor fortuna de Alemania, ha reconocido los vínculos de sus ascendientes con el Tercer Reich

IRMA CUESTA

Viernes, 29 de marzo 2019, 00:21

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Los Reimann, la segunda familia más rica de Alemania, han amasado una abultadísima fortuna a base de vender donúts, café, zapatos y perfumes del lujo más exclusivo... y a la mano de obra gratuita de personas que fueron forzadas a trabajar a su servicio en la época en la que los nazis convirtieron su país en un régimen demoníaco. Su pasado es tan oscuro que ahora, noventa años después, sus descendientes han decidido donar diez millones de euros a fines benéficos tratando de lavar su conciencia.

Los actuales regentes del imperio Reimann, de cuya vida privada apenas se conoce nada, se toparon con la verdad enredando en unos documentos antiguos de la empresa que sugerían que tanto el padre como el abuelo habían sido nazis comprometidos. El asunto era tan serio que contrataron a un historiador. Querían saber cuál había sido el papel de sus ascendientes durante el Tercer Reich y el resultado de la investigación les devolvió una imagen de la familia tan cruel como imperdonable.

Esclavismo nazi

  • 12 millones de personas fueron forzadas a trabajar para los nazis en condiciones inhumanas. En el año 2000, Alemania estableció un fondo para compensarlos, en el que han participado empresas como Siemens, Deutsche Bank, Daimler y Volkswagen.

Paul Erker, que así se llama el historiador, concluyó que no hay ninguna duda de que Albert Reimann y su hijo amasaron su fortuna apoyando a Adolf Hitler, colaborando económicamente con las SS y usando como mano de obra forzada a prisioneros rusos, franceses y judíos. Según se desprende de la investigación, en la compañía química que dirigían los Reimann en los años 30 y 40 era habitual que las trabajadoras fueran obligadas a hacer fila desnudas fuera de las barracas de la fábrica y que quienes se resistieran a desvestirse terminaran violadas por los capataces de la planta. «Unos hechos repugnantes que han dejado sin palabras, avergonzados y pálidos a los propios familiares», según ha declarado Peter Harf, representante del holding empresarial JAB, al diario 'Bild', que el domingo publicó el oscuro pasado de la poderosa familia.

Remordimientos

Con una fortuna estimada en 33.000 millones de euros, los Reiman manejan JAB Holdings, un conglomerado con inversiones en compañías como Krispy Kreme, Peet's Coffee, Keurig Green Mountain, Dr Pepper-Snapple, Coty, la cadena de cafés y panaderías Panera y la de sándwiches Pret a Manger. Y, aunque saben que la explotación de personas era una práctica común en Alemania durante la guerra (esta fuerza de trabajo esclava llegó a sumar el 20% de toda la mano de obra del país), parecen estar dispuestos a calmar sus remordimientos pagando por lo que hicieron sus antepasados.

Adolf Hitler rodeado de sus fieles.
Adolf Hitler rodeado de sus fieles. Reuters

No son los primeros a los que las circunstancias o la mala conciencia obligan a confesar estos pecados heredados. La multinacional Daimler, fabricante de Mercedes, fue una de las primeras en hacerlo, al reconocer en los años ochenta haber empleado a cerca de 40.000 trabajadores como mano de obra forzada hacia finales de la guerra. Volkswagen se benefició de unos 12.000, incluidos prisioneros de campos de concentración, y Hugo Boss produjo los uniformes negros de los siniestros agentes de las SS. Como otros muchos, todos ellos han hecho donaciones benéficas para expiar su culpa.

Peter Harf, portavoz de la familia.
Peter Harf, portavoz de la familia. Reuters

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